En mi otro blog, que aparentemente es más serio aunque según se mire, aparezco en vera efigie tomando notas ante un cuadro que no se ve pero que era un dibujo de Rafael Barradas que me robó el corazón y de paso me refrescó la memoria y me hizo pensar en la fugacidad del tiempo y en cien cosas más que no me atrevo a transcribir.
Poco después de ese dibujo y de bastantes cosas más, cogimos un taxi y volvimos a un hotel desmesurado pero en el que no se podía cenar. Y nos lavamos la memoria y nos cambiamos los zapatos y salimos disparados (pasito lento) hasta la sidrería Mingo, en el paseo de La Florida, a devorar unos callos estupendos, una tortilla recién hecha, dos chorizos prietos como muslos de doncel (las doncellas suelen ser menos choriceras) y hasta seis delicadezas estrictas que nos pusieron el estómago en su sitio y la memoria, pues qué quieren que les diga, entre Alejandro Sawa y don Julio Caro Baroja, que a los dos les gustaba el chorizo aunque el segundo era de más disimular.
La noche no está para muchas florituras pero hace un rato una presunta amiga me ha escrito en el facebook que no le interesaba mucho mi blog “porque era demasiado general”, que prefería las recetas y un chat de cocina al que estaba apuntada. ¡Qué le vamos a hacer!. Yo seguramente no sé hacer otra cosa, y bien que lo lamento. No sé ni siquiera lo que voy a cenar, a estas horas, ni cómo se cuecen las verduras (aunque Delantal sea tan piadosa conmigo), no bebo vino por las noches, sólo whiskie, leo lo que me da la gana y a veces me llevo a la cama un recetario de cocina. Para olvidar.
Ese ceviche imposible se me ha atragantado este fin de semana porque soy un sentimental. Y un fatuo.
12 comments:
Esa lectora no valora más que lo material , aplausos por su fuga.
Pues eso.
Manuel, Yo adoro tu blog....aunque no comente siempre.
La idea de llevarse un recetario a la cama para olvidar me ha hecho reír.
Y el ceviche es uno de mis platos favoritos aunque últimamente mis desordenes psicogástricos no me dejan disfrutar de él como antes.
Te dejo besos!
Buenos días,
parafraseando al Noi y a la propia sabiduría popular, en cuanto a gustos, no hay disputas o para gustos, colores: precisamente esa mezcla de gastronomía, tempus fugit y día a día es la que a mí me ha hecho fiel seguidora de este su bloc y, por ella, aplaudo, como suele hacerse por aquí.
Un saludo
Sr Allue, no haga usted eso de la confesión pública de sus...lo que sea que suena a acto de contricción.
Yo sé que usted sabe porque lo leí una vez en su blog, lo señalaba en uan de sus múltiples lecturas de recetas, esta vez de las posibles. Yo no soy de las que huyen de su blog, sino que lo leo y en cuantito tenga unos minutos lo busco y se lo pongo por delante; otra cosa es que usted sea más de refreír las espinacas en su cocina, que es cosa buena, nadie le pide que ponga en práctica las recetas que selecciona (o debería hacer yo las anguilas de Boris Vian?). Y no me llame compasiva porque yo no le tengo a usted ninguna compasión y sí mucha envidia, no de la cochina, pero sí de la verde...verde espinaca, claro.
Besos, somnolientos de café achicoriado.
Muchas gracias, Lena, muchas gracias, Yur. Yo tampoco comento mucho últimamente pero voy a enmendarme (si es que eso tiene enmienda).
Señora Delantal: ya sabe Usted que don Álvaro Cunqueiro escribió su magnífica "Cocina cristiana de Occidente" can tanta enjundia y tan buen tino que me dejó más o menos asustado durante años. Yo intenté algo parecido con la cocina de los católicos (de los católicos españoles) pero no me salió. Nunca lo acabé porque me entretuve demasiado en los vericuetos y siempre que aparecía un canónigo tragaldabas, por ejemplo, me quedaba a medias. No sé cocinar y por eso (por herencia, seguramente) me siento contrito (que no me contraigo) al anochecer. Y tanto le entono a Usted un Mea culpa como un Stabat Mater, dicho sea sin ánimo de ofender, ni a la culpa ni a la mea.
También pienso enmendarme en eso.
No me imagino comiendo ceviche de ningún tipo y mucho menos de gaviota.
Los cornichons en mi zona (comarca) tienen otros nombres, a saber: Lleparoles, gamusinus i escarriunsus.
Ya se sabe, cosas de la geografía humana.
Buena geografía la humana, Despertaferro, para estos tiempos en que no es humano ni lo divino (los cornichons, por ejemplo).
Estoy fatal.
Vengo observando que no andas nada fino. Si fueras el Papa diría que no te veo muy católico. No creas que yo estoy para tirar cohetes. Esta situación no hace más que abrirme el apetito y crearme problemas, además de empeorar mi mal carácter.
Ultimamente mi nivel de tolerancia a las tonterías toca fondo sobre las nueve menos cuerto de la mañana y a parir de esta hora tengo unas irrefrenables ganas de estrangular o pegarle una hostia a alguien.
¿ Es grave? No, mientras no dé rienda suelta a mis impulsos. Muchas veces pienso que si Anibal Leckter existiera, se comería los higadillos de muchos con los que trabajo.
Pues patearle los higadillos al prójimo no sólo no es mala idea sino que me suele apetecer bastante aunque quizás un poco más tarde, entre las diez y las once de la mañana (yo empiezo tarde, a las nueve, aunque también acabo tarde, a las ocho (de la noche).
Andamos bien. Cabreados con el mundo, con el demonio y hasta con la carne. El mundo, ya sabes, revuelto y sin ajetes. El demonio, el jefe (yo no tengo) o el cliente (tengo unos cuantos y que el dios de la Sinrazón me los conserve). Y la carne, pues ya ves, hasta hace no mucho celebraba el Sábado Sabadete y ahora parezco Sor Sonrisa. Mucho ruido, aunque todavía no me haya puesto a tocar la guitarra, y pocas, poquísimas nueces.
¿Serán cosas de la edad? Pero, ¿de qué edad?.
Manolo: Te recomiendo mi "cua de bou estofada" que he sacado en mi otro blog. A mi me ayudó a pasar el domingo con su antes y su después, es decir el postprandio.
He notado que ultimamente blasfemo más que antes, con un refinamiento casi poético y lo hago en catalán que es lo primero que me sale. En cuanto a lo de la edad, creo que pasamos la segunda edad del pavo agravada por la sencilla razón de que frecuantamos un poco más la iglesia para despedir a gente de nuestra quinta. también influye en hecho de que entramos en la edad invisible, que es esa edad en la que dejas de contar y no es que no te miren, lo que pasa es que ya no nos ven.
¡Madre mía, Despertaferro!. demasiado realista estás esta noche. Demasiado "real".
Pero seguro que tu cua de bou me transporta a ese paraíso que olvido a menudo a base de cotidianidad. De vulgaridad, de ramplonería, vamos.
Voy a por tu guiso.
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