Thursday, October 26, 2006

LUBINA TROUGHT THE BATHROOM WINDOW



John Lennon no lo tenía todo previsto. La cara Dos de "Abbey Road" era lo mejor que habíamos oído nunca, la de John era la mejor guitarra del mundo pero había empezado a colarse por la ventana del cuarto de baño un airecillo nada prometedor, raro, húmedo, ¡japonés!. Yoko montaba performances y otras delikatessen conceptuales en el I.C.A. del Mall pero ni a mí, ni a nadie de los míos, nos interesaban esas tonterías.

Amábamos el pop puro, coloreado y a veces trágico, el pop de "Las joyas de la Castafiore" de Hergé, los collages de Richard Hamilton, los retratos de Marilyn y de Liz Taylor de Warhol (y las películas con Morrisey y Joe d’Allesandro), los dibujos y los grabados de David Hockney, sobre todo la serie "A Rake’s progress", entrevista en una galería de Bond St. Justo como amábamos los huevos puros, el bacon puro y la cerveza con limón, como John, y los “scrambled eggs”, como George, con mucho tocino. Y las cazadoras Levi’s y los coches negros y pequeños.




Luego, más a finales del siglo XX, ese siglo que dicen que es tan triste pero en el que nos divertimos tanto, nos empezamos a desengañar y a preocuparnos más por el sexo que por otra cosa y a corretear por el parque de la Ciudadela disfrazados medio de guerrilleros medio de pitonisas y a coger la golondrina en Colón para ir a fumarnos un canuto al Rompeolas: la madre de Luys, al que le poníamos una “y” griega como Lorca a Luys Santamarina, ni más ni menos, hacía una lubina estupenda, que nos comíamos fría en el cuartito de atrás de su casa de la calle Mandri. Espiados por su abuela, doña Aurelia, que decían que había sido amiga íntima de Serrano Súñer, que balanceaba la cabeza y nos reñía por tantas risas.




La madre de Luys limpiaba el pez, lo salaba, lo ponía en la bandeja del horno untada con mantequilla y lo mojaba con vino blanco, una copita, y zumo de limón. Luego lo dejaba media hora, si era muy grande, a fuego medio, rociando el bicho de vez en cuando. Al final, ya en la fuente de servir, lo napaba con una salsa de mantequilla, yemas de huevo crudas y un chorro de limón y lo adornaba con rodajas de patata cocida con una anchoa desalada encima y una tira de pimiento asado, cruzando la anchoa, como la cruz de San Andrés.

2 comments:

xallue said...

She really came through the bathroom window, and lived amongst us ("habitabit a nobis"). Como el verbo que se hizo carne de lubina (femenino) o "llobarro" (masculino y catalán)y habitó entre nosotros. ¿Se podría adornar con unos ramitos de hinojo?

manuel allue said...

Se podría. Y con berros, o con canónigos, podría naparse con salsa holandesa o con bearnesa, dejarla enfriar, servirla junto a unos flanes de cangrejo y huevo duro, o un aspic de langosta. She came in muy fácilmente en nuestras vidas. Trought.