Ni Manolo Altolaguirre ni Jaime Gil de Biedma ni Pedro Garfias ni siquiera algún poeta en desuso que prefiero no nombrar. Ni sombra de cafetines de Alejandría ni de milicianos en el frente de Aragón ni de verde que te quiero verde ni de viento ni de rama. Frío a pelo, estremecedor, como de cantar gesta, épica castellana pura y a lo mejor leonesa.
Entre las manos, impúdicamente, un gin & tonic helado, transparente y amarillo como la bandera vaticana, mientras una Virgen bajo palio se mecía exactamente rumbo al final de su culto callejero. Callejeador. Calléjido. Vete a saber.
El frío no tiene patria pero a lo mejor tiene señas. Y el gin & tonic tiene de todo, hasta desvergüenza. Hacía mucho frío hace una semana mientras la Virgen nos iba perdonando, pecadores que masticábamos la rodaja de limón y nos seguíamos helando el estómago un poco con Bombay y otro poco con Schweppes. Una de cal, intensa y pura, y otra de arena, más pura aún pero un poco más festiva.
Escribir por escribir, que para eso estamos aquí, felices de haber pasado un frío histórico más en el corazón que en el estómago. O en ambas zonas.
11 comments:
Eres escurridizo Manuel. Vas dejando pequeños detalles de tí entre paabras que parecen describir otra cosa, parecen juegos de palabras pero...¿puede un escritor enajenarse tanto que se saca de sus letras? Quizá Azorín, pero estoy segura de que él era sus paisajes.
Tú eres ironía y ternura, muy bien aderezadas, perfecto combinado.
Muchas gracias, Delantal, por lo que me parece un piropo. Necesitados andamos de todo esto (es un decir).
Ultimamente estás más poético que de costumbre
Pero no suena mal lo que escribes, aunque diría que no quieres que se escubra o sepa demasiado.
Sea como sea, estamos para escribir, unos lo hareis mejor y otros lo haremos peor, pero al final, todos lo intentamos.
Te propongo un post con un buen coctel, original y colorista.
¿te atreves?
Algo hay de mestizaje o sincretismo cuando el frío nos mueve del Vaticano II al gin tonic. Quizá que el Vaticano segundo pudo helarnos el corazón cuando más necesitado estaba de calor y se nos llevó las vírgenes zarandeadas de la primavera semanasantera al universo de los ritos paganos. Que es donde probablemente deben seguir.
Que haga frío en marzo es el habitual desmentido del cambio climático: hay climas que no cambian nunca. El viruje que te pilla al doblar la esquina de una calleja para ver la cola de la procesión sirve para recordarte la tradición.
Pero mi recomendación saludable para combatir el frío del jueves santo de madrugada es también tradicional: substituye el Bombay por aguardiente, preferiblemente de orujo del Bierzo, y los cubitos y el limón por una par de aceitadas, metidas en la boca de una vez y que se jodan las transaminasas.
Para fríos memorables, mis históricos están en la ofensiva excursión de la División Azul en el lago Ilmen durante la WWII, y el del mes pasado en Khabarovsk, un destino turístico poco recomendable de la Federación Rusa.
Gracias, Cuatro Especias. De momento creo recordar que me he atrevido con el Martini y ahora con el Gin & tonic, muy severos y nada coloristas. A ver si esta semana hablo del Buñueloni, dedicado evidentemente a Luis Buñuel y algo a cuento de la Semana Santa, de Carlos Saura (al que ahora le ha dado por las jotas) y de otra cosa más. A ver.
Querido Louis, muy bien tu recomendación pero resulta que el aguardiente me sienta mal, lo que son las cosas. De todas formas esa madrugada en la que estás pensando la combatí con chocolate con churros, primero, y luego otra vez y casi otra. A las nueve de la mañana la Guardia Civil nos hizo soplar en un control y casi les da un pasmo: ¡ni gota de alcohol!. Pero me pregunto, doctor Finch, ¿acabarán poniendo un control de colesterol?.
Gin tonic = bandera vaticana !!!
Madre mía del amor hermoso. Te compro la idea porque se la voy a revender a mi padre, eterno anarco irredento al que le va a encantar soltarlo en su tertúlia semanal de poetas.
Poetas que se reunen semanalmente, sospecho que para comer como obispos tanto como para dispersarse del mundanal trasiego.
Que tunos.
Pues no sabes cómo me alegro, Starbase. Igual me animo con unas acelgas con pimientos-bandera de Portugal o lechuga, tomate y ¡mozarella! italiana. Lo siento: esta noche no estoy muy gracioso.
Y yo aún más feliz, Manolo, porque tuve la suerte de izar contigo esa bandera vaticana en todo lo alto, mientras pasaba mascando penas mi/nuestra Virgencita de los Clavos. Te quiero.
Ahí estábamos, cariño. ¡Que lo sepa todo el mundo!
Manolo: El gin tonic es al vaticano II como la trucha lo es al trucho, la sardina al escabeche y el pil pil al bacalao.
En sancta y espléndida compañía se puede ver París desde Montjuic.
Buena descripción, amigo (le dijo la trucha al trucho o la tonic al gin).
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