Thursday, January 31, 2008

SUEÑOS BILINGÜES




Un ciudadano de Girona, Lluís Duch Casadevall, ha enviado al periódico La Vanguardia de hoy varias fotos que reproducen los rótulos de las calles del hermoso pueblo francés de Costouges, en la comarca del Alt Vallespir.

Nosotros tenemos la suerte de vivir en una calle con un nombre por lo menos añejo aunque exento de toda poesía, bastante radical, vamos. Pero alguno de mis vecinos siguen viviendo aplastados bajo los nombres y los apellidos de taquígrafos del siglo XIX (un buen siglo para la taquigrafía), organistas ignotos, padres agustinos perdidos en la noche de los tiempos o capitanes de navío ingleses que, además, nos tocaron las narices.

Bajo esos sueños inconfesables de los vecinos de Costouges seguramente dormiría más tranquilo (o soñaría despierto).

Tuesday, January 29, 2008

EL JUEGO DE LOS LIBROS




No están los tiempos para demasiadas florituras a pesar de que Juan Luís Cebrián se siga empeñando en que sí, el conde de Godó en que quizás y tal vez los Luca de Tena en que a lo mejor. Ayer por la noche cometí uno de los múltiples pecados del insomne impenitente (y pecador) y me volví a pasear ante mis dispersas estanterías buscando algo con lo que conciliar más mi conciencia con mi consciencia, que el sueño mismo. Que el sueño en sí. Y no me equivoqué demasiado pero seguí despierto hasta más allá de las tres, una hora un poco García Lorca (o quizás Cernuda), y releí dos barbaridades, permitidas por la ley (¡faltaría más!), pero precisamente nada conciliadoras.

Una de ellas era un ejemplar de la revista Destino, el número 1.293, correspondiente al 19 de mayo de 1962, un año del que ya hemos hablado otras veces y del que en ese momento no se esperaba tanto, ni mucho menos. Conservo el ejemplar ni más ni menos porque publicó un amplio y algo borroso reportaje gráfico sobre la boda en Atenas de los entonces príncipes don Juan Carlos de Borbón y doña Sofía de Grecia ocurrida unos días antes. Supongo que es por eso por lo que lo conservo porque, al releerlo, no he encontrado nada más. Una entrevista de compromiso, larga y farragosa, de Néstor Luján al gobernador civil de Gerona, señor Pagés Costart, sobre el “Presente y futuro de la Costa Brava”, un cuento espantoso y lleno de erratas (¡diez!) de Camilo José Cela, una crónica de la inauguración de la nueva tienda de Gales en la Diagonal y del servicio de télex que la conectaba con la del paseo de Gracia, muchos anuncios, de Tergal, de Sintasol, de la colonia Atkinsons (London) e incluso uno del Agua de Colonia “4711” que aún se fabrica y que sigue usando, exageradamente, uno de mis clientes (que no me lee, claro).

La segunda visita fue peor. El extraño y supongo que bien vendido en la época libro de Salvador Paniker, Conversaciones en Cataluña, que recoge veinticinco entrevistas con otros tantos personajes catalanes de ese tiempo (1966), que estaba bastante bien editado y que llevaba unas fotos preciosas de Xavier Miserachs, muy recordables, muy recordadas y bastante coleccionables. La primera de las entrevistas se la hizo a Josep Pla en el mas de Llofriu y no es nada del otro mundo. Pla tenía entonces sesenta y nueve años, su madre nonagenaria acababa de morir hacía quince días y estaba envuelto en una especie de weltanschauung un poco procelosa de más, una tendencia a la melancolía comprensible pero exagerada y una rara afición al vino con agua. Vino de la zona, claro, pero mezclado con agua. Subrayé dos frases, porque soy de mucho subrayar, una donde dice, ante el próximo viaje del hombre a la luna, que no le interesa porque “en la Luna no hay restaurantes” y otra casi final en la que confiesa que sólo bebe whisky porque “el coñac hispano (…) es muy peligroso. Probablemente ha causado más bajas que la guerra civil”.

