Wednesday, April 11, 2007

CONSOMME CON DOS EMES



¡Ver claro!... ¡Ver claro! Sólo vería claro un puro pensador, que en vez de lenguaje usara álgebra, y que pudiese libertarse de su propia humanidad…

Miguel de Unamuno

Ya hemos ido contando lo aficionados que éramos en la casa paterna a leer a don Néstor Luján, elevado a la categoría de mito en el santuario personal de nuestro señor padre y cuyos acólitos periodísticos fueron, durante años, Carlos Sentís, Manuel del Arco y José Tarín Iglesias. Don Néstor dedica a las sopas y a los consomés –con una sola eme- un importante capítulo de su libro pickwickeano. Por algo será. Después de recordarnos que se trata, simplemente, del participio pasivo del verbo francés “consommer”, es decir, acabar, nos habla de la textual y horrible traducción por “consumado”, que ahora nadie recuerda pero que nosotros aún pudimos ver, quizás en los sesenta, en la carta de un pomposo restaurante de Bilbao y en una receta de “El Noticiero Universal” que me encantaría volver a encontrar.

Ese mismo periódico, el glorioso vespertino de Barcelona, nos contaba una tarde del invierno de 1957 la inclusión del libro de don Miguel de Unamuno Del sentimiento trágico de la vida en el “Indice de libros prohibidos”. Ya el arzobispo de Toledo, doctor Pla y Deniel, de infausta memoria, había dictado quince años antes un decreto condenando el texto porque “niega la existencia de Dios (…) y la inmortalidad del alma” y prohibiendo explícitamente que “ningún católico (pueda) editar dicho libro ni, sin especial permiso de la Santa Sede, venderlo, leerlo o retenerlo”. Yo entonces sólo tenía cuatro años pero la nota del Cardenal Primado, encontrada muchos años después, hoy mismo, señalando la página del “Consommé Royal” del Art de ben menjar no ha dejado de conmoverme.

Don Miguel no era un gran comedor, eso seguro. Pero a lo mejor el doctor Pla y Deniel perdía el oremus, textualmente, por una primaveral “cassola de calamarcets amb carxofes” (cazuela de calamarcitos con alcachofas) de la que seguramente hablaremos. Lo que también es seguro es que un alma noble, quizás devota de don Miguel (o, a lo peor, devota del Señor Cardenal) había deslizado el recorte de “El Noticiero Universal” (el entrañable “Ciero”) para que nosotros lo encontráramos precisamente hoy.

Pues he releído el texto de don Miguel, que no es nada del otro mundo. Y he hojeado un librejo de discursos y pastorales de Pla y Deniel. Ni una receta de cocina. Ni una sola referencia gastronómica. Ni siquiera del Cordero Pascual. Almas complicadas las de estos dos hombres, consumidos en sí mismos, como mis caldos, pero sin posibilidad de extraerles nada más que un jugo bastante extraño de carnes enjutas y poco piadosas. Y además, opuestas entre sí, como el congrio y la tórtola, pongamos por ejemplo.

Dejémosles en paz. Que ya ha cambiado el siglo y tenemos que poner a cocer todo lo posible (excluyendo el “kantismo” de salón de don Miguel y el fascismo converso del arzobispo) para empezar nuestras comidas brillante y saludablemente, con el frío del pasado bien enterrado bajo tierra y la esperanza (medio de ámbar y otro medio de gelatina) en la tibieza de un consommé Royal enfriado mientras tanto.

6 comments:

xallue said...

El consommé con una yema de huevo fresco y una cucharada sopera de Jerez (yo suelo poner un fino, como La Ina). Si el consommé está hirviendo al ponerlo en la taza, la yema se disuelve en unos hilos tenues, mientras que el aroma del jerez te endulza la nariz. Hay que soplar la cuchara, preferiblemente de alpaca y pesada, de más de 14 mililitros de contenido. (Otro dia más del volumen de las cucharas)

manuel allue said...

Poéticos andamos todos. Yo empeñado en la tibieza del caldo y tú en dulzuras y en pesos y medidas. Esta jodida y heladora primavera nos pone más tiernos que un espárrago tierno: las habas y los guisantes me parecen este año un poco duros de más. Hay que cocerlos mucho rato, como ciertas ideologías y no pocas de nuestras convicciones.

delantal said...

espléndido el post, literario, histórico y gastronómico. Desconocía que D. Miguel fuera un hombre frugal.
Lo de la cazuelita de calamares con alcachofas me lo apunto para hacerlo en breve, en cuanto encuentre unos chipirones medio decentes.

manuel allue said...

Pues date prisa, Delantal, porque poco le quedan a las alcachofas. Y don Miguel "supongo" que era frugal, un poco garbancero (como Pérez Galdós) y de un solo huevo, no de un par. Y al final, en Salamanca, de uno pasado por agua: literatura.

Muchas gracias y un saludo, cordial.

Unknown said...

A DON MIGUEL (todas con mayúsculas),viviendo y comiendo en mi Salamanca, no le presumía tanta frugalidad.

manuel allue said...

Ya lo hemos dicho, Pun: literatura. Seguramente, y con tanta jarana, ni a Millán Astray le quedarían muchas ganas de un buen par de huevos fritos con farinato, vuestro estupendo embutido (que nunca he probado y me muero de ganas). Y al señor arzobispo se le supone un apetito episcopal, precisamente, cardenalicio y primado, como su cardenalato. Pero también a lo mejor se arreglaba con unas sopas de ajo, sin huevo ni nada.