Wednesday, January 09, 2008

IT ALL HAPPENED SO QUICKLY



Lana y Johnny habían tenido una terrible discusión aquel atardecer de primeros de abril, un Viernes Santo húmedo y amarronado.

Habían merendado tarta y sándwiches y té pero Johnny había seguido con el bourbon de la sobremesa y se estaba poniendo pesado. Cheryl se había encerrado en su habitación dando un portazo y se refugió entre los almohadones abrazando el Especial-de-los-disgustos, uno rosa y crema en forma de corazón.

Después de la última entrega de los Oscars Lana le había contado a su hija Cheryl, que apenas tenía catorce años, el mal momento que estaba pasando su relación con Johnny, que en el último rodaje en Londres la había abofeteado en pleno set y que las discusiones se habían convertido en feroces.

Cheryl aguzó el oído sin soltar el almohadón y mordió con fuerza la manga de su jersey de trencillas. De un salto se precipitó hacia la habitación de su madre, golpeó la puerta y sólo alcanzó a oír sus sollozos mezclados con súplicas de “vete, vete, de una vez, Cheryl, vuelve a tu habitación, Johnny está a punto de marcharse, Johnny…”

Corrió escaleras abajo hasta la cocina y cogió un cuchillo inmenso con el mango de madera que reposaba sobre la mesa de mármol, junto a los restos del té y los sándwiches de salmón y pepino y un trozo de tarta de frambuesa, desmadejada.

Cheryl volvió a la habitación de su madre, gritó, suplicó y, de repente se abrió la puerta dejando ver a Lana, aterrorizada, sujetada por la cintura por las dos manazas de Johnny. En un segundo Lana se escurrió de su yugo y Cheryl pudo ver la cara sorprendida, la boca abierta, los ojos en blanco del amante de su madre cuando notó un frío glacial en el estómago. Cheryl le había clavado el cuchillo de cocina y lo giraba de un lado a otro, con una fuerza inusual, extraña, mientras se reía histéricamente.

En la cocina habían puesto agua a hervir para un nuevo té. La señora Pahlevi, la vecina, iba agrupando los sándwiches en una bandeja limpia e intentaba reconstruir los restos de la tarta de frambuesa. Johnny Stompanato, antiguo combatiente, héroe de Las Ardenas, actor de segunda, gigoló y amante de Lana Turner yacía sobre su alfombra caucásica nueva, con unos raros dibujitos verde esmeralda, ocre amarillo y carmín.

25 comments:

Nene said...

Cómo alucinaba leyendo que la hija de una actriz había matado a un gangster! Fotos en blanco y negro en "La Gaceta Ilustrada". A la señora Lana, como la del jersey, léase en español puro y duro, no la conocía de nada, ni del cine, y su Cheryl me parecía una chica mayor. Ignoraba qué comían no como tu, Manolo, que sí lo sabes. Y si me permites: me gustas más cuando en tu siempre perspicaz creatividad la nostalgia trasluce velada (mente). Empiezo a estar una mica tipa de tantos cincuentones rodeantes que ensalzan el (su) pasado. Ja en parlarem a casa, como decía Juan Capri a su ficticia esposa, saliendo de visionar una película de arte y ensayo; la peli era tostónica, claro, com tantas que tragamos nosotros que fuimos tan felices.

manuel allue said...

Pues sí. Lana Turner seguro que nos daba igual (¿cuántos títulos, cinéfila, eres capaz de recordar?) y a lo mejor nos sigue dando igual. Pero el crimen tonto de la adolescente (guapa) nos transportó de repente a un mundo que seguía siendo de cine. ¡Lo era!

Todo eso porque va a hacer cincuenta años del asunto y me gustan las efemérides.

DESPERTAFERRO said...

