Wednesday, April 30, 2008

SÁNDWICH MAI 68



Contentos andan los cronistas de derechas de que Daniel Cohn-Bendit haya dicho que “comparado con Nicolas Sarkozy, el auténtico conservador soy yo”.

Van a cumplirse cuarenta años de las revueltas del Barrio Latino de París, de esa “revolución esencial” a golpe de adoquín y de Marcuse, de los encierros en la Citroën y en la Sorbona, de la huelga general, de los textos inflamados de Sartre, de la observaciones cáusticas de Buñuel, de los anaqueles vacíos en los supermercados, la flûte (o la miche, le pistolet, la couronne, le bricheton) y el p’tit salé. O poco más o menos.

Danny el Rojo acaba de publicar su Forget 68 (L’Aube, París) en una clave nada nostálgica y a modo de una reflexión que nos parece un tanto simple: llegar a pensar que Sarkozy es la conclusión de estos cuarenta años nos puede incluso asustar. Porque esperamos que no sea ni la conclusión ni el resultado ni el resumen, pero sobre todo rezamos (un poco a Marcuse y otro poco a Luis Buñuel, por si acaso) para que ese mes y ese año hayan servido para un poco más. Es bastante cierto que las libertades se “empezaron a” conseguir en Mai 68 pero también lo es que no sólo se trató de eso y que la conclusión paisajística del gobierno Sarkozy hace que se nos atragante el bocata de p’tit salé como si lo hubiera preparado la viuda de Carrero Blanco, la señora Pichot, en uno de sus peores momentos. O Yvonne Vendroux, luego Yvonne de Gaulle (“la Tante Yvonne”), viuda también desde 1970. Dicho sea como ejemplo y sin ánimo de señalar.

En ese mes de mayo de 1968, puestos a rememorar, nosotros teníamos dos años escasos más que monsieur Sarkozy. Lo que no significa mucho sobre todo porque vivíamos a este lado de los Pirineos, una lado bastante poco amable en la época, Citroën era una marca, y poco más, y la Sorbona nos sonaba a seriedad. Y también poco más. En ese mes de mayo hicimos un viaje de fin de bachillerato, con quince años sin cumplir, a lo que entonces se llamaba “la Cornisa Cantábrica”. Desde Gijón hasta Donosti, más o menos. Los guías de la excursión fueron, a partes iguales, el profesor de Formación del Espíritu Nacional, al que esperamos que Dios le haya dado su merecido, y el de Educación Física, al que le deseamos más o menos lo mismo. Si es que se merecieron algo. En Santander, y coincidiendo con una fiesta que no logro recordar, asistimos, como plato fuerte del viaje, a un desfile de las Fuerzas Armadas un poco escaso pero sí recuerdo que enfervorizado. Delante de mí y de mis compañeros un señor que llevaba una camisa azul de Falange y un gorrillo cuartelero al bies, con una borla amarilla que se balanceaba, al que le faltaba un brazo (el izquierdo) y ornaba su pecho con diversas y floridas condecoraciones, cruces e insignias, se arrodilló de repente, al paso de la bandera nacional, e irguió su único brazo en un saludo a la romana mientras gritaba, con los ojos cerrados, un ¡Arriba España! estentóreo que nunca he logrado olvidar.

Más tarde, en un albergue de la Organización Juvenil Española, el brazo amansado e infantil de la Falange, comimos arroz con pollo, ternera en salsa y de postre, natillas. El mes de mayo de 1968 seguramente fue caluroso pero, a este lado, poco más. Muy poco más.

Tuesday, April 22, 2008

A TRAVÉS DE ÁFRICA


Los culpables son Cap i pota y Mar Calpena, citados por orden cronológico, el primero por levantar la liebre y la segunda por regalarme el link de ese álbum de cromos tan políticamente incorrecto pero tan estupendo.

La ilustración aparece en una página de ventas on line pero lo mejor es la descripción del lote, que no puedo resistirme a copiar:

“ÁLBUM CROMOS A TRAVÉS DE ÁFRICA. CHOCOLATE BATANGA Nº 1. COMPLETO.

Álbum completo, en buen estado. Con el sello de Comercial Batanga que acreditaba que se había completado el álbum y el propietario había recibido como obsequio "El caballero Batanga y la negrita Batanga", que eran dos muñequitos de goma. Firma del anterior propietario.”

