Matilde, enfadada, Asunción, sonriente y recatada, Angustias, renegrida, pausada, Maribel, generosa en carnes, maternal, huidiza, Claudia, despistada, ausente, feroz, Elena, hirsuta, enemiga, poco hábil y despiadada, Leonor, bisoja, histérica, rencorosa, Esperanza, ligera de cascos, envidiosa, lectora de Pérez y Pérez, Manolita, bonachona, torpe, cautelosa y al final, medio de lado, Montsita Álvarez de Toledo, con dos apellidos, con partícula, sin pasado y probablemente sin futuro.
De izquierda a derecha, según se mire, y sin mala intención. Los niños habían asistido al Vía Crucis, habían rezado sus oraciones, se habían santiguado dos veces y el fotógrafo les acababa de pedir una sonrisa que parecía imposible. O a lo mejor no. Iban a comer potaje madrileño, de espinacas y garbanzos pero sin huevo duro. Con un sofrito más leve que un susurro y con demasiado ajo, un grito de ajo, dos gritos, catorce, como las estaciones del Vía Crucis.
Témporas de marzo para empezar a olvidarse del frío y para soñar con un paraíso de espinacas con huevos y al final, al fondo, pero no de la lado como la matrona, una madre de verdad y huevos duros de verdad y hasta un poco de bacalao, ¡qué digo!, unas chuletas con palo, rebozadas, y de postre macedonia.
9 comments:
Hoy viernes he comido potaje de garbanzos y espinacas con huevo duro, en el más puro estilo cuaresmal. Incluso salí algo antes del trabajo para que me diera tiempo acabar de prepararlo.
Sin bacalao.
Y las chuletas de palo las dejo para una calçotada este domingo, esa celebración agnóstica que, con la excusa de que lo que se comen son cebollinos asados mojados en salsa romescu, permite saltarse toda abstinencia a base de devorar chuletas de cordero, butifarra blanca y butifarra negra con alubias secas sofritas, inundado todo con estos vinos de la Terra Alta que quizá un dia de estos van a resucitar a los muertos de la Batalla del Ebro...
Bueno, pido perdón por las referencias tarraconenses, pero estoy integrándome en una iniciativa de promoción turística de esta parte del mundo y, claro, lo primero es empezar por el estómago
Me parece muy bien, querido Louis, tus iniciativas y tus promociones y, sobre todo, que empiecen por el estómago, buen lugar para ahogar las penas, para darles puñaladas de romesco y de chuletitas de cordero y para disimular, seguramente, los aciagos tiempos que nos obligan a vivir el colesterol y la sinrazón. Cuestiones políticas ambas, estoy seguro.
Gracias Manolo. Era generalmente así. Poca comida. Frio. mucho frio (incluso en Tarragona).
La foto preciosa.
¿De dónde las sacas!.
El Escudo "glorioso" y por sobre de todo y de todos, las dos bombillas que cuelgan del techo. No me puedo imaginarme las cenas. Pagaría por esta foto nocturna con los niños buscando las lentejas en el plato.
Las lentejas mal escogidas, con más de una piedra entre ellas, aguadas, tibias. O a lo mejor acelgas, pocas, flotando en un mar verde de poca esperanza y demasiado salado.
¿Bromuro con la achicoria del desayuno?
Ya os conté mi viaje temporal hace ahora un añito en un colegio de monjas cuando me sirvieron la comida de los nenes al mediodia mientras les reparaba el servidor de la red.
Con su plato de lentejas clónicas. Porque siempre tienen ese sabor a colegio en todos los colegios.
Un poco más y me vuelvo a mear en la cama.
Ole Manolo! Se disfruta mucho de tus (se les puede llamar así?) piezas.
Gracias, Ronsel, y gracias, Starbase, por tu flash back meón y lentejero.
una madre de verdad, con una potaje de cuaresma.
La introducción del texto es magnífica.
Muchas gracias, Delantal.
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