Monday, November 12, 2007
BONJOUR, TRISTESSE
Más que triste estoy asustado. Antesdeayer, el sábado, después de cumplir con mis rituales post-proletarios de comprar la prensa (tres periódicos, tres), visitar a mi chacinera preferida, Rosa, comprarle las monjiles mandarinas a mi amiga Joana, con una sola ene, y tomarme un vermú, sin te ni hache final, con su marido, volví a casa, me arrellané delante del ordenador y pensé una vez más que el tiempo huye pero que, al fin y al cabo, a las penas puñaladas. No me serví otro vermú, me quedé con el que ya llevaba, y una nueva amiga (cercana al prodigio, prodigiosa) me dijo que iba a cocinar un estofado de albóndigas con sepia y alcachofas (¡y a lo mejor setas!) y que me invitaba a comer.
Suelo ser débil pero también bien educado. Por supuesto que acepté la invitación, compré vino (no de esta tierra porque a veces soy bastante mal nacido) y me estuve esperando un rato, apenas media hora, mirando los periódicos y sus suplementos. Cada sábado compro (¿por qué no voy a contarlo si esto es un blog?) La Vanguardia, ABC y El País. Lo primero que abro, lo confieso, es el suplemento ABCD. Y lo primero que miro son las páginas de arte. Y las hojeo y las ojeo, con hache y sin hache. Luego Babelia, y lo mismo, y voy separando el folleto de televisión de La Vanguardia y la revista de cotilleos de ABC. Uno va cerca de la televisión, en la cocina, y la otra al cuarto de baño.
El sábado pasado anoté en un papelito un título para un texto sobre arte o sobre sus tremendos cotilleos para el otro blog. Y hasta hoy. El título era Estamos envenenados y se refería a la respuesta que el crítico Alberto Ruiz de Samaniego daba a una opinión, larga, espléndida, del pintor Eduardo Arroyo sobre la feria de arte ARCO, sobre sus intríngulis, sobre sus desavenencias y sobre todo sobre sus errores. No voy a linkar nada porque no hace falta.
También, y precisamente en ABC, venía una farragosa crónica sobre los presuntos daños al Guernica que se han cometido (¿acometido?) en un reciente traslado. En fin. Todo esto me pareció, antes de la sepia con albóndigas, una barbaridad.
Después del espléndido estofado, de la mesura en las cantidades (de la desmesura), de la salsa perfecta, básica, sedimental, oscura, estremecedora, la verdad es que no me olvidé pero pospuse al crítico enfadado, al traslado del Guernica, a la feria de arte, a sus pompas y a sus circunstancias.
Hace un rato, dos días después, don Alberto Ruiz de Samaniego, al que no conozco, me ha contestado a un post antiguo con un enfado, una desmesura y una falta de educación bastante notables. Y no le estoy llamando maleducado, Dios y San Juan Bautista de La Salle nos asistan, nos escuchen y nos protejan. Pero no puedo entender su enfado crónico ni en ABCD ni en mi humilde blog.
Normalmente solemos escribir todo esto por una especie (conocida) de narcisismo pero siempre, por lo menos en mi caso, con una fuerte dosis de emoción. Si no, hace rato que estaría viendo C.S.I.
P.S.:
I. Por una vez, y sin que sirva de precedente, el presente texto va a publicarse en ambos blogs que, como quiere el título de uno de ellos, pertenece a ambos siglos, el irónico ya vivido y el irónico por vivir. Y que el dios de la cordura y del buen estilo lo vea.
II. La ilustración es demasiado evidente pero qué le vamos a hacer, nos gustan Deborah Kerr y Jean Seberg tanto como Françoise Sagan, señor Ruiz de Samaniego, y hemos controlado, y mucho, la eses y la erres. Con mucho cuidado.
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10 comments:
Manolo ni estés triste ni te asustes por minundencias.
Esta bien saber lo que lee una, a mí tan bien me gusta leer el suplemento de cultura del ABC. Es mas, confieso que lo primero ( y a veces lo único) que leo de los periódicos “conservadores” son las paginas de cultura, para la actualidad general prefiero EL PAIS o PUBLICO que me cuentan lo que yo quiero.
Que razón tienes: “Después del espléndido estofado, de la mesura en las cantidades (de la desmesura), de la salsa perfecta, básica, sedimental, oscura, estremecedora”. Un buen plato puede apaciguar los enfados y las penas por momentos....
Hasta otro momento ( o ratito), Manolo.