Monday, April 21, 2008

GLOBALIZACIÓN, BANALIDAD, ECLECTICISMO


Hay que volver a leer a Freddy Castillo y su nunca bien ponderado blog. Duelos y quebrantos, sin el que parece que no podemos vivir. ¿No podemos o no podamos?

Pues porque podemos, y aunque podamos, porque sé que me deja y porque me ha gustado casi tanto como el chocolate con churros le copio la foto de Octavio Paz, preciosa, y la cita ¡de hace cuarenta años! que está tan viva como el chocolate hirviendo y tan sabrosa como un churro mojado al desgaire. Como sin darle importancia, vamos.

Hay que leerlo.

OTOÑAL


Hace un rato uno de mis interlocutores habituales me ha dicho en privado que mi blog se estaba volviendo otoñal. Al principio de la conversación yo estaba convencido de que había en todo esto (en todo aquello) un cierto cansancio (astenia) primaveral. Pero no. Resulta que mi primavera se ha convertido en otoño. Y yo sin darme cuenta.

Hace un poco más de tiempo, a lo mejor veinte años y en mi anterior oficio, tuve varias veces entre las manos sucesivos ejemplares de un grabado espléndido de Manolo Valdés que se refería a una botella de Picasso y llevaba, en collage, una etiqueta de rioja Otoñal, de las bodegas Olarra, que entonces seguía bastante de moda. Soy absolutamente incapaz de recordar el sabor del vino. Mi memoria gustativa es bastante limitada y la visual y la literaria, ya se ve, otoñal. Vendí el grabado, que editaba la galería Maegth de Barcelona, todas esas veces sucesivas. No he sido capaz de encontrarlo en la red. Tampoco ninguna de las botellas de aquel vino. Pero soy capaz de guardar en la memoria por lo menos aquella imagen, bella, suntuosa, y a lo mejor me sirve para conciliar el sueño. Que buena falta me hace.

Thursday, April 17, 2008

FE, ESPERANZA Y CARIDAD


Fe, poca, esperanza, según el día, y caridad, los viernes, como la abstinencia o el malhumor.

Una de esas Hermanas de la Caridad que rodean a los trémulos niños del Patronat Ribas, de Barcelona (uno de ellos se apellidaba Allué pero no tiene nada que ver), un orfanato que se reconvirtió en correccional y ahora es un instituto de educación secundaria, les zurraba bien la badana al Allué y al Fernández y al Massip, les castigaba sin merienda, les escatimaba el desayuno (leche, malta y bromuro) y los domingos les pellizcaba el pescuezo con saña, por debajo del cuello de la camisa blanca. Quizás porque era domingo o porque no tenía mejor cosa que hacer. Sor Caridad.

Sor Esperanza también se las traía. Espiaba cada mañana las sábanas de los niños y si encontraba una mancha, sin postre. Sin ese plátano negro o esas dos mandarinas llenas de pipos.

Fe era otra cosa. Fe era la cocinera, que no se llamaba Fe pero me viene bien. Fe no tenía nada que corregir (si acaso su acento de Úbeda) y se las apañaba para escamotear medio chusco de pan para el Massip, el Arola, el López o el Allué que, básicamente, pasaban hambre. El miedo habían dejado de tenerlo hacía mucho. Y el asco también el justo. La sopa de fideos, agua turbia, y el filete de hígado de cerdo, esa suela correosa recorrida por un hilillo de tomate, no habían aportado mucho. Odio a la sopa, terror al hígado. Tardes de primavera sin mandarinas, alguna otra con cuatro gotas de lluvia mansa sobre el sauce, al fondo del patio, que a lo mejor hacían soñar. En pantanos de sopa de fideos, almenas de hígado con tomate o paraísos de pan con chocolate y arroz con leche.

Al fondo no se oía ni el pitido de un tren, que te podía llevar a otra parte. Al fondo nunca había nada: ni pan, ni chocolate, ni azúcar ni mantequilla. El mar, además, estaba cerrado.

Saturday, April 12, 2008

GIN & TONIC CAPITÁN ARGÜELLO



Para seguir con el recetario de cócteles y combinados (long drinks) a los que somos tan aficionados nada mejor que dedicarle uno, laico y monocolor (nada de banderas, nada de religión) a don Carlos Barral Agesta, excelso poeta, y a uno de sus barcos que seguramente ya no debe de existir.

