Wednesday, September 20, 2006



EFEMÉRIDES (AL CUMPLIR LOS DÍAS)

Cesare Pavese escribió en su diario, “Il mestiere di vivere” , el 16 de septiembre de 1946: “Hay un solo placer, el de estar vivos, y todo lo demás es miseria”. Cesare Pavese se suicidó cuatro años más tarde en Turín, el 27 de agosto, ingiriendo una fuerte dosis de barbitúricos.

Josep Pla escribió en su diario, “El quadern gris”, el 18 de septiembre de 1918: “ (…) Fratelli a un tempo stesso amore è morte –dice Leopardi- ingeneró la sorte…” Sí, eso pasa muy a menudo. Las personas desaparecen en el momento en el que nos resultan más necesarias. Pero para los vivos el hermanamiento fatal del amor y la muerte es humanamente inconcebible.”

Tal día como hoy, un 20 de septiembre, nacieron Fernando Rey, un gran actor, Sofía Loren, un actriz mediocre pero una mujer espléndida, y Javier Marías, que ese sí que nos da completamente igual. Y el mismo día, y en 1957, murió Jan Sibelius, un músico demasiado complicado para almas tan del sur como las nuestras y, algo más tarde, en 1975, el poeta Saint-John Perse, que ese ya nos importa bastante más.

Ayer, martes 19 de septiembre, mi vecina preferida puso para comer ensalada de patatas cocidas cortadas a lo ancho, judías verdes a trozos pequeños, aceitunas negras aliñadas con limón, orégano y tomillo por ella misma (hace poco menos de un año) y bonito en conserva y, de segundo, bistecs empanados acompañados de escalivada. Sin postre. Mi vecina enemiga freía enloquecidamente rajas de merluza (bastante hermosa, que se la vi comprar) y gritaba incongruencias a su pobre esposo. Los tres vecinos compartimos un patio ancho y luminoso pero demasiado indiscreto. Nosotros a punto estuvimos de quedarnos sin comer. Con un pié todavía en el verano y otro, tímido, en el incipiente otoño del señor Pla, y un tercer pié, más temeroso, en el fárrago y la desesperación de Pavese, pero los tres definitivamente envidiosos de mis vecinas, odiadas o adoradas por una hermosa merluza o un par o tres de pimientos rojos con los que, por lo menos, conversar.

4 comments:

Biscuter said...

Me gusta este ejercicio. Lo hago con los libros que tengo a mano en este momento. Así, hora leo que Ernst Jünger escribió en su diario, el 20 de septiembre de 1965, a bordo de un barco que lo traía de lejanos mares, lo siguiente: “A última hora de la tarde de ayer volvimos a pasar junto a la estatua de Lesseps, que seguía tirada por tierra. A la ida penetramos en el Mediterráneo como en aguas más cálidas; ahora parecen casi una provocación los ‘sólo’ 25 grados Celsio del agua de la piscina”

Por su parte, el 21 de septiembre de 1917 un Franz Kafka lleno de culpas, anotó en su diario: "F estuvo aquí: para verme tiene que hacer un viaje de treinta horas; tenía que habérselo impedido. Tal como yo lo imagino, su desdicha ha llegado al límite, especialmente por mi culpa. Yo mismo no sé cómo actuar; estoy completamente insensible y al mismo tiempo sin amparo; pienso en la alteración de algunas de mis comodidades actuales y, como única concesión, hago un poco de comedia. En los pequeños detalles, ella no tiene razón; no tiene razón al defender su derecho real o supuesto; pero en conjunto es una mujer inocente condenada a graves torturas; yo he cometido la injusticia, a causa de la cual es torturada, y además le proporciono el instrumento de tortura”.

Me gusta la lectura de diarios. Desde hace años los leo y llevo el mío. El de Pavese es uno de mis favoritos. Ahora estoy entrándole al de Witold Gombrowicz, que promete.

Saludos desde Venezuela.

manuel allue said...

Estupendo tu comentario. Yo también escribo el mío (y espío a mis vecinas) y me gusta, a veces pienso que enfermizamente, leer los diarios ajenos. Los publicados, claro está.

"Revista de Occidente" publicó hace justo diez años un monográfico dedicado a "El diario íntimo" y, al irlo a buscar hace un rato, me he vuelto a encontrar con una curiosa y conspicua antología de fragmentos de diarios personales que hizo Laura Freixas y que tituló, muy hermosamente, "Animales que se alimentan a sí mismos". Aparece Gombrowicz y veo que yo había subrayado, en su día: "¿Para quién escribo? Si es para mí, ¿para qué va entonces a la imprenta? Y si es para el lector, ¿por qué finjo dialogar conmigo mismo?".

De todas formas la más sangrienta, para mí, es la cita de los diarios de Amiel, una frase del 4 de julio de 1877: "El diario íntimo (...) no es más que una pereza ocupada y un fantasma de actividad intelectual". Entre Amiel y el polaco me hicieron la pascua en su día (y todavía duele). Pero aquí seguimos, dialogando con nosotros mismos en voz alta y toreando al fantasma de la pereza.

Muchas gracias y un saludo.

Lizzy said...

El placer de vivir es un placer tan complejo que uno nunca sabe cuando se convertirá en miseria...

Salud!

manuel allue said...

¡Bravo!. Y ¡que viva Borges! (va por tu post, además).

Un saludo.