Manolo: Ese Jhonny era un figura.
Ya se sabe que quién mal anda mal acaba.
He recordado las peripecias de la relación entre Liz Taylor Y Ricardo Burton que eran motivo de amplios reportajes en !Hola¡. Estos se peleaban, bebían (mucho) se pegaban algún que otro coscorrón y después hacían las paces. Todo un filón para la prensa del corazón de aquella época.
Sus fiestas en cabarets de Paris, o sus vacaciones en Saint Tropez daban para escribir muchos reportajes.
La vida de este tipo de gentes daba mucho de si , cuando no eran Liz y Don Ricardo asomabam Sylvi bartan y Jhonny Holliday que tampoco eran mancos ni abstemios.
En aquél país que teníamos en blanco y negro, con olor a zotal y a incienso la vida de lujo, lagrimas, gritos, susurros y opulencia resultaba envidiable para muchas/os que se tenían que conformar con intentar en ligar con alguna extranjera en verano a escondidas de la novia de toda la vida que no esteba para estos lances tan modernos.

manuel allue said...

Fíjate que un poco después (cuando ya tenía, digamos, conciencia lectora y visionadora) la película que más me impresionó fue "¿Quién teme a Virginia Woolf?" de los Burton, y sin conocer la obra de Albee ni nada y precisamente por el aura de escándalo que emanaban. También lo sabían los productores, claro, pero el alma cándida de un adolescente había pasado, como por ensalmo, de "Marisol rumbo a Río" a "Virginia Woolf". Y la verdad es que fue algo traumático.

aparis said...

Genial. El otro día me atasqué en la carta del restaurante escrita a máquina y con correcciones. Hoy, el detalle es el sándwich de salmón y pepino. De donde lo sacas. ¿Lo has vivido?.

manuel allue said...

En cierta manera sí. No estaba en Beverly Hills cuando Cheryl le clavó (¡por descuido!) el cuchillo jamonero al Stompanato pero me hubiera gustado ser un de sus vecinos. O el repartidor de la leche.

Commie said...

A mi la Turner siempre me cayó mal, como todas las rubias de esa época que andaban con el peli alisado y recogido - que la Sharon Stone recuperó (bien) como Catherine Tramell y la Scarlett Johansson (mal) en la Dalia Negra-. La Turner tenía más morbo que la Kelly, pero pa eso no hacía falta mucho, aunque como "femme fatale" a mi no me daba el pego. Tenía más morbo Gloria Grahame, y no digamos la Bacall a sus veinte añitos escasos.

DESPERTAFERRO said...

Cofrades: Ava Gadner es un icono. El modelo de mujer, la mujer..
La Stone, ni tocarla. Es la típica madura cañón a la que no le haría pagar nada. Por menudita, sensual, inteligente y rubia no oxigenada.

manuel allue said...

No sé si hay división de opiniones o es que todos estamos hablando de lo mismo. Lana Turner no era tan sosa como quería parecer. Y la Kelly no digamos. Ava es un monolito (en el buen sentido) y no voy a opinar después de 1985.

Ana Pedrero said...

Ava ha sido el animal más bello del cine, y no hay más.

Por cierto, Manolo.... ¿de verdad no eras el repartidor de la leche que se encontró con la tostada?. Me quedo con la duda, cariño. ;)

Más cosas: ah, si, un besito para Despertaferro (se lo debía de la anterior, ya me explicará con qué F se escribe joder, a no se que quisiera decir "follar", que viene a ser lo mismo, pero sin acritud. ;)

Y lo último -e importante-: no todas las ruvias semos tontas. La frase no es mía, pero me ha gustado tanto que no puedo resistirme a estamparla en cuanto me dan pie....

Besos a todos.

Commie said...
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Commie said...

