Saturday, September 01, 2007
LOS LÍMITES DEL GUSTO
Hace justo un año nos extendimos bien a propósito de Max Aub, ese escritor que parece que ya no le gusta a nadie, y de su novela La calle de Valverde que nos sigue pareciendo la mejor. Ahora volvemos a citar a uno de sus personajes, como ya hicimos en su día, que decía a propósito de la lamprea y supongo que de su sangre: “Es posible que los extremos del gusto linden siempre con lo podrido. Lo digo por la liebre y el gorgonzola.” Brava frase para estos tiempos tan crudos. Luego nos hacíamos un poco de lío entre la antropofagia y la necrofagia, el faisandage, el cabrales y las tabernas. Pero nos seguimos quedando con la cita ahora que los melones, esos melones que detestaba Josep Pla, están ya más que maduros, los higos negros están en sazón, las setas están creciendo, escondidas junto a los árboles, la vendimia está a punto y el aire picante que está entrando por mi balcón me insinúa (al fondo de la calle, frente a la puerta podrida del palacio abandonado) el primer estandarte del otoño.
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9 comments:
Ya llegan las setas, señores. A ponerse las pilas tocan...:-)
Y si hay algo que el National Geographic nos ha enseñado, es que el gusto no tiene límites.
Nosotros sí.
Pues el gusto en sí no los debería (de) tener. Aunque somos tan necios (yo soy tan necio) que se los solemos poner. Por lo menos culturales. Y entonces serían prejuicios.
Caro Manuel: En primer lugar debo decir que Josep Pla, escritor, merodeador, oteador, "tastaolletes", "llepafils" e insigne "torracollons" metido a espía, se le debe hacer poco caso, o bien, un caso relativo. ¿por qué detestaba los melones? ¿ Qué le han hecho los melones? Nada. A mí no me gusta el pepino, mejor dicho, lo detesto y sin embargo no hago una cruzada para que se destruyan los plantíos de esa vulgar e insipida hortaliza.
Parece que todo lo que haga o diga alguien con cierto predicamento o proyección pública, deba ser un dogma de fé. Demasiado papanatismo.
No quiero imaginar el verano sin un melón de Villaconejos en mi mesa o un piel de sapo o un cantaloup.
Que conste que leyendo a Pla lo he pasado muy bien, haciendo un esfuerzo para no pensar en lo cantamañanas que era este señor.
De acuerdo en todo, sobre todo en los calificarivos para el senyor Pla. "Merodeador" y "oteador" me parece lo mejor.
Lo del melón era una de las muchas "boutades" que escribió. Inmediatamente, ya lo he puesto, decía que le gustaba la fruta verde. Para llevar la contraria, "per tocar els collons".
te ha quedado redondo éste.
:)
Muchas gracias y bienvenida de nuevo a esta tu casa.
Amigo Manuel:
Siempre tan agudo en tus observaciones.
Ya me he leído Las Confesiones de un Chef, de Bourdain, que me ha parecido algo excesivo.
Hoy he presentado Physiologie du gout, con la referencia de tu Gourmand.
Un saludo admirado,
Sebastián Damunt
http://blogs.laverdad.es/index.php/Libroscocina
Gracias a tí, Sebastián, por seguir leyéndome.
Desde luego que el libro de Bourdain es escesivo. Supongo que de eso se trata, de los excesos (de todo calibre y de variado jaez, como suele decirse).
Gracias también por citarme en tu blog de "La Verdad", ¡tan bien informado!. Muy muy bien.
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