Fe, poca, esperanza, según el día, y caridad, los viernes, como la abstinencia o el malhumor.
Una de esas Hermanas de la Caridad que rodean a los trémulos niños del Patronat Ribas, de Barcelona (uno de ellos se apellidaba Allué pero no tiene nada que ver), un orfanato que se reconvirtió en correccional y ahora es un instituto de educación secundaria, les zurraba bien la badana al Allué y al Fernández y al Massip, les castigaba sin merienda, les escatimaba el desayuno (leche, malta y bromuro) y los domingos les pellizcaba el pescuezo con saña, por debajo del cuello de la camisa blanca. Quizás porque era domingo o porque no tenía mejor cosa que hacer. Sor Caridad.
Sor Esperanza también se las traía. Espiaba cada mañana las sábanas de los niños y si encontraba una mancha, sin postre. Sin ese plátano negro o esas dos mandarinas llenas de pipos.
Fe era otra cosa. Fe era la cocinera, que no se llamaba Fe pero me viene bien. Fe no tenía nada que corregir (si acaso su acento de Úbeda) y se las apañaba para escamotear medio chusco de pan para el Massip, el Arola, el López o el Allué que, básicamente, pasaban hambre. El miedo habían dejado de tenerlo hacía mucho. Y el asco también el justo. La sopa de fideos, agua turbia, y el filete de hígado de cerdo, esa suela correosa recorrida por un hilillo de tomate, no habían aportado mucho. Odio a la sopa, terror al hígado. Tardes de primavera sin mandarinas, alguna otra con cuatro gotas de lluvia mansa sobre el sauce, al fondo del patio, que a lo mejor hacían soñar. En pantanos de sopa de fideos, almenas de hígado con tomate o paraísos de pan con chocolate y arroz con leche.
Al fondo no se oía ni el pitido de un tren, que te podía llevar a otra parte. Al fondo nunca había nada: ni pan, ni chocolate, ni azúcar ni mantequilla. El mar, además, estaba cerrado.
13 comments:
Es una novela, Manuel. Tan tierna.
Gracias en nombre de la ternura.
Me has metido en muchas cosas y al final, sobre todo, he vuelto a oír el sonido de las sirenas de los barcos que sonaban ante el puerto de Tarragona. Aquel monotóno grave que, como las golondrinas (vencejos), hacen el cielo más grande, más alto.
Bello y triste post Manuel,
Sopredente como hay recuerdos gastricos siempre en tus relatos.
Saludos gastroenterologos
Manolo: Sin saber nada o casi nada de orfanatos, salvo lo que la imaginación procura, podría no obstante enumerar todo un elenco de “Madres” (así las llamábamos en el colegio donde estudié) deseosas de dar rienda suelta a lo que con tanto énfasis, por otra parte, trataban de ocultar bajo los hábitos; y doy fe que muchas lo conseguían; ofreciéndonos, año tras año, el desbastador espectáculo de la hipocresía. Sin embargo, entre mis recuerdos, sobresale la Madre María: alejada de las clases y sin otro quehacer que la vigilancia, su bondad, enmarcada en aquel cuerpo viejo y de andar inquieto, llegaba hasta nosotras con su inquebrantable rebeldía.
Aparis, las sirenas siguen sonando aunque ahora se oigan menos graves, incluso.
Antonio, gástrico hasta el malhumor.
ïtaca, yo tampoco sé nada de orfanatos pero me lo imagino. Supongo que aproximadamente (crédulo, esperanzado y caritativo).
Mira Manuel,
Me levanto temprano, moribundo. Y de madrugada me encuentro con este texto.
Ya me apetece más salir a vivir y esas cosas. Es buenísimo.
Muy temprano te levantas, Starbase. Me alegro mucho de que todo esto te sirva para algo. Para sacarte de tu "moribundia", por ejemplo.
Sublime. Me quedo con las ganas de saber más, que pasó con Fe (que me la imagino abundante en carnes) o si Allué volvió a probar el higado al salir del Patronat. Un saludo.
Como soy un inmoderado me atrevo a continuar:
Por ejemplo:
Sor Caridad murió de tuberculosis en una sala del Hospital de Sant Pau, la pobre, habiendo recibido los SS. SS. (Toma ya siglas!!!) y una menos que apostólica bendición. Cosas.
El Masip y yo compartimos elenco en un espectáculo de Drag Queens a mediados de los 70. Luego engordé y tuve que dejarlo.
Y el Allué sigue comiendo hígado, pero de oca, confitado después de pasar dos noches en un caldo de Armagnac y pimienta blanca, acompañado de cebollitas dulces. Y sólo bebe Reisling, el angelito.
Manolo: de una forma u otra, cada una de una forma, esas tres esposas de Cristo eran unas malas putas... unas zorronas de aquí te espero.
Esa gente deja secuelas graves y lo peor del caso es que muchos y muchas no son conscientes de ello.
Vigilar las poluciones nocturnas de los púberes, es un atropello que deja señales no visibles.
El recochineo viene cuando uno se da cuenta de que a las monjas les huele el dedito a bacalao....Cristo no da abasto a satisfacerlas a todas, son muchas, demasiadas.
Me cago en el hígado encebollado, las natillas con galleta y la mermelada aguada.
I. Moderado: Fe no era ni gorda ni flaca aunque lucía unas hermosas caderas. Seguramente debió mandar a la porra a las hermanas de la Caridad, se casó con un obrero de la Seat y ahora debe de estar rodeada de nietos (una, la mayor, le dio algo la lata), haciendo ganchillo y añorando su pueblo y sus rosquillas.
Louis: Sor Caridad murió, efectivamente, aunque no está muy claro de qué. Seguramente un poco de todo. Lo del Massip no lo tengo tan claro. Creo que tiene varios apartamentos en Sitges, alquilados, y que ahora vota a CiU. Lo del Allué con las cebollitas y el Riesling, seguro.
Muy bruto te pones, Despertaferro, y no es para menos. Las natillas de sobre con galletas maría blandurrias no hay quien las aguante.
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