Víctor, eres encantador. Lo cierto es que no estoy ni triste ni asustado porque un señor me diga lo que le parece (lo que le parezco) en un tono tan prepotente. Me entristece que no se entienda el juego, que se adoctrine cuando lo único que queremos es comunicarnos. En un medio público pero ligero. No banal, ni mucho menos.
Y me asusta la crispación de la que son tan aficionados a hablar ciertas gentes, precisamente los crispantes. En un estofado de sepia no hay doctrina ni prepotencia ni crispación. Me quedo con el estofado.
Manolo: Creo que ese crítico-plumilla, padece hemorriodes. y debe tener algún conducto biliar obturado. Zanjo ahí ese tema.
En cuanto al platillo que te metiste entre pecho y espalda, hay que resaltar dos cosas (O más)
El perfecto maridaje de las alcachofas con las albóndigas y la sepia.
En segundo lugar, creo que detras del esa salsa que te dejo en gracia de dios, hay siglos de cultura, de empirísmo, de tradición, de sabiduría.
Tengo sin embargo una pregunta: ¿qué vino tomasteis?
Ese plato requería un caldo comme il faut. Espero respuesta.
Que seas bueno.
Pues me dieron de beber un cava bastante bueno y convenientemente frío y la verdad es que le vino muy bien al guiso que como tú dices lo bañaba una salsa profunda y ancestral, oscura pero transparente, exacta.
No soy demasiado aficionado al cava desde el principio al fin pero de vez en cuando me sorprende lo bien que me sienta así, durante toda la comida. El señor Ignasi Doménech recomendaba ya hace muchos años seguir esta costumbre (él hablaba de beber "champán") para acompañar platos livianos pero también platos serios. En Cataluña se le ha hecho bastante caso y hay quien, como el barón de Güell (anecdotario puro) lo tomaba hasta con la escudella.
No hay tristeza posible si tienes una amiga que te invita a chipirones con albóndigas y setas (aproximadamente)nadavirtuales, en serio.
Todo este monumento bloguero existe sólo en la medida en que le hagamos sitio y no hay qye darle sitio a la gente maleducada, capaz soy de cometer "seppuku" antes que aguantar a algunos conocidos, los conocidos "virtuales" no llegan ni a eso.
Por eso, cuando quieras y vengas por aquí estás invitado a pavías, el primer plato y postre dependerán de las estación en la que estemos.
Un abrazo y au revoir tristesse.
¿Pavías de bacalao? No me lo digas dos veces porque me voy para allá mañana mismo. El vino lo pongo yo.
Mi abuela, que nunca ha sido capaz de deshacerse totalmente de un cierto deje clasista que hoy, desde su alzheimer, hasta resulta simpático solía decir un frase que viene al pelo: a quien nunca llevó bragas, las puntillas le hacen llagas.
No hace mucho escribía sobre Yolanda Castaño por un asunto similar. Mientras las críticas son favorables a todo el mundo le gustan, pero cuando las críticas son un poco más radicales (es decir, van a la raiz de los problemas) y no son tan benevolentes, es donde se demuestra la categoría intelectual y moral. Y ahi, desgraciadamente, no valen los barnices, las poses ni los discursos vacíos. A la crítica se responde, únicamente, con la razón. Lo otro, los arrebatos de verdulería que ahora están tan de moda hasta en las más altas esferas de la cultura institucional, queda para ministros más o menos fugaces, critiquillos venidos a más, intelectuales medrados a la sombra de gobiernos en busca de legitimación intelectual...
Como ves, es un tema que a mi también me gusta.
Bravo, bravo, Gourmet. Lo peor de todo esto es que la ironía no es una moneda al uso. Y, además, que todos nos creemos blindados ante la opinión ajena, no digo ya de la crítica ni siquiera del sarcasmo. Cuando se pierde el sentido común parece que no queda más que al acoso y derribo, porque yo soy más que tú, porque yo sé más, porque la información soy yo.
Si me quitan el delantal, este teclado y el sentido del humor, me quedo en nada. Del teclado a lo mejor podría pasar, del delantal, pues ya ves, tampoco soy buen cocinero, ¡pero del humor!
Bueno Manuel, poco más que mostrar mi estupor ante un profesional que no sabe responder con clase a una frase punzante.
Aunque al crítico le moleste la crítica (que no debería) tiene que saber aplicarse lo de Noblesse Obligue.
Hubiese sido bonito que iniciarais un debate de argumentos.
Debate comienza con "d" de duda pero también de displicencia. Yo por lo visto soy lo segundo, displicente, pero desde ahora voy a practicar lo primero, la duda. De eso, y por supuesto sin nombrar ni siquiera aludir a nadie, vamos a hablar los próximos días. De duda y de cocina.
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