Friday, November 24, 2006

PATATAS A LA INDIFERENCIA



Parecía que la tata Nieves tenía la cabeza en otro sitio. La casa llena de pintores, que lo ponen todo perdido, la cañería del cuarto de baño que no dejaba de gotear, y cualquiera encuentra ahora a un fontanero, fuera no paraba de llover, ¡esto es el diluvio universal!, con el patio medio encharcado y, encima, mi hermana con anginas.

Uno de los pintores era muy guapo, parecía un torero, con los ojos color avellana y el pelo negro y con caracolillos, y no paró de entrar en la cocina y pedir de todo, para coquetear. A la tata se le había subido el pavo, se puso un mandil limpio, se arregló un poco el pelo y me dio un pescozón para que la dejara en paz.




Había puesto en una cazuela una cebolla grande a rehogar, cortada en tiras anchas, y cuando empezó a dorarse echó cuatro tomates medianos, pelados y cortados a dados. El pintor se estaba bebiendo una cerveza detrás de la puerta de la galería, medio escondido.

Nieves dejó que se frieran bien los tomates y añadió una cucharadita de pimentón, dio unas vueltas y puso las patatas cortadas en pedazos grandes y desiguales. El pintor se llamaba Julián, llevaba la camisa arremangada y no dejaba de contar chistes.



La tata no paraba quieta, muerta de risa, dejó que se frieran bien las patatas y luego echó agua hirviendo hasta cubrirlas. No había manera de quitarse a Julián de encima, con todo lo que había que hacer.

Hizo una picada con dos dientes de ajo y una ramita de perejil, la mezcló con un poco de agua caliente y la añadió a las patatas. Parecía que llovía más todavía y sonaba el teléfono y todo eran carreras y risas hasta el pasillo. Nieves probó la sal y esperó, de pie ante la cazuela, meneándola un poco de vez en cuando. Julián le tocó el culo y entonces entró mi madre en la cocina, puso una cara rara, nos dio órdenes a todos y las patatas se fueron haciendo lentamente hasta que quedaron tiernas.

No comments: