Sunday, March 30, 2008

CÓCTEL DE GAMBAS


Hace unos días y en un canal autonómico de televisión hicimos una semblanza, escueta, de la crisis de la religiosidad popular de los finales 60’s y primeros 70’s a la luz del Concilio Vaticano II, con el que nos estamos poniendo un poco pesados, y de los últimos ministerios de Información y Turismo de Manuel Fraga. El Concilio se abalanzó contra las procesiones y las rogativas y don Manuel puso a la gente en la carretera rumbo a Torremolinos a mojarse los pies en un Mediterráneo todavía helado en el mes de marzo al son de una saeta retransmitida en directo y en blanco y negro desde la calle Cuna con la voz acaramelada de Jesús Álvarez.

En 1973 Víctor de la Serna publicó un artículo en la revista Gentleman, que entonces parecía tan moderna y tan atrevida, que tituló Gastronomía en la España del desarrollo y en el que arremetió contra los usos y costumbres de esa cocina internacional que tanto les gustaba a los súbditos de don Manuel en su virreinato turistil, hortera y desmayado. El artículo no es excelente pero nos recuerda una a una varias de las aberraciones al uso y al disfrute de los nuevos españoles vestidos de tergal: la vichyssoise empalagosa, la fondue bourguignonne de carnes bizarras, los tremendos surtidos de ahumados, el panaché de verduras y el cóctel de gambas.

Conservo en perfecto estado un juego de doce artefactos para ese cóctel que alborozaba sobre todo a los jovencitos, de cristal color ámbar la copa para el hielo picado y transparente el bowl que servía de túmulo funerario al lecho de lechuga, las gambas troceadas y bañadas con esa salsa rosa amarronada de mayonesa, ketchup y el imprescindible chorrito de whiskie. Los conservo como exvotos y no los uso.

Ayer estuve cenando en una especie de banquete en honor a una amiga en el retaurante de un flamantísimo y novísimo beach club no muy lejos de mi casa. El menú, seguramente carísimo, no estaba mal pero los camareros se empeñaron más en descifrarnos que en describirnos cada uno de los platos, en voz alta y sin prestarles los comensales demasiada atención, e incluso, cosa que no soporto, el orden de la ingestión: “primero el chupa-chup de queso, luego el canapé de tomate raf y después el chupito de crema de calabaza con arena de pimiento seco”. Váyase a la porra, señor mío, que la señora de al lado está mal del oído y además no le gusta que le interrumpan su conversación, extensa, minuciosa, sobre la fabada.

El peligro no está en el mimetismo sino en el no entender las cosas, en simplificarlas y después abigarrarlas. Que en una casa burguesa, la nuestra, se compraran en 1968 doce copas color ámbar para el cóctel de gambas, un aparejo francés para la fondue e incluso un ast eléctrico para los pollos era signo de modernidad postfranquista. Y no necesariamente malo. Pero como cualquiera de mis amigos me invite a cenar chupa-chups de remolacha, piruletas de salmón y gominolas de corzo con un jeringazo de reducción de Pedro Ximénez, en fin, me voy a enfadar.

Tuesday, March 25, 2008

GIN & TONIC VATICANO II



Ni Manolo Altolaguirre ni Jaime Gil de Biedma ni Pedro Garfias ni siquiera algún poeta en desuso que prefiero no nombrar. Ni sombra de cafetines de Alejandría ni de milicianos en el frente de Aragón ni de verde que te quiero verde ni de viento ni de rama. Frío a pelo, estremecedor, como de cantar gesta, épica castellana pura y a lo mejor leonesa.

Entre las manos, impúdicamente, un gin & tonic helado, transparente y amarillo como la bandera vaticana, mientras una Virgen bajo palio se mecía exactamente rumbo al final de su culto callejero. Callejeador. Calléjido. Vete a saber.

El frío no tiene patria pero a lo mejor tiene señas. Y el gin & tonic tiene de todo, hasta desvergüenza. Hacía mucho frío hace una semana mientras la Virgen nos iba perdonando, pecadores que masticábamos la rodaja de limón y nos seguíamos helando el estómago un poco con Bombay y otro poco con Schweppes. Una de cal, intensa y pura, y otra de arena, más pura aún pero un poco más festiva.