Esta mañana he consultado los comentarios a mi post anterior y llevado por esa especie de sinrazón que me acomete entre el primer y el segundo café le he contestado a Mar Calpena, que siempre es tan amable conmigo, y a partir de una disquisición bloguera sobre los libros, que “si de repente os convirtierais en el detective Carvalho y tuvierais que quemar no uno sino sucesivos libros para encender la chimenea, ¿por dónde empezaríais?”. Un poco más tarde, ya comido y con el corazón demasiado saltarín, les he dicho a mis contertulios que hoy por la noche quemaría la Historia del carlismo de Román Oyarzun y luego La alternativa democrática de Antonio García Trevijano. No lo voy a hacer, primero porque no tengo chimenea, segundo porque el libro de Oyarzun no es que sea necesario tenerlo pero, dado que así es y además en una edición tan bonita y tan príncipe, hay que dejarlo ahí. Reposando. El segundo sí. No es que vaya a montar una hoguera en el cuarto de baño pero a lo mejor enloquezco y aso con él unas sardinas en el somier, como Carmen Amaya.

El juego de “¿qué libro quemarías tú?” ha continuado un rato y parece que ahora está parado o que todo el mundo está cenando o que éste Fahrenheit 451 que nos hemos montado no da para más o porque a lo mejor las cosas de los blogs son como las del querer, que “no tienen ni fin ni principio / ni tié cómo ni por qué”.

Friday, January 25, 2008

RÂBLE DE LIEBRE DEL CONDE DE SERT



Cuando un libro me apasiona lo recorro con la velocidad del rayo, voy atrás y adelante, me detengo, lo acribillo a subrayados, lo trufo de papelitos con notas, escribo en los márgenes, en las páginas finales, me lo llevo a la cama, a la playa o a cualquier lugar (decente) donde pueda estar más o menos tumbado y, si hace falta, le saco las tripas.

Pero con el libro del señor conde de Sert no me está pasando. Mi librera anclada en 1757, entre la fecha del nacimiento de don Gaspar Melchor de Jovellanos (1744) y la de don Manuel Godoy (1767), dos bravos y considerables hombres, no tenía el libro y eso que ya lo había pedido. ¿A la Junta de Comercio, Moneda y Minas, al archivo de la Guardia de Corps?. No lo tenía. A mi otro librero preferido, más a finales del siglo XX, le acababa de llegar de una distribuidora normal, ni masónica ni ilustrada ni nada. Distribuidora de libros prosaica aunque olvidadiza.

Francisco de Sert Welsch, cuarto conde de Sert, acaba de publicar El goloso (Alianza Editorial, Madrid, 2007), una especie de manual con intención historiadora e incluso historicista, con bastantes buenos propósitos, con algunas páginas brillantes pero demasiado anecdotista. Falto, quizás, de una verdadero aparato crítico que lo soporte, o lo explique o incluso lo justifique. Pero me lo estoy pasando bien y casi lo he terminado.

El señor conde de Sert es sobrino de Josep Lluís Sert, el extraordinario arquitecto de la Fondation Maeght, de Saint Paul de Vence, de la Fundació Miró de Barcelona o del pabellón republicano de la Exposición Universal de París del 37, discípulo de Le Corbusier y mucho más tarde decano en Harvard. Y no digo que presuma de ello pero en cuanto puede (y con mucha delicadeza) lo saca a colación. Su libro, que hay que leer porque sobre todo tiene muy buena intención, nos pasea por la historia de la cocina europea con bastante soltura aunque con datos más que sabidos. Es a partir del capítulo dedicado a Las mesas del franquismo cuando desata toda su ironía monárquica donjuanista, todo su afrancesamiento bien cultivado (bien comido y bien bebido), pero por encima de todo eso su gracejo un puntito canallesco pero desde luego demoledor para con la corte franquista y con los señores de El Pardo, sus usos y costumbres. No nos cuenta casi nada de lo que ya habíamos sospechado, o incluso sabido, pero recrea el ambiente de la época con bastante gracia. Esos “guisos anodinos condimentados sin gracia por un guardia civil” pueden citarse (ya lo estamos haciendo). Como la afición de Franco a las meriendas-cena (“siempre le gustó acostarse temprano”) o el recorrido, bueno, bastante bueno, por los restaurantes estrella del franquismo, desde los madrileños Horcher y Jockey hasta Finisterre o Reno en Barcelona.

