Friday, September 08, 2006



LA FATAL E INDEFECTIBLE DECADENCIA DEL VERANO

Ya hace unos días que han aparecido los higos en los puestos del mercado (en mi mercado), los blancos y los de “coll de dama” que anuncian lo que nuestra Luz y Guía coquinaria, San Josep Pla, escribe e inscribe como el inicio de “la decadència fatal i indefectible de l’estiu”. Indefectible por lo inevitable pero, también, por lo preciso y por lo forzoso.

Pla resulta a veces tremendo. Odiaba la sandía a la que calificaba de “aigua pura tenyida”, de una “populachería sin ambición: puro engaño”, traducimos. Luego se extendía, esplendorosamente, en sendos elogios al melocotón, preferentemente el de viña, que ya casi no existe , y su “carnosidad adolescente”, y a la uva moscatel , de esa “fluidez fina, deliciosa, de gusto elegantísimo, aérea”. Para meternos de lleno en el otoño con el paso previo y fantástico de los higos negros.

Pero como siempre, hace trampa. Acaba el magnífico capítulo de “Los melones habría que comerlos en invierno” (seguimos en “El que hem menjat”, O.C., 22, Destino, 2004) con una declaración de principios espectacular, que no podemos menos que seguir traduciendo: “En el curso de mi vida he comido muy poca fruta. Las cosas que generalmente se consideran higiénicas no me han hecho ningún bien. (…) No he comido nunca melón por razones puramente olfativas. (…) Todas las frutas, cuando están maduras, tienen un subfondo (…) de descomposición, un sabor a calabaza madura que me molesta.” Para acabar, rotundo: “A mí, me gusta la fruta verde.” Bravo, monsieur Pla! A nosotros nos gusta la fruta madura, incluso madurísima, manchada con esas deliciosos signos previos a la podredumbre, amarronada. Pero nos gustan aún más sus juegos dialécticos, sus trampas y sus engaños.

Esto lo escribía nuestro Santo Patrón cuando ya hacía bastante que había cumplido los setenta años, sentado a “esa mesa camilla” que todos recordamos haber visto, fumando, sin salir de casa, apurando el final de un whiskie vespertino o, dicen, de un Tío Pepe frío después del mediodía. Divirtiéndose con sus engaños, anunciando el final del verano sin pensar en que luego sus devotos íbamos a acariciar su libro, yacente en la mesilla de noche, como lo que es: un devocionario.

5 comments:

Biscuter said...

En un post anterior te refieres a Max Aub, un escritor que me gusta mucho, pero que tenía un poco olvidado. Animado por el comentario que haces mi iré a la biblioteca a buscar alguno de sus libros, incluido uno de memorias.

¡Qué bueno lo que dices de Pla!

manuel allue said...

También se le vuelve a tener olvidado en España, donde se le conoció tarde y se le consideró siempre un poco raro y en cierto modo extranjero (¡esos nacionalismos!). Molesta -molestó-, o eso creo, su poca afición por los poetas del 27 o por la novela que se escribió en España hasta 1965-1970. Hablaba en pasado y recordaba demasiado el exilio. En fin.

Celebro que te guste porque estoy convencido de que es uno de los buenos novelistas en español del siglo XX. Magnífico creador de diálogos.

Muchas gracias por tu comentario. Saludos, M.

Imma Fita Payes - Cocinitas said...

pues yo ni le concocia , buscare algo ,saludos

José María Romera said...

Muy bueno. Felicidades

manuel allue said...

Muchas gracias, Hebe.

Muchas gracias por tu comentario, José María. Estaré atento a las palabras y vigilante con la tribu.

De tu fantástico menú (no tienen pérdida ni los títulos ni los subtítulos) me quedo con la "geometría golosa" "explicada" ¡como "arquitectura cítrica"!.

En fin, gracias otra vez. Un saludo.