Tuesday, September 16, 2008

CARNETS



Ya hace días que acabé el libro de Esther Tusquets porque tampoco es tan extenso y, al final, tampoco tan apasionante. A partir de la página 100 de mi edición (de bolsillo y “de tapa dura”, una bobada según se mire), más o menos desde el capítulo Teresa, la pobre huerfanita, la cosa decae, y bastante. Se me hizo de repente empalagoso (a lo mejor es que había cenado tortilla de berenjenas y pimientos, una barbaridad), y no me gustó, sobre todo, cuando la señora Tusquets empieza a disculparse, a explicar demasiadas relaciones con el Opus y con la Falange, a coronar la enjundia de su tortuoso pasado universitario con una guinda algo amarga, como si de repente se hubiera hecho amiga de Carmen Laforet y no de María Zambrano, más o menos, que son dos de los ejemplos femeninos y memorialísticos (también más o menos) que le puse en un comentario a uno de mis interlocutores.

De repente, con lo que a mí me gusta todo esto, me molestó que se describiera a sí misma como “una anciana de setenta años”, que dejara de meterse con su madre, de calificarla, de entrometerse, vamos, y que pasara a una especie de actitud beatífica con la familia y con su juventud. Con su familia y con su propia juventud.

Que la señora Tusquets heredó (o compró, ya no me acuerdo) y dirigió durante cuarenta años una editorial, Lumen, que había sido católica y catolicista, eso lo sabía todo el mundo. Su leve ajuste de cuentas con Paul Preston tampoco deja nada en claro y ese final donde confiesa que “le mandaron” un carnet del PSUC (y que los votó y pagó las cuotas) me parece hasta frívolo. Muchos votamos al PSUC con la conciencia más o menos tranquila aunque no pagáramos ninguna cuota, los “hermanos pequeños” de la señora Tusquets, con bastante entusiasmo pero sin ganas de hacernos perdonar nada. Puestos a contar, y ya que son Ustedes tan amables de escucharme, también me afilié a la Organización Juvenil Española (la O.J.E.), el brazo boy scout de la Falange (aunque íbamos vestidos rigurosamente de Hitlerjugend) a principios de los sesenta y también hicimos la comunión vestidos de vicealmirantes de Armada y no nos enteramos de muchas cosas hasta 1969, más o menos.

Pero no es eso lo que quería contar. Porque me gusta convivir con el pasado, incluso el de los otros, y que la amargura venga coronada con una guinda cubierta de chocolate. ¿Se acuerdan Ustedes de las Frutas de Aragón?.

N.: La flamante ilustración de la Cartilla de Racionamiento en su categoría Individual y con los dos sellos de José Antonio la guardaba desde hace bastante tiempo para una buena ocasión. Pero tal como se están poniendo las cosas he decidido usarla esta noche. No es que tenga nada racionado, ni siquiera espiritual, que ya es decir, pero a lo mejor es que me gusta ir dando suelta a mis fetiches en cuanto empieza a refrescar.

10 comments:

aparis said...

Me gustaban las frutas de Aragón con su papel de celofán de colores y su cajita de listones de madera. Además desde pequeño que también soy devoto de sant Pons, su feria y de la pastelería Pascual, entre otras.

Nene said...

No me han gustado jamás las frutas de Aragón, lo siento dulce aparis! Más negativas: no se si empezar a lerme a la Tusquets(la tengo en la lista de espera) tras los comentarios de un Allue entortillado. Por lo que se el único mérito del libro de marras es que cuenta a "tot vent" algo que ocurrió en cientos y miles de famílias de este país, incluidos los votos al PSUC. Es la ventaja de disponer de buenas plataformas, c'est tout!

manuel allue said...

Gracias, queridos contertulios. Las Frutas de Aragón se siguen fabricando, claro está, y me gustan más que el pan frito (soy de paladar simple).

