Sunday, February 14, 2010

PAN DE TRIGO Y QUESO DE FLANDES



Cantó Virgilio en forma soberana
la harina que a sus náufragos nutria;
del macarrón el ítalo se ufana;
gózase España en que garbanzos cría:
pues ¿por qué yo, con vena colombiana,
no he de cantar la mazamorra mía,
no he de cantar, gemela del bambuco,
la gloria de la arepa y del cuchuco?

José Joaquín Casas (1865-1951).


Dicen por ahí, y a lo mejor es verdad, que el primer sándwich que se comió en Bogotá era el de pan blanco y queso holandés, tantos eran los viajeros a Europa a mediados del siglo XIX y tanta su curiosidad y ánimo de extranjería o al menos de innovación.

Tengo un amigo colombiano, de Pereira, la capital del Eje Cafetero, que desayuna café con leche y jamón y queso y casi siempre arepas. Vive a la sombra del mamotreto de Bofill, el edificio Walden de Sant Just Desvern, aunque un poco más arriba, y se levanta cuando cuadra, porque trabaja a turnos, y desayuna o come con apetito y con nostalgia y la mayor parte de las veces con convicción, por ese orden.

Su padre, de nombre Ovidio y vendedor ambulante de profesión, recorría hasta no hace mucho los pueblos de la región, Risaralda, con su carreta llena de pan blanco y tortas de maíz y dulces y confites. Llena de dos culturas y de esfuerzo y de sonrisas, seguramente, pero sobre todo de ganas de vender. Ahora, a los sesenta y dos años, no se mueve de su silla de plástico color verde maíz, a la puerta de su casa, y saluda a sus vecinos y les dice, descubriéndose de su gorrita color trigo, que su hijo vive en España y tiene un buen trabajo y que él, algo enfermo pero sobre todo decaído, ya no tiene que andar por los pueblos ni que pelear con los guardias ni que ahuyentar a las moscas ni discutir con las mujeres. En su paraíso, y también en el de su hijo, vecino de Sant Just (o a lo mejor de Esplugues), hay más maíz que trigo, más manteca que aceite y más salado que dulce. Es un paraíso estrechito, de dos calles como mucho, como un sándwich de jamón y queso crema o como una arepa, untuoso, repetido, con algo de bruma por las mañanas hasta que el sol le hace volver al patio de atrás para hablar de la fugacidad de la vida o quizás para beber una gaseosa fría, a sorbitos.

El patrón de la harina de trigo, de los molineros y de los panaderos seguramente debe de ser el poeta Virgilio, aunque no de todos (los franceses, tan suyos, deben de tener oros patrones laicos para sus naufragios y sus baguettes: quizás Albert Camus o a lo mejor Jacques Derrida, también medio argelino). Pero esta mañana estoy un si es no es conmemorativo y le pido al gobernador de la ciudad de Pereira un monumento honrado, rotundo, bien fundido, con una carreta y un vendedor de arepas y de pan blanco, de dulces y de confites. Cerca del aeropuerto, para recibir a los turistas despistados, a los devoradores de Derrida, de Galdós (los garbanceros) e incluso de Andrea Camilleri, los más gastrónomos y más impertinentes. Un monumento a las dos culturas, a la emigración y al exilio, interior y exterior. ¡Toma ya!

7 comments:

elzo said...

Lo secundo. ¡Faltaría más!

manuel allue said...

Pues muchas gracias, Elzo.

aparis said...

Cómo no estoy también de acuerdo, ya tu sabes. Pero me pregunto qué enzima, bicho o proteína determina este abismo insalvable entre los que basan su dieta en el pan de trigo o el de maíz. Porqué es tan difícil cambiar o incluso compaginar.

Salud y saludos para Virgilio.

Mat Gomà said...

Hace unos años, en los que frecuentaba el Yamadori, solía aprovechar la ocasión y comprar un pan de maíz en el horno de Valencia con Enric Granados. El pan era (¿es?) legendario: crujiente por fuera, húmedo por dentro, sabroso en cualquier caso y, las más de las veces, lo comía sólo, sin acompañamiento. ¿Quizás mi deleite viene de algún ancestro allende las fronteras? no lo sé y poco importa. Creo que no esperaré a volver al Yamadori e iré a por mi pan sin más preámbulos porque ¿de qué, si no, está hecha la vida si no de pequeños placeres al alcance de los bolsillos más humildes?
Como siempre, Manuel, un placer arribar a tus costas. Gracias por compartir tus pensamientos. Por cierto, suscribo incondicionalmente tu propuesta.

manuel allue said...

Muchas gracias a ambos, Aparis y Mat Gomà.

Las dos culturas, de eso se trata. A falta de tres.

delantal said...

Todo el post es magnífico, Manuel, escribes pocas estradas pero cada vez son mejores...o yo más "fan" de este blog que es excepcional, porque no hay nada que se le parezca.
Pero con ser grande todo el post, me quedo con las historia de Ovidio, que seguro te has sacado de algún lugar de tu inagotable imaginación para la escritura, para la literatura. Y sin embargo parece como si lo conociera, como si hubiera pasado por delante de su casa, de su silla de plástico verde, y me hubiera contado su propia historia. Qué personaje más perfecto¡

manuel allue said...

Muchísimas gracias, Delantal. ¡Qué quieres que te diga! Que me encanta que me piropees, que ya te dije que casi me lo creo todo y que así da gusto escribir.

Seguiremos, pues.