Escribir por escribir, que para eso estamos aquí, felices de haber pasado un frío histórico más en el corazón que en el estómago. O en ambas zonas.

Tuesday, March 18, 2008

NAZARENO Y ORO



Fotografía anónima.
Ibi, Alicante.
Circa 1960.

Thursday, March 13, 2008

2.704 OSTRAS


Semejante cantidad de ostras fueron las que robaron cuatro jóvenes gallegos de una batea de Cambados la noche del 3 de marzo. Los jóvenes, vecinos de Ribeira, Vilanova e Illa de Arousa, fueron detenidos y posteriormente prestaron declaración en el Juzgado de Instrucción de Cambados tras lo que quedaron en libertad con cargos. Las ostras confiscadas no habían pasado el proceso de depuración por lo que una vez puestas en el mercado, y según cuenta El Faro de Vigo, podrían haber generado “serios problemas de salud”.

Lo que nos ha llamado la atención es el titular del diario vigués, donde calificaba de furtivos y no de depredadores a los jóvenes gallegos. En seguida me los he imaginado glotones y no ladrones, ávidos devoradores de ostras sin depurar y si no con un buen alvariño frío hasta con un condado o incluso con cerveza Estrella Galicia. Pero las cosas no son siempre como te las imaginas.

Monday, March 10, 2008

OSTRAS, PURÉ SAINT GERMAIN Y PECHUGAS VILLEROY



Solía pasar las noches electorales casi en la calle o por lo menos con un pie fuera de casa. Una vez, en los ochenta, en la sede de un partido con un vaso de plástico con cava calentorro y una pantalla de televisión y seguramente ganas de pasármelo bien. Y luego en un hotel local, provinciano y ostentoso, bajo un óleo de uno de los accionistas firmado por Revello de Toro y con el cava ya en copa de cristal y algo más frío. Y a partir de entonces con un buen amigo y a lo mejor una pizza de atún y cebolla y varias cervezas bien frías y bien decentes.

Pero ahora no. Ahora me suelo sumergir, a solas, en una especie de catarsis algo culpabilizadora y culpabilizante, suelo hacerme una tortilla bastante grande para luego cortarla en tacos y espero con impaciencia y a veces de pie. Más que nada para recordar.

Anoche repetí el protocolo, que no es tal, y me bebí hasta una botella entera de perrier porque la tortilla me estaba dando sed y no estaba para sofocos. Esperé hasta el discurso de Zapatero, tonteé un poco en el ordenador y me acosté para intentar reconciliarme conmigo mismo, un poco con el pasado y algo más con el futuro.

Deseché dos de mis manuales de cabecera por un pudor quizás un poco trasnochado: los Ejercicios de San Ignacio y Del socialismo utópico al socialismo científico de Engels, textos ambos que si bien no suelen tener un claro efecto terapéutico me ayudan frecuentemente a conciliar alguna cosa nocturna y normalmente irreconciliable. Acudí entonces al primer tramo del pasillo, sección Rarezas, y deseché por lo menos dos, tampoco demasiado balsámicas. Y me encontré (¡sabía que estaba allí!) con Mis almuerzos con gente importante de José María Pemán, en el que me sumergí sin prejuicios, que no los uso casi para nada y menos con tamañas evidencias.

Para quien no lo conozca el libro de Pemán, publicado por Dopesa, la entonces atrevidísima editorial, en 1970, corresponde a ese memorialismo tremendo de postguerra, hijo de alguna forma de los libros de César González Ruano y de otros columnistas afamados, y que en el caso de Pemán, monárquico donjuanista, mediocre poeta y dramaturgo inclasificable, se adornaban con un gracejo que no tenía, un andalucismo que frisaba lo folclórico y definitivamente un franquismo acomodaticio que disimulaba con un fervor monárquico que lo tenía, desde luego, y del que hacía gala pero que no hacía más que añadirle hierro a su prosa en vez de las pretendidas liras: espadas como espadas, nada de labios, y rosas, ni las del azafrán.