En cuanto a la señora Tusquets se trata, evidentemente, de una crónica de la época, de lugares muy concretos y muy conocidos por nosotros, Aparis y Nené, y de situaciones aparentemente vividas aunque bastantes años más tarde, pongamos quince. Lo que no me ha convencido es el tono "descargo de conciencia" pero si quereis que os diga la verdad, ¡allá ella!. Mis fetiches, ya lo digo, son más objetuales que conceptuales y tienen cara (y a veces culo).

starbase said...

Que un fetiche tenga culo es cuanto menos un signo de distinción y clase.

Ava Gardner por ejemplo, fué muy fetiche de un servidor y tenía un culo de agárrate que vienen curvas.

De la Tusquets no sé que decir, pero por lo que se comenta parece rendida a ser viejuna. Lo cual es una pena, sobre todo para ella.

Mi padre, fue monaguillo antes que cenetista. Lo cual es mucho. Y según parece de su trato con la iglesia quedó un matizado misticismo y un desprecio total por la jerarquia.

Pero de disculpas, ni una oyes. Ni por lo de monaguillo ni por lo de cenetista.

Que cerril.

Unknown said...

Sigo encantado con tus fotos, esta vez la cartilla de racionamiento, con dos sellos de Jose Antonio de 0,50: ¿Una peseta para timbrar la cartilla?.
Concluímos (sic) que ya entonces exitían los impuestos indirectos y sustanciosos, por lo que vemos, que una pela en los años 40 era la leche.

Dante Bertini said...

no conozco su edad, Sr Cocinero, pero a veces los años nos obligan a rendir cuentas y no siempre somos justos al hacerlo. Estamos demasiado implicados en el asunto.
Esta mujer, a la que conozco un poquito, tiene una personalidad arrolladora en todos los sentidos del término. Ojalá siga equivocándose, siempre y cuando lo haga literariamente y sin dañar a nadie. Me gusta su blog.

delantal said...

Qué crítica tan bien trabada del libro de Tusquets.
Muchos de nosotros, los hermanos pequeños de Esther Tusquets no sabíamos que existían otros mundos, apenas descubiertos hace unos años; el primer libro que se publica sobre la represión de Franco tras la guerra civil en España data del 78 y apenas tuvo difusión. Existían, sin duda, otros mundos enterrados en la oscuridad el miedo y el olvido. Los mismos que ahora no quieren muchos que se desentierren, para darles una digna sepultura.
No creo que sean necesarios los golpes de pecho farisáicos ni las cuotas pagadas a un partido para tapar con un matiz rojo un pasado que a todos nos hirió de azul, de una u otra manera. Así que me ha quitado usted las ganas de leer a esta señora.

manuel allue said...

Gracias por vuestros comentarios, queridos contertulios. Contesto tarde, cosa que no suelo hacer, porque eran (todavía son) fiestas en mi pueblo y he huído miserablemente. También me ha llovido (lo mío y lo suyo).

Resumiendo, que un servidor suele decir lo que le parecen los libros y las cosas y Dios me libre (el dios de los lectores) de querer inducir a la lectura o a la quema directa, e incluso a un término medio. Estoy acabando otra autobiografía que tiene miga y algo de corteza, entre dulce y amarga, de un pan bastante bien cocido, de una cochura digna, digamos, y que además, la autobiografía, afecta a parte de mi familia (sección azul y sección tricolor) y a ver qué cuento. Si es que a Ustedes/Vosotros les apatece seguir leyendo.

CAP I POTA said...

Manolo: Este pasado verano me ventilé el libro de la Sra Tusquets. Estoy de acuerdo en que la familia Tusquets se las traía, no es menos ciertos que había otras (muchas) por el estilo.
No se comenta que en el sótano de la banca Tusquets (pza urquinaona) servió como checa de los nacionales y que por ella pasó (entre otros muchos) nuestro admirado Solé Barberá al que le dieron hasta en su DNI o lo que hubiera en aquella época.
Dudo que Solé Barberá fuera acreedor para el régimen, de una cartilla de racionamiento.

manuel allue said...

No sabía lo de la checa de la plaza Urquinaona y es bueno recordarlo.
Lo de las cartillas, vete a saber.