Wednesday, May 09, 2007

EL BOCADILLO DEL CUCHILLERO




A los once o doce años empecé a sospechar que los pecados que se atribuyen a la lujuria no eran precisamente comestibles y me desengañé casi definitivamente de que José Antonio Primo de Rivera no era, precisamente, mi guía, que se trataba de un señor antiguo que se parecía un poco a mi tío Manolo, el procurador. Continuaba el divertido Bachillerato Elemental (me divertí mucho aprendiendo sobre todo latín y geografía) alineado en unos espantosos pupitres verdes de un material nuevo, la formica, esperaba sin mucha convicción la hora del recreo y pasaba frío, ese frío que hasta los escritores de la generación del 50 reconocen que ahora no existe.

Pero el recreo significaba mucho más para mi vecino de pupitre, que creo que se llamaba Josep, hijo de un cuchillero honrado y taciturno que tenía el obrador enfrente del cuartel de los bomberos. Josep guardaba durante las dos primeras y heladoras horas matinales un bocadillo exquisito, envuelto en una hoja del “Diario Español”, que iba aromatizando fantásticamente la lista de los cabos y los golfos de Europa y hasta la quinta declinación, la más rara.

En casa no me daban bocadillo para el recreo porque mi madre tenía unas ideas un tanto peculiares (más que nada anglosajonas) sobre la alimentación y me hacía desayunar té con leche, galletas y brioches con mantequilla y mermelada y estaba convencida de que era suficiente (lo era) hasta la hora de comer. Pero el bocadillo proletario y espléndido de Josep me transportaba a la otra esquina del mundo (un mundo que sólo sospechaba y que me costaba entender) con su aroma adivinado cada mañana cuando intentaba descubrir de qué se trataba, qué maravillas encerraba su llengüet o su barra de cuarto o sus inmensas rebanadas de pa de pagés.

Al final se lo preguntaba, sin mirarle, mientras la señorita Conchita, la de latín, buceaba entre la primera Guerra Civil, medio ahogada en el Rubicón, o la segunda Catilinaria. Me tapaba la boca con la mano, como si me rascara la nariz: “¿Qué?. “Avui , pa amb tomàquet i arengada” (“hoy, pan con tomate y arenque”). Y mañana, queso con anchoas. Y pasado caballa con aceitunas. ¿Con huevo duro?. Sí, con un poco de huevo duro y unas tiritas de pimiento rojo.

Estas tres variedades las conservo fielmente en la memoria, entre caballuna y piadosa, y las recreo en mi casa muy a menudo, recitando a Virgilio casi a gritos (por supuesto en latín) y algo avergonzado porque no sé si se trata de accesos de nostalgia o de sinrazón.

18 comments:

Camille said...

Josep era un verdadero gourmet o su madre una chef de prestigio y más para aquellos años.

Muy bonito este texto. Ha merecido la pena la espera ;)
Me gustan mucho tus nostalgias.

Saludos

P.D. Confieso que yo soy de la época del bollo para el recreo y además era una niña tonta y ....me lo robaba la lista de la clase !!

manuel allue said...

Josep no era muy listo, el pobre, o al menos yo lo recuerdo así. Y tampoco le daba importancia a su bocadillo. Pero él vivía en un mundo de aceite y yo todavía seguía en el de la mantequilla. Yo sí que era tonto.

Muchas gracias por tus piropos. ¡Salud!

delantal said...

jajajajja
qué bueno, cómo me ha gustado¡¡¡¡Es tan gráfico, tan tierno, tan sensual.

Mi madre tampoco nos daba de merendar, disciplina británica, cena anticipada.

manuel allue said...

Muchas gracias, Delantal. De disciplinas es de lo que estamos hablando.

Saludos.

aparis said...

En un libro que hace años escribió Ramón Martí sobre el Delta del Ebro y que contiene descripciones muy precisas de aquella región, leí una anécdota que sigo recordando y me pone la piel de gallina (m’esborrona). Se refiere a un padre que al volver del campo, del bocadillo de sardinas que constituía su comida, guardaba y daba a sus hijos, las zonas del pan que habían estado en contacto con el pescado.