Pero me dejé llevar ¡hasta la página 98! y me detuve y aún lo estoy en el almuerzo del poeta con Gabriel Maura en el grill del Palace, recién salidos de una sesión de la Asamblea Nacional, las paródicas cortes del dictador Primo de Rivera, almuerzo al que estaba invitado Cambó pero al que no acudió “por motivos de fuerza mayor”. El menú lo encargó el duque de Maura, “como un experto”, y viene a ser todo un listado de elegancia de entreguerras con una herencia belle époque pero a la madrileña. Las ostras de Arcade, supongo, los guisantes de Aranjuez, seguramente, pero nada de pulardas ni de faisanes ni siquiera de becadas.

El café lo tomaron en el hall y la conversación versó sobre Juan Valera y su Pepita Jiménez, ni más ni menos. Con ese menú, tamaña literatura y semejante entorno me fui adormeciendo y acabé soñando con Pemán y Eugenio d’Ors vestidos de caballeros del Santo Sepulcro en la batalla de Clavijo, el duque de Maura en una caseta de tiro de feria apuntándole a Manuel Altolaguirre y un maître del Palace persiguiendo a un pavipollo por los pasillos de las Cortes. Esta noche leeré a Santa Teresa o a lo mejor a Fray Luis. Valores seguros.

Friday, March 07, 2008

LA GRIPPE ESPAGNOLE


Mañana día ocho de marzo se cumplirán noventa años de la primera anotación que hizo Josep Pla en su Quadern gris. Con motivo de esa efemérides y coincidiendo con el fervor bloguero, bloguísitico o bitacorero que nos inunda –y que a veces nos desborda- los editores de Rodamots, una página que ofrece cada día una palabra catalana, su explicación semántica, su etimología y una cita literaria que la contenga, publicarán durante nueve meses fragmentos del dietario de Pla como si se tratara de un blog.

No sabemos si la mesa camilla del mas de Llofriu levitará, si los anaqueles se estremecerán o si no pasará nada. Pla no hubiera escrito un blog por nada del mundo, nos parece, sino que hubiera tenido una columna en La Vanguardia y otra en El Periódico, una colaboración en El País Semanal y vete a saber qué cosas más. Aunque hubiera mantenido un dietario sin ánimo de publicarlo como fue el suyo.

El Quadern gris, que para los castellanohablantes (o leyentes) tiene una buena traducción y otra que anuncia Planeta, comienza ese ocho de marzo hablando de la grippe, que en 1965 Pla transformó en grip, que había no sólo de cerrar la Universidad sino de asolar las tierras españolas y parte de las extranjeras. Los franceses, que todavía estaban en guerra, minimizaron las muertes debidas a la pandemia y la convirtieron en espagnole por motivos propagandísticos más que otra cosa. Aún así las muertes fueron tremendas pero el joven Pla se vuelca en contar su estancia forzosa en el pueblo paterno, Palafrugell, y el postre fantástico de la comida familiar: “… una gran fuente de crema quemada” (traducimos) “y un bizcocho delicioso, esponjoso, dorado, con un polvillo ingrávido de azúcar”. Magnífico comienzo que lleva al escritor, ya brillante como el bizcocho, a divagar entre la familia y el postre, el amor, seguramente, y la literatura.

Cuando en 1965 Pla le dio a Vergés, su editor, el “vist i plau” (el visto bueno, en castellano), para publicar su dietario, introduciéndolo con unas palabras quizás demasiado académicas, no podía sospechar que su Quadern se iba a convertir en una de las piezas clave de la prosa catalana del siglo XX, con una riqueza de matices muy moderna ya para esa fecha (colorista pero ni modernista ni noucentista), de gran lector y de profundo prosista, de ese narrador entre viajero y viajador que siempre fue, incluso sentado a su mesa camilla.

Vale la pena leer esas páginas de trecho en trecho, de vez en cuando y hacer, de paso, un ejercicio no digo de agnosis pero por lo menos de humildad. Por amor a la literatura, supongo, pero sobre todo por repasar un poco, y de muy buena mano, el siglo XX. Que buena falta nos hace.

Tuesday, March 04, 2008

FRONT PAGE



Más que nada para quitar a la niña de la portada. Por si acaso.

Mañana volveremos a hablar de Josep Pla.