Thursday, November 09, 2006

TORTILLA DE BECHAMEL



Hay aquí un aroma infantil muy anterior, desde luego, a las excursiones familiares por la sierra de Pàndols, por el frente de Gandesa, por las escaramuzas del Maestrazgo o por la batalla del Segre. Excursiones muy ilustrativas y un punto condescendientes, agotadoras y seguramente inútiles. De recuerdos con aroma, muy anteriores a López Rodó, por poner un ejemplo, y a otros ministros policiales con breviario. De las cartas de una de mis posteriores protectoras desde el castillo de Magalia, de brazos tímidamente en alto, de los lunes (¿por qué ese empeño?) de San Nicolás o de la novena de la Virgen del Claustro, tan triste y heladora.





Hace justo un año, pongamos que el quince de noviembre de 2005, fui a comprar unos metros de pita y unas carretes de cáñamo a una cordelería de la calle Hospital, rancia y venerable, cerca de las Ramblas y lejos, por lo que se ve, del mundo. La cordelería la han cerrado hace poco, me dicen, pero era espléndida, antigua, con el suelo de cemento y unas paredes altísimas repletas de cestos de esparto, sillas de anea amontonadas, esteras de yute, madejas de rafia y enormes carretes de cáñamo y de sisal. Sobre una de las paredes, bien a la vista, estaba fijada la Ficha Azul de ayuda a Auxilio Social con el número, escrito con una tinta antigua y algo borrado, 127 y luego “provincia / de Barcelona”.






Le pregunté al dependiente, un jovencito de la generación de David Bisbal, si estaba el dueño, que quería hablar con él. Me dijo que no con la cabeza, mi miró un momento, arrugó la nariz, me hizo un paquete con las cuerdas y me quedé con las ganas de saber a cuánto ascendía la cuota de Auxilio Social en noviembre de 2005.

Pues la tortilla de bechamel tiene ese sabor algo rancio pero estable (como imperecedero) de la Ficha Azul. Con la letra algo desdibujada pero con el trazo firme y seguro. Se hace una bechamel espesa, espesa como el Fuero de los Españoles, contundente como los Principios del Movimiento, con cebolla rallada y, para despistar, con un poquito de jamón picado. Y harina y leche. Luego se empieza una tortilla francesa y, antes de doblarla, se le pone en el centro, decididamente, una o dos cucharadas de bechamel.

2 comments:

manuel allue said...

NENÉ: el comentario te ha salido doble pero lo dejo así, para que se pueda leer dos veces y para que no salga esa leyenda estúpida de "el administrador ha eliminado...". ¿Qué le importa a nadie?

I'm always looking back, dice un amigo que hago, pero, con ira o sin ella, aunque nunca con compasión, pues sí, miro hacia atrás no para recordar (que ya se hace solo) sino para mantenerme vivo, lo sufientemente agresivo y con la guardia alta. Bastante alta.

Muchas gracias por tus hermosos comentarios. Por tu pan, tu aceite y tus consejos.

Petons, grans.

manuel allue said...

¡Pero si estamos hablando, querida!. Resulta que somos exhibicionistas y que nos encanta aventar nuestras ocurrencias. Verbo, aventar, que parece que tenga un valor negativo pero no exactamente. La Real dice, en su segunda entrada, que aventar es "echar al viento algo, especialmente los granos que se limpian en la era". El redactor seguramente era un poeta.

Desde mi era, petons.