Monday, August 02, 2010

EL CASO DE LA MECANÓGRAFA ASUSTADA


Esta mañana he hablado unos minutos sobre la salsa romesco en el programa Cuinetes de RAC1 que lleva Txaber Allué, El Cocinero Fiel, y, aunque me he quedado corto, me lo he pasado bien. Luego Starbase me ha dicho en Facebook que le parecía que no iba a volver a atacar en el blog. Atacar, ha dicho. Pues no lo sé bien, pero todo esto empezó con calor un mes de julio de 2006 y, mira por donde, lo echo de menos. Sin hache, con calor, y un si es no es neblinoso de mi tarde que de taurina apenas le queda el recuerdo.

A eso vamos. A los seis o siete años nos cuidaban, a mí y a mi hermana, menor, dos hembras andaluzas de nombres albos y límpidos, refrescantes, Nieves y Lucía, que tenían una hermana mayor, de nombre algo más coplero, Angelita, casada con el guarda de la plaza de toros de mi pueblo. Angelita vivía en la plaza, al lado de los toriles, en una especie de habitáculo estrecho pero bien encalado y seguramente hermoso. Las muchachas nos llevaban cada tarde de verano, o casi, para pegar la hebra con su hermana, tontear con los empleados, avistar a los toreros y a los mayorales y, de paso, iniciarme en una fascinación desmesurada por el albero, el rojo de Sevilla, los capotes de paseo, los burladeros a medio reparar, el gazpacho intenso con vinagre fuerte, chispeante, enloquecedor, y una ensalada que llamaban picadillo y llevaba tomate, pimiento verde, cebolla y aceitunas negras. Todo cortado a lo grande, sin remilgos, y con ese vinagre extremo en el que, atolondrado y siempre inapetente en la mesa familiar, allí mojaba pan y ponía ojos de felicidad. Sería el calor, sería el polvo o la luz o vete a saber. Seguramente sería el vinagre clarete que me emborrachaba y me hacía toser.

No he vuelto a saber nada de las dos muchachas ni de su hermana, ni de Chamaco ni de Mondeño y seguramente tampoco de El Cordobés. Ni falta que me hace. Hoy la plaza está cerrada, cubierta, retitulada y esperando espectáculos que deseo que sean dignos de su pasado rojo y albero. Algo más que Estopa, María del Mar Bonet o Hollywood on ice, vamos. Que tampoco sé si existen (Lucía era más leída que Nieves. Le gustaban las novelas policíacas y le encantaba Perry Mason. Una vez cogí de su mesilla El caso de la mecanógrafa asustada y no lo entendí muy bien –tampoco entendía muy bien a Salgari. Hoy me he acordado de Perry Mason y de su mecanógrafa y me ha subido a la garganta, qué quieren que les diga, un regusto a tomate y aceitunas marinados en un vinagre y una pasión que dudo que nadie pueda repetir. Con toros o sin toros).