Thursday, December 18, 2008

AL Y CHRIS



Cuando un estupendo Al Pacino llega a las puertas del Waldorf Astoria acompañado del imberbe Chris O’Donnell en Esencia de mujer, el estupendo le pregunta al imberbe:

-¿Sabes dónde estamos?

Chris abre un poco más los ojos y continúa Al, triunfante:

-En el cenit de la civilización: el Waldorf Astoria.

Si el colmo de la cultura española es César Antonio Molina, la cumbre de las artes plásticas Miquel Barceló y el culmen de la restauración Ferran Adrià, ¿cuál es el cenit de la civilización de nuestro complejo pueblo?. Me pregunto.

N.: En la ilustración la periodista Elsa Maxwell le está hablando (y parece ser que sin parar) a una dócil Marilyn Monroe en su suite del Waldorf. En la suite de Marilyn.

Wednesday, December 10, 2008

CLAUDIO Y MARCELO



Lo mejor que se ha publicado (en la red, naturalmente) en el ¿feroz? aniversario de Claude Lévi-Strauss. En un precioso diálogo con Marcel Proust y, al final, con el príncipe de Salina de la mano del signore Luchino: La magdalena que nos une.

Y mira por dónde, el autor también es de la familia. Al final la familia somos todos.

Monday, December 08, 2008

CUENTO DE NAVIDAD (ESTOFADO DE FALDA DE TERNERA)



No tenía ganas de nada. Le había entrado frío de repente, había encendido la estufa y ahora estaba como atontada, sin ganas de empezar la carta y con los pies fríos. Había acabado hace un rato un serial nuevo, Simplemente María, menudo nombre, y las ganas de no salir y todavía seis faldas por terminar, seis, y las ganas de acabar con todo.

Cogió un sobre de los buenos, de los de papel-tela con un forro morado, y tachó con mucho cuidado el membrete pero aún así todavía se podía leer al trasluz lo de “Junta Provincial de la Mutualidad Nacional de Enseñanza Primaria. Barcelona”. Dejó el escudo de España porque le pareció que quedaba bonito y se frotó las manos. No está mal.

Se lo pensó mucho, con la pluma en ristre, y tachó dos veces el encabezamiento. Ya lo pondré en limpio. Un borrón en “Querido Miguel” y los dedos manchados de tinta azul. Que no hay quien la quite. Desde el patio se oía cantar a una niña un villancico antiguo y seguramente fronterizo. Entre Aragón y Cataluña. Querido Miguel. Y la soledad y las patatas al fuego, que no debe quedar casi agua, y los ojos escocidos, de no pensar en nada. Como yo digo, Julita, de tanto pensar se te van a quedar los sesos secos.

Querido Miguel, no hace falta que me contestes ni que me veas nunca más, lo siento, y el cazo empezó a chisporrotear, desde la cocina empezó a llegar un leve olor a quemado y Julita se quedó quieta, respirando poquito, jadeando, con los pies aún más fríos.

Si es verdad lo que me han dicho, que te vieron el martes salir del Principal Palacio con uno que es medio gitano, uno que vive en la calle del Carmen, no quiero que nos volvamos a ver nunca más.

Tachó lo de la calle del Carmen, se levantó y fue despacio hasta la cocina, arrastrando los pies, y apartó con un paño el cazo con las cuatro patatas que ya habían virado del tierra de siena al verde veronés, requemadas, encogidas, asfixiadas, boqueando como sardinas.

Me han dicho que te vieron salir de un cine con una mala compañía. Volvió a tachar lo de mala compañía porque le parecía de monja. Mejor poner que le han visto varias veces rondando por la calle Escudellers, o por Montjüic. Tampoco.

Querido Miguel, no me creo lo que las malas lenguas van contando por ahí sobre ti. Se le habían secado los ojos. Julita, se te están secando los ojos lo mismo que los sesos. Rompió el papel en pedacitos pequeños, guardó la pluma, miró al techo, a la estufa, al tintineo del fluorescente de la cocina. Y se acercó despacio, iluminada, tiró las patatas veronés y peló cinco, seis, siete, diez patatas oscuras como el parque de Monjüic, tortuosas como la calle Escudellers, tremendas como los urinarios del Principal Palacio, prietas como las tabernas del Arco del Teatro y las cortó en trozos medianos, a cachos, desiguales, las desgajó antes de acabar el corte y se puso a preparar el estofado Miguel, con cebolla y zanahorias y falda de ternera que tenía troceada.

Friday, December 05, 2008

CORAZAS INFRANQUEABLES, LANZAS O PUÑALES



La culpa de casi todo, y más en mi caso, es de la literatura. Si en vez de entretenerme en desgajar los versos ajenos, en citar a los cuentistas de hace un siglo, o de hace dos, y de imitar a los que tenían el índice y el corazón derechos manchados de tinta azul, o de tinta negra, si en vez de cocinar para alimentarme lo hubiera hecho para convencer, o para convencerme, si en vez de releer y de subrayar y de insistir me hubiera quedado en silencio, entre pucheros, esmerándome, intentando aprender.

Amigos míos, si en vez de todo eso hubiera aprendido algo, no tan solo a lamentarme, seguramente no estaría escribiendo esto. Pero tampoco hubiera ganado ni el Nadal ni el Bocuse. Seguramente.

Tuesday, December 02, 2008

CUESTIÓN DE ESTILO




Hace un rato he tenido un cierto desacomodo emocional, por llamarle algo, por culpa de mi poca, de mi escasa previsión, o quizás porque a veces me dejo llevar por la confianza, mal de muchos y consuelo de los más estúpidos.

Y no se trata de amor, ¡qué mas quisiera!, sino de desazón a las bravas. Que ni Cervantes me sirve, para citarlo, ni Shelley, al que suelo recurrir, ni tan siquiera Luís Cernuda que también me ayuda en trances como estos. Menudo trío.

A lo que iba. Esto se parece tanto a un blog de gastronomía como el bocadillo de escalivada, anchoas y longaniza de mi añorada Antoñita (se jubiló y cerró el bar) a la cocina-sin-reparos de la que suelen hablar muchos de Ustedes. Pero los tiempos son así y la letra es lo único que me suele convenir.

Lástima, mucha lástima, que haya gente a la que le cueste comprender. Mezclar las churras con las merinas y todo eso. Cuestión de estilo: el mío no es muy bueno pero el otro, ¡bendito sea el que lo entienda!.