Luego va más allá, explica bastante bien la génesis de la nueva cocina vasca, los albores de la nueva culinaria e/o catalanidad y algún que otro lamento por el tiempo perdido, buen lector de Proust, buen lujaniano (de don Néstor Luján) e incluso algo afecto a Víctor de la Serna, al que nunca hay que olvidar, aunque el autor sea menos piadoso con Cunqueiro o con Vázquez Montalbán. Menos atento, vamos.

El señor conde nos ha puesto sobre todo a recordar. Nosotros nunca comimos en Horcher pero sí recordamos con una especie de temor infantil (temor de hijo al que no le dejan mirar la carta) las supremas de lenguado al Cinzano de Finisterre (me encantaba el Finisterre) o un civet de liebre (quizás mi primer civet) en Reno, de un hijo un poco más mayor pero igual de estúpido.

La Europa del cuarto conde de Sert ha sido un poco como la cuenta. Más o menos. Y las anécdotas de los restaurantes a lo mejor avivan algo más que nuestra memoria. Vamos a afrancesar la noche, pues, en nuestra estricta cocina, a acabar el capítulo con tiento y ya sin hambre pero a fiarnos más de nuestros antiguos críticos (Pla, Luján, Cunqueiro y Perucho) que de estos memorialismos un poco manqués. Como si a los lomos de liebre, el plato preferido del señor conde, les pones sólo ganas y un vasito de vino rancio, ni poivrade ni grand-veneur.

Notas:

I. La ilustración corresponde a una imagen nada mejorable del equipo de cocina, al completo, del Regimiento de la Guardia de Franco alrededor de 1956.

II. La bibliografía del libro de Francisco de Sert contiene algún error y, desde luego, varias lagunas, pero nos han sorprendido sus inclusiones nada acostumbradas en este tipo de publicaciones. Sobre todo Bearn, de Llorenç Villalonga, el príncipe de Lampedusa mallorquín.

Thursday, January 24, 2008

GLOTONIA, UN ARTEFACTO



Como quien dicta otro código, o mejor, para paladares audaces y letraheridos, ahí va el texto de la intervención de los Glotonios de ayer por la tarde en Madrid Fusión, que tiene miga y bastante salsa para mojar. El texto se titula Red viene de enredar. Ni más ni menos que la primera acepción del diccionario de la Academia: enredar. 1.tr. Prender con red.

Y nos hemos quedados no sabemos si prendidos o prendados.

CÓDIGO DE BUENAS PRÁCTICAS Y DE MEJORES MANERAS



Acabamos de añadir en nuestra barra lateral, como es debido, el logotipo y el link de este código para blogueros gastrónomos, para lectores fieles, para alguno de los infieles y para el público en general.

Como siempre Jorge Guitián, en su imprescindible blog Diario del gourmet de provincias, nos explica todo esto mucho mejor de lo que podríamos hacer nosotros.

Ahí está.

Monday, January 21, 2008

DE KAREN Y DE LAS LENGUAS ROMÁNICAS



Otra amiga que también comenzó hace bastante tiempo a pasearse por esta casa es Karen, excelente bloguera, culta, buena lectora y muy buena repostera, que vive en Sâo Paulo, Brasil, que lee perfectamente el castellano y que el otro día me preguntaba ante mi post bilingüe (catalán y castellano) que de qué lengua se trataba, la primera. Que la entendía pero que no la lograba situar. Yo le contesté como pude y lamenté una vez más que el Institut Ramon Llull, el equivalente al Instituto Cervantes español, no tuviera una página web un poco más atractiva y un logotipo menos triste. Porque ni un granito de arena aporté, seguramente, a mi visitante brasileña.

Karen, debes de haberte quedado con la sensación de que por aquí solemos hablar dos lenguas románicas porque sí. Y a lo mejor es verdad.