Que berrendita no se asuste. Yo soy un rendido admirador de las dos rubias más fascinantes de la historia del cine: Dominique Sanda y Uma Thurman. Pero ambas dos son de una realidad imaginada pero posible. En cambio lo de Ava era "massa" , y no solo por como dejó al Mario Cabré, al Dominguín y a la fauna de por aquí. Creo que no se recuperaron nunca. De todos modos era demasiado perfecta y eso la situa en la esfera de la reopresentación mítica y no real de lafoto en blanco y negro a lo Cecil Beaton que te coloca en otro mundo que seguro que no existe más que en nuestra imaginación. Lo mejor, el plano en traje de baño negro en la condesa descalza. No recuerdo si era blanco y negro o tecnicolor o si llevaba gafas de sol enormes pero lo tengo por B&N y no voy a ir al IMDB para comprobarlo.. La Stone iba de tonta de jovencilla, pero en Total Recall le podía hasta a Arnie que no es poco...

DESPERTAFERRO said...

Cofrades Manolo y Berrendita: Como bien sabes Manolo mi pariente Cabré podría decirnos muchas cosas de Ava. Es una lástima que ya no estén con nosotros.
A tí berrendita,te digo que cambiar la "F" por la "J" fué una licencia que me tomé para dar por saco (sólo un poco), además a estas alturas ya no nos pondremos tiquismiquis por decir follar en lugar de otro vocablo menos contundente.
Un besito también para tí.

manuel allue said...

Menudo lío. Menos mal que me gusta contestar. Berrendita: yo "era" el del carrito de los helados "Rocco's Ice Cream" pero estaba unas calles más allá.

Francel: sabía lo de la Sanda y te alabo el gusto, frase antigua que no sé si pega pero que me gusta escribir. Y sí, Cecil Beaton convirtió el mundo de los/las stars en lo que ahora, felizmente, recordamos.

Despertaferro: tenemos una historia pendiente de tu pariente con la Gardner. Ja parlarem.

delantal said...

es genial, manuel, eres un maestro.

Qué mujer Lana Turner¡¡¡ Y no es mal final para un héroe de las Ardenas.

Estoy convencida de que el té iraní de la señora Palhevi recompuso el orden doméstico en unos instantes.
Ciertos tés tienen esa mágica capacidad.

manuel allue said...

La señora Pahlevi era una exiliada no de bueno sino de buenísimo origen. Según como se mire, claro. No sabía cocinar (siempre habían cocinado para ella) pero sabía preparar el té y, según parece, ordenar las cosas. Haber sido vecino de Lana Turner en 1958 no es moco de pavo pero haber perdido un trono y quedarse impertérrita preparando un té con un cadáver en el descansillo, no sé que quieres que te diga.

Ana Pedrero said...

A ver, por partes.
Francel: ¿cómo me voy a asustar, si soy rubia?. Todo lo contrario, me encanta que te fascinen, aunque sólo sea por lo que me toca. ;)

Despertaferro: tu pariente Cabré?????. Creo que no sólo tienes un parlao pendiente con Manolo, sino otro conmigo. Largo y tendido, pero en corto y por derecho. Y en cuanto a ortografía, si hay que escribir follar con jota (¿o era alrevés?, jajaja)pues se escribe y punto. Otro besito.

Delantal: pues no es mala cosa recuperarse de un asesinato sin premeditación bebiendo un té iraní de manos de una emperatriz defenestrada. ¡Qué escenón!, eh?

Manolo: cuando pases con el carrito no te olvides de avisarme. Entonces, fijo, olerá a primavera por la plaza de los tilos. Un besazo.

manuel allue said...

Ahí estaré, Berrendita, bajo la primera luna (con o sin carrito).

Nene said...

Creo que Don Manuel nos tendría que ilustrar, dos calles más allá y con su carro de helados (eres genial!) qué Pahlevi era la preparadora del té recuperador. ¿La madre del marido, en segundas nupcias, de Soraya? Perdona mi ignorancia al respecto.
En cuanto a las bellezonas: como Ava, ninguna, en color en La condesa, por cierto. En Mogambo supera a cualquier mujer guapa de la historia del cine, y además, actua. De Lana, a la que todos conocimos años después del crimen de su niña -exijo una HOLA contándonos cómo está Cheryl- lo mejor que tuvo es que jamás se despeinó, todo un mérito. Y mejor olvidarla en su último festival de San Sebastián, porque entonces entonaremos el "sic transit...."

manuel allue said...

