Saturday, October 20, 2007

EL OPTIMISTA BRILLAT-SAVARIN




Porque hace un rato pusimos la noticia de la exposición sobre M.V.M., porque tenemos, siempre, el libro a menos de cincuenta centímetros de este teclado, porque forma parte de los
dieciocho devocionarios gastronómicos que tenemos a menos de cincuenta centímetros de este teclado (los acabo de contar, ambos), porque se ha hecho de noche de repente y cada vez más pronto, porque se me han quedado las ideas frías, porque tengo que escribir otra cosa y estoy haciendo novillos refugiándome en el blog, porque hace ¿dos? ¿tres? días volvió a ser el aniversario de su muerte, porque me cago en Bangkok y en su aeropuerto (más en el bang que en el kok), porque es como si rezara, que buena falta me hace, porque el otoño es buen compañero de soberbias y mejor enemigo de liviandades, porque no he comido ni bien ni mal, que es lo peor que te puede pasar, porque una de mis hadas protectoras me ha engañado con otro (con otro fogón, con otros fuegos) y porque seguramente lo necesitaba, transcribo como colofón a mi rezo el párrafo final de uno de los mejores libros de San Manuel, dedicado a su vez a Brillat-Savarin y supongo que a los insatisfechos como nosotros. Así sea:

“Creo que una cultura democrática participativa otorgará a la reivindicación del paladar tradicional e imaginativo su papel en un nuevo orden racional de los humanos, los pueblos y las cosas. Aunque a la vista de cuántos enemigos exteriores e interiores tiene la razón gastronómica, desde el gourmet a los diferentes teólogos, pasando por la CIA y su hamburguesización del universo, casi vuelvo el rostro en petición de ayuda al optimista Brillat-Savarin. ¿Las fuerzas de la reacción prevalecerán?”

M.V.M., Contra los gourmets, ed. Random House Mondadori, S.L., 1997, p. 243 y última.

Manuel Vázquez Montalbán “casi volvió” pero no “elevó al cielo (su) radiante rostro”, como aconsejaba el francés. Don Manuel era agnóstico hasta con la Gastronomía. Y las fuerzas de la reacción siguen en ello, ¡atención!

13 comments:

starbase said...

Este plato que nos sirves tiene muchos ingredientes.

Casi todos nostálgicos y brillantes. Incluso alguno amargo.

Es un gran plato, pero de esos que en un menú deben estar en equilibrio con otros más dulces. Para que el cocinero sonría mientras cocina.

Será que sigo creyéndomelo. Ya ves.

manuel allue said...

Me gusta, me gusta lo que dices y cómo lo dices. Y me gusta que te lo sigas creyendo (te lo agradezco, más bien). Soy un pésimo cocinero y un mediocre anfitrión. Pero cuando estoy solo, sopas con honda.

DESPERTAFERRO said...

Manolo: Ayer sábado fuimos con mi amigo el Tito ferino a cal´Angelina a dar buena cuenta de un desayuno de cuchillo y tenedor. Ante la perplejidad del dueño y camarero, pedimos que dispusiera otro servicio para un amigo ausente. Nos bedbimos su parte de vi novell, nos comímos su parte de butifarra, su parte de peus de porc, su parte de allioli y su parte de carajillo de ron pujol. También fumamos lo que él ya no puede fumar.
Levantamos las copas en honor del amigo que nos dejó huérfanos de muchas cosas.
Me gusataría poder leer sus crónicas de lo de hoy, de la realidad realmente existente, que sólo él era capaz de diseccionar y sacarle las tripas hasta desmenuzar lo más íntimo y profundo. Naturalmente hablo de Manolo Vázquez Montalbán.
(comparto las maldiciones de Manolo Allue sobre Bang y todo lo oriental)

manuel allue said...

Muy bonito y muy tremendo lo del amigo ausente. Manolo Vázquez nos dejó jodidos y cuántas veces pienso, Narcís, que sin excusa para seguir escribiendo. No digo sin derecho pero casi.

Salud para los que quedamos (aunque jodidos).

delantal said...

¿se puede querer a alguien a quien sólo conoces por lo que escribe?
Eso me pasa a mí con MVM

manuel allue said...

El político y poeta cubano José Martí dejó escrito en una de sus cartas que "(...) el cariño es más que pan y carne". Supongo que lo mismo pasa con nuestro escritor: es pan, desde luego, y muchísimas veces carne. Por eso será que le queremos.

delantal said...

Me llevo esa cita de José Martí que me ha tocado. Gracias.

manuel allue said...

Para eso estamos.

otolete said...

Huevos al jugo:
Viajaba yo un día con 2 damas a quienes acompañaba hasta Melun. Habíamos salido muy de mañana y llegamos a Montgeron con un apetito que amenazaba con destruírlo todo. ¡Amenazas ilusorias! La posada en la que nos detuvimos, aunque de bastante buen aspecto, carecía de provisiones. Habían pasado 3 diligencias y 2 sillas de postas y, como las langostas de las plagas de Egipto, lo habían devorado todo. Así lo aseguraba el dueño. Entre tanto, veía yo cómo, en un asador, daba vueltas una excelente pata de carnero; las señoras, por costumbre, le lanzaban miradas muy coquetas (a la pata de carnero, se entiende). Pero perdían el tiempo: la pata en cuestión pertenecía a 3 ingleses que la habían llevado y que la esperaban sin impaciencia mientras bebían champaña.

Pero, siquiera –dije al posadero, en un tono entre quejoso y suplicante-, ¿no podríais revolver unos huevos en el jugo de esa pata? Con unos huevos y una taza de café a la crema nos contentaríamos.

–¡Con mucho gusto! –Respondió el dueño-. El jugo me pertenece por derecho propio. Voy a hacer lo que decís. Y se puso a romper los huevos cuidadosamente.

Cuando le vi ocupado, me acerqué al fuego y sacando del bolsillo una pequeña navaja, hice en la pata prohibida una docena de incisiones profundas, por las que salían, hasta las últimas gotas un jugo rubio y sabroso. Después de esta primera operación, me tomé el cuidado de asistir a la preparación de los huevos, por el temor de que alguna inadvertencia redundara en nuestro perjuicio. Cuando estuvieron a punto, los cogí y los llevé a la habitación que nos habían preparado. Allí nos regodeamos y reímos como locos, ya que, en realidad, nos tomamos la sustancia de la pata de carnero, dejando sólo a nuestros amigos ingleses la molestia de masticar los residuos.

A.B.S.

manuel allue said...

Muy bien, precioso el cuento. La diligencias, las sillas de postas, los ingleses esperando y monsieur Anthelme chupándose los dedos. Los franceses con los jugos y los ingleses con los restos. ¡Magnífico!

manuel allue said...

Lo he pensado después, Glotonios (soy lentito). Es el cuento de un optimista. Optimista y francés, claro.

Camille said...

Plas, plas, plas

Manuel, que se me han puesto los pelos como escarpias leyendo esta entrada tan...tan...tan de dentro, tan tuya, tan personal. Y tan magnífica!!
Bravo!

Despertaferro, muy bonito tu homenaje. Muy sentido y muy acertado, desde luego. Desayuno de cuchillo y tenedor....

manuel allue said...

Muchas gracias Camille. Que San Manuel Vázquez nos siga protegiendo.