
Hace casi diez años el periódico local, “Diari de Tarragona”, una publicación bastante prudente, bilingüe (castellano-catalán), con algún deje confesional (de la confesión católica, claro está) y heredera de otra alegremente titulada “Diario Español de Falange Española Tradicionalista”, nos publicó, pasadas algunas fiebres, largas, un artículo que titulamos como este post, como recuerdo de una librería que todavía existe y que otrora dirigió un antiguo profesor de bachillerato que se empeñó en enseñarnos Literatura Española, sean ambas mayúsculas, tal cual se estilaba.
Entonces nosotros publicábamos bastante a menudo en la prensa local y empezábamos a hablar de cocina y de libros de cocina y de cocineros más o menos históricos. Pero a partir del articulito la viuda y entonces, y ahora todavía, dueña de la librería nos empezó a mirar raro, no digo a esconderse cada vez que entrabábamos, pero casi nunca volvió a dirigirme la palabra, y sigue sin hacerlo, y algún día me gustaría saber por qué. Pero no me puedo resistir a copiar el texto en recuerdo a mi librero, como llamada de atención a su viuda (que seguramente no me debe de leer), en honor de la salsa local y para dedicárselo a Cuchi y Freddy Castillo que hoy mismo hablaban de ella en su precioso blog, “Duelos y quebrantos”.

“Hace unos días la librería Adserà de Tarragona celebró su treinta aniversario con la presentación de la segunda edición, traducida al catalán, del estupendo libro de Antoni Adserà i Martorell “El romesco, Plats de romesco i romasquets de les comarques tarragonines”. La primera edición fue privada, de la librería, se publicó poco antes de la prematura muerte del senyor Adserà y aún conservo un pequeño ejemplar de cubierta roja y casi tan llamativa como la salsa.
Bastantes años antes, en 1962, la editorial Taurus publicó una especie de antología de textos gastronómicos en la que se incluía una delirante “Corte de amor a la salsa romesco” del escritor falangista Rafael García Serrano, conocido por su novela “La fiel infantería”, que ganó el Premio Nacional de Literatura José Antonio Primo de Rivera, que luego fue película, se rodó en parte en tierras de Lérida y protagonizaron Toni Leblanc, Arturo Fernández y Analía Gadé. Rafael García Serrano era un pamplonés militante, camisa vieja y fundador, entro otras lindezas, del diario “Arriba España” que tuvo su primera sede cerca de la calle de la Estafeta.
Con la camisa azul en la redacción y el gorrillo de infante calado hasta las ideas, mientras practicaba un falangismo procaz y matamoros, conoció a un también jovencísimo Domingo Medrano, que luego fue director de este periódico” (en el que escribíamos) “y que seguramente invitó a su amigo a comer un buen romesco en El Serrallo. Pero el infante no se enteró de nada y tras atribuir el invento de la salsa a unos soldados romanos que misteriosamente ya conocían el tomate y los pimientos, hace probar el guiso al pobre rey don Jaime antes de embarcar para Mallorca y finalmente recomienda un mejunje confeccionado ¡con aceitunas y vino rancio! y hasta se atreve a citar a don Josep Pla como si se tratara de Eugenio d’Ors. Como si el romesco se pudiera condimentar con la laureada de San Fernando, vamos.
En la memoria prudente y tantas veces casta de los tarraconenses quedan el preciso e inencontrable opúsculo de Antonio Alasà (“Máximo Burxa”) que publicó el Sindicato de Iniciativa y prologó estupendamente don Josep Pla, y el ponderado librito del senyor Adserà. El pamplonés no se quitó, ya se ve, la camisa azul ni para comer en El Serrallo. Y flaco favor le hizo a la salsa, que no tiene de azul mahón ni el pasado más glorioso.”

NOTAS:
1. El “Serrallo” es el barrio de pescadores de Tarragona, cuna de la salsa y mantenedora de su confección y de sus ya aireados secretos, como si se tratara de unos Juegos Florales.
2. Pues como si se tratara de unos Juegos Florales los vecinos de El Serrallo organizan anualmente un “Concurs de Mestres Romescaires” (maestros romescadores, más o menos), coincidiendo con la fiesta de nuestro Santo Patrón, San Magín, santo milagrero, aguador y de mucha devoción, hacia finales del mes de agosto.
3. La antología que publicó Taurus en 1962 es una preciosa edición, encuadernada en tela gris, de una recopilación algo complicada de textos varios, debida a la mano de José María Mercadal, ilustrada por Chumy Chúmez y dedicada a mi madre, con una preciosa letra y tinta negra, por el entonces director del Museo Arqueológico Nacional de Tarragona, don Samuel Ventura Solsona, republicano enviado a conducir las galeras de la arqueología romana en la triste provincia, gastrónomo y comensal excepcional y exquisito conversador.
4. El cartel “España Resucita” es de mano anónima, estuvo editado por las Gráficas Ultra de Barcelona, no tiene ni pie de imprenta ni siquiera fecha, pero se le supone, y tiene unas medidas de 126 x 90’5 cm.