A ver, Nené: Mohamed Reza Pahlevi repudió a la pobre Soraya Esfandiari y luego se divorció ¡justo un mes antes del crimen de Cheryl!. No sé si corrió a refugiarse en Beberly Hills, ni su señora madre, que la había, ni una cuñada, pero buscando buscando me encontré con una Pahlevi por ahí, en una travesía del boulevard de Santa Mónica, cerca del Club de Campo. ¿Por qué no podían ser ambas vecinas?

delantal said...

Sólo una señora Palhevi puede gaurdar la calma y preparar el té ante un cadáver.
Cuando sea mayorcísima quiero ser una emperatriz iraní exiliada que bebe el té ante un gigoló destripado.
Por cierto que he leído un libro excelente sobre exiliados iraníes, de Anne Tayler...con numerosos argumentos sobre comida iraní.

manuel allue said...

Cuéntanos sobre ese libro, Delantal.

La pobre Soraya, que seguramente no tiene nada que ver con todo esto, tuvo una vida algo complicada. Más que nada siempre me dio la sensación de que se aburría o de que estaba a punto de hacerlo. De todas formas, no me extraña.

DESPERTAFERRO said...

Berrendita: Manolo y yo hemos decidido invertir en el negocio de los "helaos".Nos están confeccionando unos uniformes para dar más el pego (el marketing) es importante y tener una imagen corporativa, ahora se lleva. (si no, no eres nadie)
Vendremos a tu ventana a cantarte, recitarte, alagarte y después previo pago (semos catalanes) te daremos un helao de lo que encarte.
Un beso.
Espero que Manolo no tenga nada que objetar al anuncio de esta iniciativa empresarial de altos vuelos.
PS: Lo de cabré se tratará debidamente.

delantal said...

¿No crees que la capacidad de aburrirse suele darse en personas que son aburridas? (eso no quiere decir que las personas que se divierten no sean tediosas con frecuencia).
Soraya era un bellezón que no sabía bien dónde ponerse. Una belleza rebosante y dulce, con un punto de melancolía que a lo mejor incitaba al rechazo.
Hay algo maldito en las mujeres muy guapas. Sería interesante saber, investigar, por qué.
Lana Turner fue una mujer bellísima e inquietante, aquel papel en el cartero que nunca llama dos veces lo hizo insuperable, ni siquiera la brillantísima Jessica Lange ha podido superar aquella turbia manera de fumar de la Turner.
Ava Gadner vivió también ese malditismo de mujer excesivamente guapa ¿cuántas expectativas no levanta una mujer así? ¿cómo estar a la altura de todas las fantasías que los hombres proyectan en una mujer hermosa?
¿cómo llevar una vida normal si llaman la atención en cualquier parte?
Es difícil normalizar lo extraordinario: La inmensidad de la mirada de Leonor Watling sobre su piel perfecta, la dulzura frágil y jubilosa de la Portman, la astucia felina y fría en los rasgos perfectos de Kate Blanchett.
Un tema interesante.

manuel allue said...

Complicao lo de los "helaos". Pero estaré al quite, Despertaferro.

Toda una lección, Delantal, de belleza femenina y turbación. O de cine y capacidad de turbar, de inquietar, de sugerir esa inquietud. Y una buena lista (un buen listado).

Lo que más me ha gustado es tu primera frase sobre la capacidad de aburrirse de las personas que "ya" son aburridas. Los literarios aburridos, además, son malos escritores. Y me muero de ganas de hacer una lista pero luego la gente se mosquea (los lectores aburridos, sobre todo) y no tengo ganas de líos. Pero estoy pensando sobre todo en un enemigo mío (yo no lo soy suyo) que soluciona su eterna falta de ideas con citas cada vez más largas y con períodos tan tediosos que incluso me despiertan más. De todas formas, allá ellos.