Hago votos por oír a Virgilio en latín a gritos, mientras me como un bocadillo de sardinas.

manuel allue said...

¿Nuestro Ramón Martí?. Lo he vuelto a ver no hace mucho después de varios (muchísimos) años. La mejor anguila en salsa que he comido nunca la hacía su madre, pero ella no la probaba (¡le daba asco!).

Anton, hay que compartir "ese" bocadillo de sardinas cuando sea (con o sin Virgilio).

Petons.

delantal said...

un favorcito, hay muchas versiones del brioche ¿me puedes dar tú la tuya? quiero decir ¿a qué cosa llamas brioche?

manuel allue said...

El brioche con el que desayunábamos era, claro está, de pastelería. Los vuelvo a comprar en el mismo sitio y son excelentes. Mi pastelero (Palau, desde 1918) hace unos bollos de unos 18 cm. de largo por 10 de ancho (grandes, pues), con una especie de hendidura central (como una vulva, exactamente) y a base de harina, leche, huevos, mantequilla, levadura, claro, un poco de corteza de limón, azúcar y un pellizco de sal. La superficie del bollo queda dorada (huevo batido y un poco de agua) y va azucarada. Las proporciones, como las de cualquier bollo esponjoso: para un cuarto de harina un decilitro de leche, 100 gr. de mantequilla, dos huevos y 25 gr. de azúcar. Me encantaría poder dibujártelo.

Unknown said...

Yo como hijo de maestra me toco recorrer muchas escuelas de las de antes, pero siempre recuerdo la de Villaviciosa ( la de la Sidra)una escuela de principios del XIX en la que en el recreo nos daban un bocadillo a todos, y tambien recuerdo el sabor y el rincon del patio donde lo comia.
Muy bonito tu articulo, como todos

manuel allue said...

Eso de recordar los sabores y sus lugares es una buena cosa, Luis. Es saludable. Por eso escribo lo que escribo.

Salud y muchas gracias.

delantal said...

sí, por aquí le llamamos a eso bollo de leche.
Lo que decimos un brioche tiene una forma piringuleta, como de una bola sobre otra bola
:)

manuel allue said...

Pues sí. se trata de un bollo de leche individual, más o menos. Lo que no entiendo (y me hace mucha gracia) es lo de "piringuleta". C'est quoi ça?. Me lo imagino. ¿Más datos?.

delantal said...

jajajaja
piringuleto es el lenguaje infantil de mi padre que nos va dejando y resulta ya tan familiar que da la impresión de que todo el mundo lo conoce.
Explico, los pasteles, bollos y similares pueden ser de dos formas: repompolletes y piringuletos, jajajaja, creo que con eso está todo explicado, son onomatovisuales.

manuel allue said...

Me encanta lo de onomatovisual, y lo voy a adoptar auunque no me des permiso.

Y esta tarde mismo voy a bajar a mi pastelería a comprar una quiche piringuleta (¿puede ser?) y un hermoso, grande y grasiento pastel de nata y guindas de esa estupenda forma repompollete: ¿saliéndose de los bordes?.

delantal said...

jajajajjajajjaja
claro, pero la quiche si quiere ser piringuleta de verdad debe tener forma casi piramidal.
El repompollete lo has clavao.

manuel allue said...

Ahora sí. Nada de quiche. Mi pastelero hace una especie de pudding con nueces y pasas de Málaga bastante piringuleta. Voy a por él.

delantal said...

creo yo que me estás engañando. que no hay pastelero y que te inventas los repompolletes y los piringuletos para ponerme los dientes laaaaargos.
:DDDD

manuel allue said...

Hay pastelero, y bueno, pero tiene poco sentido del humor. Es demasiado lineal. A lo mejor cambio de pastelero porque no me entiende demasiado bien (habla poco, además).