DE CAP I DE POTA




Un buen amigo, de nombre Capipota y de sobrenombre “Cap i pota”, acaba de inaugurar, ayer mismo, su blog cocinil que se llama ni más ni menos que Cap i pota.

Mi amigo, que lo es y a quien cualquier dios de los suyos o de los míos guarde por muchos años, apareció por esta casa hace tiempo, empezó a comentar mis pobres textos cada vez con mayor agudeza y acabamos, él enviándome fotos y recetas y yo contándole que era un cocinero mediocre, confiándole alguno de mis secretos, más bien pocos, pero sobre todo dejándole ver mis debilidades, al trasluz.

Tengo muchas ganas de que Cap i pota nos siga contando lo que cocina pero sobre todo lo que come por ahí, lo que ha comido, lo que está por comer y quien sabe si hasta nos va a hablar de los comensales, que suelen ser bastante sabrosos.

Bienvenido, pues, des del cap fins les potes.

Friday, January 18, 2008

UN SINSENTIDO




Hacía días, a lo mejor meses y si me pongo pesado quizás algunos años, que no leía una entrevista que me impresionara tanto. Esta mañana, en “La contra” de La Vanguardia, la página de contraportada que por lo visto tiene hasta coleccionistas, ha aparecido una pieza, y digo bien, pièce, de alta literatura pero sobre todo de alta vida, si así puede decirse, o por lo menos de alta amargura (buena amargura) ante la vida.

En el respaldo de un diván isabelino, precioso, que fue de mi madre, tengo enganchados tres papelitos con otras tantas citas, con un alfiler (con tres alfileres), que nunca releo (¿para qué, si me las sé de memoria?) pero que he tenido que levantarme para ir a buscar para no cometer errores o no saltarme una palabra o, quizás, para no equivocarme en un acento. Mi diván (en el que no se sienta nadie desde hace años, por lo menos dos) y yo, somos así, Señora. La Señora, évidemment, es la Literatura.

Pues eso. Una de esas tres citas corresponde a un pasaje olvidado de Jaime Gil de Biedma en el que el componente erótico deja como una suave neblina bajo los pies, o una comezón en las yemas de los dedos o vete a saber qué: “…esos cientos de noches en que ni l’amertume est douce ni l’esprit clair”. Josep María Castellet, al que hoy ha entrevistado Víctor-M. Amela, no nos habla de esos cientos de noches ni de la amargura en sí. La deja traslucir, la supura, la contagia, me ha tenido enfermo desde las nueve de la mañana hasta ahora mismo en que no puedo cocinar ni un himno al pasado porque los himnos son gloriosos y la gloria siempre es efímera, ni un réquiem porque todavía no se ha muerto nadie y porque ese polvo en el que nos vamos a convertir, esa ceniza que nos pende hasta de las ideas y esa nada en la que intentamos sobrevivir (sobrenadar) me ha aconsejado prudencia, hímnica pero sobre todo responsorial.

El último libro de Castellet, sobre el que quería hablar desde hace días y que sigue esperando aquí al lado (es cierto) desde el día en que lo terminé (lo leí en dos trancos) es el impresionante y altamente recomendable Dietari de 1973 que ha publicado, en catalán, Edicions 62 el pasado mes de noviembre. Hay que leerlo y, los que no puedan, esperar a que lo traduzcan. O hacer un esfuerzo. Y si tiene Usted cincuenta años, o más, le recomiendo cordura o un parche de memoria o una cataplasma de sensatez. Y se es Usted más joven, no lo lea porque no va a entender nada. O le va a dar igual.

El final de la entrevista, demasiado tibia desde el punto de vista del entrevistador (¡con el partido que le hubiera sacado cualquier otro!), nos vuelve a abrumar con una especie de sentencia que igual se convierte en una nueva cita para mi diván: “Haga lo que haga, el mundo seguirá yendo mal, ¿eh? El mundo siempre va mal. Siempre. Pero va.”

