Monday, May 28, 2007

BISTEC À LA BORGES




El insomnio, ya lo he dicho otras veces, suele ser un mal consejero aunque se haya convertido en un ruidoso amigo que te hace revolverte, incorporarte y algunas veces gritar. Contra él, siempre contra él.

Pero a los amigos, dicen, hay que cuidarlos. Quizás para que no se encabriten de verdad y te den un disgusto serio. Aunque tantas veces, ahora mismo, preferiría que no existieran. Ni siquiera en esta pantalla.

Ignacio Vidal-Folch nos contaba el sábado en El País, en una de las crónicas que titula Barcelona Museo Secreto, un paseo por la Rambla de Catalunya con Borges y Bioy Casares tras haber almorzado en el Avenida Palace, donde se hospedaban los escritores, aunque no especifica la fecha. Da una pista pero me da una pereza enorme buscarlo. Es cuando a Borges le invistieron doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona y dio después, o antes, una conferencia sobre el Quijote.

Me ha podido la curiosidad. O el insomnio. Y he buscado un poco. Ni sombra del doctorado por Barcelona ni de su conferencia. Le concedieron el Prix Formentor en 1962, compartido con Samuel Beckett, y el doctorado en la Sorbona, en Chile, en Harvard… Da igual. La cuestión insomne que me preocupa es el menú de ambos en el restaurante del Avenida Palace que en cualquier época pasada debía de ser tremendo. Bonito, desde luego, pero con una cocina chorreando veloutés y fondos oscuros y salsas españolas con o sin excusa. Pues eso. Borges pidió “su menú preferido”, a saber: “un bistec bien pasado, arroz blanco y, para beber, grandes cantidades de agua”. Bioy pidió fruta, sólo fruta, porque estaba a dieta. A Borges el agua le supo a gloria, “parece bizcochitos secos”. Y a Bioy otro tanto con las uvas, “con gusto a queso de chancho”.

No se si es bueno repasar el pasado porque sí, como suelo hacer la mayoría de estas noches. Sobre todo si es ajeno. Los cronistas antiguos lo hacían muy bien y resultaban muy entretenidos. Pla con sus dietarios en Destino, o Josep María Espinàs o Andreu Avel·lí Artís, Sempronio, en La Vanguardia, tan etnográficos y tan evocadores, y tan buenos escritores. Que lo mismo te contaban un salmis de pato que la historia de la alpargata catalana o un viaje al golfo de Roses en un Renault 4-4. Pero a nosotros, tan mediocres, nos puede despertar hasta el olor de esos tilos que ya no existen o el fru-frú de las servilletas de un hotel en el que nunca hemos comido. Cosas, supongo, de la edad. O de las malas costumbres.

10 comments:

delantal said...

queso de chancho¡¡¡
qué curioso que fueran tan frugales comedores.

manuel allue said...

También lo fueron Franco y Carrero Blanco o Krishnamurti y Gandhi, sin ánimo de comparar ni mucho menos de ofender. Generalmente desconfío de los amantes de la carne muy hecha y de los devoradores de arroz blanco pero vamos a seguir dejando que coman (o que hayan comido) lo que quieran. Aunque hay cosas, te lo juro, que no perdono (ni olvido).

delantal said...

y Adolfo Suárez.
¿Qué cosas?

delantal said...

por cierto, aunque no viene a cuento para nada.

¿también ganaron los tuyos las elecciones?
;)

Camille said...

Borges es uno de mis escritores más admirados. Los libros más usados y más sobados que tengo son de él. Sus obsesiones me obsesionaban en la adolescencia. Los espejos, las espadas, el ajedrez..Pero no me gusta como persona, demasiado altivo, demasiado "genio", demasiado falso. Cuando leo sus entrevistas poniendo a bajar de un burro al resto de escritores de su generación me enerva. Pero conseguí discernir entre el artista y la persona. Me quedo con el artista. Siempre. Por no hablar de la lagarta de María Kodama....
Yo tampoco me fio del apasionado de un bistec muy hecho y de un arroz blanco.
Bioy Casares es un tipo que me cae bien, pero ha pasado toda su vida obsesionado por Borges. No hay más que ver el voluminoso volumen que ha escrito de sus memorias de Borges..

Yo también he estado buscando el dato que mencionas del honoris causa en Barcelona y no lo he encontrado. A veces nos lo ponen difícil a los detectives aficionados...

manuel allue said...

Pues sí, Delantal. En mi pueblo ganaron los míos. Ampliamente.

Y desde luego, Camille, que estoy de acuerdo en todo lo que dices de Borges y de Bioy. Supongo que el cronista se refería al doctorado por la Sorbona porque nadie sabe nada de uno en Barcelona. Y a lo mejor también le sirvieron el bistec con una panaché de verduras. Vete a saber.

Gracias a las dos. Y un abrazo (sendos).

Adela said...

que es mas importante ?
el escritor o su obra ?

UN PATIO J.L.Borges.


Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.

gracias por leerlo. adela de Buenos Aires.

manuel allue said...

Gracias a tí, Adela, por visitarnos.

Un saludo.

Hans said...

La carne vuelta y vuelta, siempre. Desconfío siempre de la gente que no sabe comer o/ni beber, pero a Borges hay que perdonarle todo siempre. Todo. Siempre.

manuel allue said...

A Borges se le perdona todo. Y no es que me parezca mal. Pero no a Bioy, lo que sí me parece mal.

Hay escritores buenos comensales pero que son (o fueron) unos seres despreciables: estoy tentado de meterme con ellos. Pero esa especie de pudor vesperino y estúpido que me suele acometer me lo impide. Cuando me decida a comenzar os aviso, comensales.