Thursday, February 19, 2009

JUEVES LARDERO


En La España Negra, de la que ya nos hemos ocupado otras veces, don José Gutiérrez Solana nos hablaba tremendamente de máscaras pobres, de mozas arremangadas. de los arroyuelos de Las Vistillas llenos de barro y confeti, de un Valdepeñas rasposo y de unos guisos negros, como esa España, de asaduras confusas, de hilachas, de despojos.

En Madrid callejero, un libro menos goyesco pero que nos gusta casi tanto como el otro, despliega un florilegio (oscuro, claro está) sobre las Carnestolendas que hoy han comenzado a celebrarse con menos desmesura de lo que se debería. Las rúas de muchos de éstos nuestros pueblos deambulan en un penoso remedo carioca a ritmo de motor de tractor y samba remasterizada en house. Y los debutantes, exhaustos, devoran pizzas y macdonald’s en sazón con una indiferencia que qué quieren que les diga, prefiero las asaduras negras.

Hace años, en uno de mis comederos habituales de Compostela, casi recién llegado, me ofrecieron tal día como hay unas filloas de sangre que habían hecho “para la familia”. Había comido cocido y, medio amodorrado, me zambullí en un pasado no digo que solanesco pero al menos tan sorprendente, tan untuoso y tan exquisito que guardé el recuerdo durante años y nunca he podido repetir el momento.

Esta noche mismo me pondría uno de esos sombreros “güitos, de mucho brillo” de don José y me iría a cenar una fuente de ensalada con sus buenos tarugos de escabeche y aceitunas negras, unas chuletas y, de postre, una o dos o cien de esas filloas de sangre que recuerdo dulces como siempre recuerdo las cosas que me gustan. Memento mori.

7 comments:

pfgarea said...

...esta tarde me olvidé de que me voy a morir, e imprudentemente me lanzé a la cocina para preparar ese revuelto de chorizos, huevos y queixo de Arzúa sublime pero canalla a estas horas que el estomago pide descanso.

manuel allue said...

Bravo y tremendo revuelto, Pfgarea. Con el queixo de Arzúa se pueden olvidar hasta los recuerdos. Es un decir.

aparis said...

Muy bueno y muy fino. Estás fino. Suscribo lo del remedo carioca, como si el carnaval siempre se hubiera celebrado con calor y en bikini. Pienso que debía inventarse en estas zonas de febrero invernal y no es necesario estar en verano para borrase. Y mira también que curiosa coincidencia, leía esta mañana en el metro un trozo del “Viaje a la Semilla” del único Alejo que conozco, en el que se refiere al carnaval cuando de joven, Marcial y sus amigos, disfrazados, dan comienzo a la danza dice que “del valse, que las madres hallaban terriblemente impropio de señoritas, con eso de dejarse enlazar por la cintura, recibiendo manos de hombre sobre las ballenas del corset que todas se habían hecho según el reciente patrón de “El Jardín de las Modas”.”

manuel allue said...

Muy bonito el texto de Carpentier: "Vírgenes de manto azul celeste, estrellas de papel dorado, Reyes Magos..."

Esta tarde una pandilla de vecinos míos han salido a la calle ¡vestidos de guardias de tráfico! É pur si muove...

¿No conoces a Alejo Vidal-Quadras?, pregunto.

delantal said...

http://www.wga.hu/art/v/valdes/2allegor.jpg
Valdés Leal se remueve en su tumba, a ritmo de samba house, condenado en un infierno de "pastis" que no se pastís, para su desgracia, y sin esas filloas de sangre ni para recordar, pobrecillo.
:D

DESPERTAFERRO said...

Me molesta el carnaval, no soporto el carnaval, no tolero las gracietas torpes y fuera de lugar de esa gente disfrazada. Quieren aparentar alegría, y la alegría programada no existe, es ficticia. ¡Hoy toca reirse, beber como un cosaco y moverse como un pato mareado! ¿Qué coño es esto?
Esta fiesta actualmente no tiene razón de ser. Hoy no hay ayuno ni penitencia y comemos carne todo el año y también transgredimos todo el año.

manuel allue said...

Vanitas, Delantal, el Triunfo de la Muerte, el Pulvis, Cinis, Nihil... Voveremos, más tremendos todavía, después del Miércoles de Ceniza.

Despertaferro, no hay ayuno ni abstinencia católica (ni apostólica ni romana). Pero seguramente hay ayuno de ideas (de buenas ideas) y abstinencia, la que nos imponen. Y no precisamente la Conferencia Episcopal.