Josep María Castellet se tomaba uno, dos o veinte whiskies en Bocaccio, hace ya treinta años, mientras nosotros le espiábamos, y a sus tertulianos, desde un recodo de la barra, con un hatillo de poemas malos en el bolsillo del gabán y los ojos en blanco tras el primer gin-tonic. Gabriel Ferrater dejó de cenar en Les Délices de la France, de repente, Carlos Barral siempre nos pareció lejano, hasta en Calafell, Jaime Gil tampoco nos lo puso fácil y ahora el senyor Castellet nos tira a la cara todo su pasado y no nos conmueve, nos da miedo. Pues este brindis con mi gin-tonic de las diez de la noche va por Usted, por su incredulidad, por la mía y por ese sinsentido que nos hace continuar leyendo. Y porque la vida sin literatura sí que sería una mierda.

BLOGASTRÒNOMS




La Mar Calpena, excelent blogaire i intrèpida escriptora, està organitzant un sopar a Barcelona per a bloguers-cuiners (més o menys, i sobre tot al meu cas) per a celebrar conjuntament que encara no ens coneixem però que parlem i escrivim de coses que ens agraden. A mí m’agrada més la paraula banquet, com la que s’aconsella a la il·lustració (Réjouissances pour le rétour de l’enfant prodigue), però podem deixar-lo en sopar.

Aquí queda el link per a amateurs, curiosos o tafaners.


Mar Calpena, excelente bloguera y escritora intrépida, está organizando una cena en Barcelona para blogueros-cocineros (más o menos, y sobre todo en mi caso) para celebrar conjuntamente que no nos conocemos todavía pero que hablamos y escribimos de cosas que nos gustan. A mí me gusta más la palabra banquete, como la que se aconseja en la ilustración (Réjouissances pour le rétour de l’enfant prodigue / Holganza para el retorno del hijo pródigo), pero podemos dejarlo en cena.


Aquí queda el link para amateurs, curiosos o cotillas.

Monday, January 14, 2008

CANELONES GÓMEZ



Aunque a veces lo parezca no es que me aburra, es que me gusta escribir, y sobre todo a estas horas, y que a lo mejor no encuentro más sano entretenimiento. Entonces abro la página de mi contertulio Word, alargo la mano y voy y le cuento la receta de los Canelones Gómez que siempre son muy recurrentes, por el nombre, por el apellido y por el origen, ni más ni menos que el divertidísimo libro de doña Eladia M. (seguramente Martínez), la señora viuda de Carpinell y su memorable Carmencita o la buena cocinera que no nos cansaremos, nunca, de citar.

El libro de doña Eladia se las trae y sus recetas, la mayor parte de las veces, son de aúpa. Hay que armarse de valor, dejar de lado el sentido común y darle por lo menos tres cuartos al pregonero para acometer los dictados de la señora M. Aunque yo no le suelo hacer mucho caso me pasa lo mismo que con doña Nicolasa Pradera, o poco más o menos, o sobre todo con don Ángel Muro, al que hay que echarle, además de cien mil atadillos de hierbas, otros tantos de imaginación.

A lo que vamos. Los impresionantes canelones Gómez merecen una transcripción exacta de la receta porque si no, no tiene gracia. Dice doña Eladia: “Hervidos y puestos a escurrir como los demás, se prepara un relleno de carne de cerdo, pechugas e hígados de gallina, jamón, sepia, huevo duro y pedacitos de pimiento, si puede ser, de lata; todo bien picado, menos los pimientos, a pedacitos; se tienen las carnes asadas antes de picarlas, y se pasa por manteca de vaca todo el relleno, se envuelven y se colocan en la fuente que han de servirse. Se tiene salsa de carne o pollo asado, se cubren los canelones, se polvorean con queso y se ponen un momento al horno”. ¡Bravo por doña Eladia!, Me encanta ese totum revolutum de cerdos, gallinas y sepias, como si tal cosa. Me entusiasma lo de que los pimientos sean preferiblemente de lata. Me parece imprescindible tener salsa de carne o de pollo pero sobre todo me gusta que las cosas “se polvoreen” , que es el verbo justo, polvorear (“echar, esparcir o derramar polvo o polvos sobre algo”) y no el acostumbrado espolvorear que tiene algo de agitado o, por lo menos, de agitador.

