Saturday, December 02, 2006
SI UNA NOCHE DE INVIERNO UN VIAJERO
Por esta España que hasta hace poco estaba atravesada de ajos, empachada, y que ahora parece que reniegue de ellos, que los confita, los endulza, los enmascara, que aligera por un amor extraño (extranjero) a lo liviano lo que hasta hace bien poco engordaba nuestra memoria, que desengrasa, que despepita, que pela pero que luego envuelve lo que se asaba a las bravas, se cocía, se recocía, se salaba casi salvajemente, se freía con un chisporroteo aullador, batallador, rotundo, si esa noche, esta misma, sin música en nuestros estómagos (esa digestión pesada), sin nada que celebrar, sin ganas de criticar y enmarañado en rebuscar excusas para no dormir (en esa maraña confusa y perfumada), esta misma noche, haciendo recuento de aceites, vinagres, sales y pimientas, compitiendo consigo mismo, ordenando para recordar (o al contrario), justo esta misma noche, el viajero se ha creído por un momento viajador, más tarde viajante y, por fin, turista, y se ha levantado para anotar este lamento (“maledetto sia l’aspetto”) al son italiano de la noche, del invierno que no acaba de llegar y de una cita que no quiere transcribir porque al final, al final de ésta y de tantas noches, la vida parece que está construida, armada, de citas que encubren los relatos por escribir e incluso las noches por vivir. Maledetto!
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