Tuesday, April 28, 2009

JACQUES TATI NUNCA ENCENDIÓ SU PIPA



Tampoco Vázquez Montalbán comió hormigas rojas ni Néstor Luján aprendió a preparar un dry martini decente ni tan siquiera a Georges Simenon le gustaba el cossoulet de Castelnaudary.

De tópicos está construido el mundo contemporáneo (y el antiguo y el medio, y hasta el moderno), romántico es el enamoradizo, glotón el tragaldabas y culto el que se sabe de memoria el top ten de los libros más leídos. Viajero el que ha estado tres veces en Venecia (las tres en verano) y gourmet el que sabe distinguir el pelo de la pluma y ha comido una vez en El Bulli, dos donde la Ruscalleda y más de tres en lo de Santi Santamaría. Tiempos difíciles donde los haya. Confundidos, manidos y parcamente compuestos. Aliñados al desgaire como decía don Pío Baroja que había que hacer con las ensaladas. Aunque a don Pío le gustaban más los garbanzos, tanto como a don Benito, y a Valle, en cambio, la cerveza negra y el salpicón de marisco (así dicen que, moribundo, pidió que le sirvieran el almuerzo). Tópicos.

Friday, April 24, 2009

AÑOS DE INCIENSO Y PLOMO

Enlace

Bueno, muy bueno, muy llevadero, una pieza a leer más de una vez, el discurso de Juan Marsé para la ceremonia de entrega del premio Cervantes.

Desde esa “cocina del escritor (que) nunca me ha parecido un sitio muy cómodo para recibir visitas” hasta su elogio y sin embargo lamento de la realidad, para recalar, para mí más que nada, en la soberbia frase de José-Carlos Mainer que debería ponerse como leyenda en el frontispicio de las escuelas, de los templos públicos y privados pero sobre todo de los ministerios: “La memoria nos construye como seres morales”.

Imprescindible para desmemoriados en general, para desarraigados (físicos o culturales), para tibios y sobre todo para soberbios. Que un discurso puede ser una proclama pero también una bella exposición del oficio de escritor, desde esos años de incienso y plomo bajo el palio de la luz crepuscular.

Wednesday, April 22, 2009

EJERCICIO MENTAL


Mañana, día 23 de abril, tengo muchas cosas que celebrar. Que sigo más o menos despierto, que tengo ganas de estar así y que el sol es aproximadamente lo mejor del mundo.

Mañana va a hacer sol, vamos a salir a comprar libros, vamos a sudar a mediodía delante de los tenderetes, vamos a encargar una paella (¡qué bello eso de encargar, y sobre todo una paella!), trabajaremos otro poco y al atardecer, con un jersey sobre los hombros, vamos a revolver el crepúsculo con los lamentos espantosos de los estorninos y los cien mil libros de cocina para entonar, a la vez, ese beatus ille que nos gusta ofrecerle al Mediterráneo, al inicio de la modorra, a los postres de fresas con nada deshaciéndose en el plato y a las ganas no de pasar revista, que para eso están según quienes, sino de creer que todavía es posible enamorarse de cuatro cosas: de esas alcachofas amarillas de azafrán y de recuerdos, casi ocres, de un grabado de mi Santa Patrona iluminado a mano que me acabo de comprar, de la breve conversación con mi vecino veinteañero sobre la siesta y los canutos y las ganas de saltar, él, por encima del mundo, pero sobre todo de las ganas, privadas y públicas, de escribir.

Por eso mañana, dentro de un rato, voy a encender una o dos ideas, como unas velas pequeñitas, para algunas de mis devociones primaverales, santos patronos y patronas que tienen la inteligencia y la bondad de acompañarme: Jaime Gil de Biedma, José Lezama Lima, Guillermo Cabrera Infante, Carlos Barral, Julio Cortázar, Mercé Rodoreda, Marta Pessarrodona, Gabriel Ferrater, Cesare Pavese, Lawrence Durrell, Llorenç Villalonga, José Bergamín, María Zambrano, Manuel Altolaguirre, Juan Marsé, Paul Auster, Jorge Luís Borges, Giorgio Bassani, Francisco Ayala…

Thursday, April 16, 2009

EJERCICIO DE ESTILO



De cocinas ajenas está lleno mi mundo. O eso procuro. De la propia, a veces ni me acuerdo.

Wednesday, April 01, 2009

PARTE DE GUERRA



En la despensa de Magín Murtra Sandoval y Eusebia Murillo Reverter aún quedaba, como habíamos contado, un poco de todo: suficiente aceite corriente y aceite fino, arroz, alubias, bacalao, chocolate, jabón, pasta de sopa, queso de bola y vinagre. En la fresquera que daba al patio donde vivían Ramón Codina Marrugat y Tecla Salabert Herrando yacía un taco de tocino fresco, que ya empezaba amarillear, dos huevos y un arenque salado, enhiesto.

Antonio Ferrerons Salvat y María Eugenia Ribas Llauradó guardaban dos latas de sardinas y medio kilo de arroz debajo de la mesa camilla. Francisco Esteve Marrugat, primo de Ramón Codina, y Asunción Durán Espelt, que había sido monja, rezaban el rosario dos veces y habían cambiado tres onzas de chocolate por dos costillas de cerdo y unos fideos. Sebastián Martorell Tarrasa y Claustro Capdevila Esteve, prima de Francisco, miraban a los requetés desde detrás de los visillos mientras Sebastián arreglaba una radio sin arreglo y Claustro intentaba acabar un tapete con un hilo renegrido, aprovechado del fleco de una colcha. Habían comido despacio una sopa de pan, ajo y farigola y un huevo escalfado. La niña Montserrat Rodríguez Claramunt, agonizaba en la cama de sus padres, Anselmo y Gertrudis, con una mirada tísica hacia el Sagrado Corazón, de estaño bruñido, digamos que prendida en él.

A las tres de la tarde unos habían comido y otros no. Había dejado de llover y no se oía ni un alma (en mi pueblo, en esta calle donde ahora vivo, no quedaban, hace setenta años, ni curas ni putas ni soldados).