Los canelones de la señora viuda de Carpinell no son un ejercicio de sensatez, pero tampoco lo fueron ni las Cortes de Cádiz ni el Concordato de 1953 y aquí seguimos. Algo matrechos pero más o menos enteros.

Notas:

I. Le dedico esta entrada a mi amigo Despertaferro, buen amante de los canelones y de su compango ortodoxo. Así que, no sé.

II. La niña de la foto no tiene que ver con nada, ni siquiera tiene cara de apellidarse Gómez, pero es una foto que conservo hace tiempo y que me sigue gustando.

Wednesday, January 09, 2008

IT ALL HAPPENED SO QUICKLY



Lana y Johnny habían tenido una terrible discusión aquel atardecer de primeros de abril, un Viernes Santo húmedo y amarronado.

Habían merendado tarta y sándwiches y té pero Johnny había seguido con el bourbon de la sobremesa y se estaba poniendo pesado. Cheryl se había encerrado en su habitación dando un portazo y se refugió entre los almohadones abrazando el Especial-de-los-disgustos, uno rosa y crema en forma de corazón.

Después de la última entrega de los Oscars Lana le había contado a su hija Cheryl, que apenas tenía catorce años, el mal momento que estaba pasando su relación con Johnny, que en el último rodaje en Londres la había abofeteado en pleno set y que las discusiones se habían convertido en feroces.

Cheryl aguzó el oído sin soltar el almohadón y mordió con fuerza la manga de su jersey de trencillas. De un salto se precipitó hacia la habitación de su madre, golpeó la puerta y sólo alcanzó a oír sus sollozos mezclados con súplicas de “vete, vete, de una vez, Cheryl, vuelve a tu habitación, Johnny está a punto de marcharse, Johnny…”

Corrió escaleras abajo hasta la cocina y cogió un cuchillo inmenso con el mango de madera que reposaba sobre la mesa de mármol, junto a los restos del té y los sándwiches de salmón y pepino y un trozo de tarta de frambuesa, desmadejada.

Cheryl volvió a la habitación de su madre, gritó, suplicó y, de repente se abrió la puerta dejando ver a Lana, aterrorizada, sujetada por la cintura por las dos manazas de Johnny. En un segundo Lana se escurrió de su yugo y Cheryl pudo ver la cara sorprendida, la boca abierta, los ojos en blanco del amante de su madre cuando notó un frío glacial en el estómago. Cheryl le había clavado el cuchillo de cocina y lo giraba de un lado a otro, con una fuerza inusual, extraña, mientras se reía histéricamente.

En la cocina habían puesto agua a hervir para un nuevo té. La señora Pahlevi, la vecina, iba agrupando los sándwiches en una bandeja limpia e intentaba reconstruir los restos de la tarta de frambuesa. Johnny Stompanato, antiguo combatiente, héroe de Las Ardenas, actor de segunda, gigoló y amante de Lana Turner yacía sobre su alfombra caucásica nueva, con unos raros dibujitos verde esmeralda, ocre amarillo y carmín.

Tuesday, January 08, 2008

MENÚ PARA LAS 21:00



Uno de mis proveedores habituales me hace llegar este explícito menú lleno de sabores añejos.

DRAE: “añejo, ja. (Del lat. annicûlus, de un año). 1. adj. Dicho de una cosa: Que tiene uno o más años. Tocino, vino añejo.” “rancio, cia. (Del lat. rancîdus). 2. adj. Se dice de las cosas antiguas y de las personas apegadas a ellas.”

Para que luego venga el Pérez Reverte a contarnos lo poco observadores que somos.

Saturday, January 05, 2008

SOPA DE FARIGOLA



¿Cómo me va a interesar el mañana si no soy capaz de entender lo que me pasa hoy?

Si me sigo paseando por el pasado, por ese “paisaje” del que hablaba Louise Bourgeois (un “paisaje ya explorado y superado”) y que nos recuerda hoy Félix Romeo, es para intentar entender cómo he venido a parar aquí.

Dicho esto, me voy a preparar una sopa de farigola (de tomillo catalán) para probar de combatir el resfriado (no me queda ni zumo ni leche ni soy capaz de moverme más allá del kiosco de al lado, para saber qué pasó ayer).