Hace algo más de un año también le dedicamos a ese barco, el Capitán Argüello, y a su moribundia en un fallido taller de restauración naval de mi puerto, unas palabras poco piadosas para los ediles horteras del pueblo de Barral y del mío y merecieron un muy sabroso comentario de un habitual de Calafell, el pueblo adoptivo de Barral, que también era un cántico a la depredación inmobiliaria y, además, a la memoria.

Ayer mismo el ínclito diario La Vanguardia le dedicaba a Barral, a Calafell, al llamado boom latinoamericano y al bar de los Barral-Hortet, L’Espineta, que todavía sobrevive, dos planas poco temperamentales pero bastante exactas. El periodista, Toni Orensanz, habló con varios pescadores supervivientes (en Calafell ya no se pesca y ya casi nada) y con dos de sus hijos, Yvonne y Marco, que mantienen abierto el bar ante la playa y que contaban las visitas y las estancias en la casa familiar de Gabriel Ferrater, Jaime Gil, Marsé, García Hortelano, la familia entera de García Márquez, los Vargas Llosa (una parte de La casa verde está escrita allí) o “el cura Aguirre”, luego duque de Alba. Los pescadores hablaban sobre todo de la boda de Yvonne y Carlos, en 1954, durante la cual convidaron “a beber” a todo el pueblo, lo emborracharon y durante dos días las barcas no pudieron salir a pescar.

El gin & tonic de Carlos Barral no sabemos de qué gin ni de qué tonic se componía. Le suponemos Giró, una ginebra catalana muy buena para combinar, o Gordon’s, que hace años estuvo de moda. Con una rodaja generosa y un chorrito escaso de limón verde. El Capitán Argüello, ya lo contamos, yacía todavía no hace mucho destrozándose por el sol y el salitre al borde del mar de Tarragona. Y nadie le hacía caso. Calafell es ahora un pueblo espantoso que guarda la memoria entre edificios de doscientos pisos que dejan en sombra a la playa, a toda la playa, poco después de comer, como en Lloret o en Palamós. En Calafell ya no se pescan sardinas ni jureles, el escabeche es de bichos pescados en Vietnam, la paella viene envasada al vacío y las copas son caras y malas. Me pongo de muy mal humor al pensar en todo esto. Así no pasa la gloria del mundo ni cristo que lo fundó.

Friday, April 11, 2008

JUEGAN AL MUS


No recuerdo bien si eran tres o los borrachos los que en el cementerio jugaban al mus. He intentado recordar bien el motete (“A mí me gusta / el pí, piripí, pí, pí / de la bota empinar…”) e incluso he pensado en llamar a mi colega Louis Finch pero creo que no es para tanto. En fin.

Hace un momento he vuelto de la inauguración de una exposición de fotografía más o menos japonesa (el fotógrafo se apellida Ordóñez y la exposición Ashimoto, así que) y he saludado a casi todo el mundo saludable e incluso a los insaludables, ésos con caras avinagradas y una chupa de cuero con este calor o la otra con un corte de pelo vintage pero con una sonrisa 1985 que aún no se le ha borrado.

Pero había otro, que ahora es famoso por sus vinos y que resulta que no saluda a nadie. No le he reconocido (los años no perdonan) y de un encantador vendedor de cerámica popular en los años en los que se le heló la sonrisa a la señora vintage, mediada la década de los ochenta, se ha convertido en una especie de ejecutivo panzón, con una chaqueta de tweed modelo odio-al-duque de-Windsor y una sonrisa, otra sonrisa, de estar en los primeros puestos de los rankings vinícolas internacionales (lo está) y aquí me las den todas.

Me han dicho que sí me ha reconocido (mi panza también ha aumentado pero yo llevaba una chaqueta de algodón, bastante apropiada) pero que ahora no saluda. Pues mira por dónde, yo tampoco bebo su vinos porque me parecen muy caros, carísimos, los rankings no me pertenecen y la sonrisa procuro irla manejando según la estación. Lo mismo que las chaquetas.

Tuesday, April 08, 2008

PAN CON CHOCOLATE


Hay dos costumbres a las que no suelo renunciar excepto en casos de fuerza mayor, viajes, traslados, constipados o decaimientos de ánimo. Suelo comprar Le Monde una vez por semana, sin día fijo, y también acostumbro a merendar pan con chocolate, por lo menos los jueves.

Esta mañana de un martes espléndidamente primaveral con frío madrugador, airecito picante (picantísimo) a la hora del Ángelus y calor a la hora de comer, a las españolísimas dos y media, se han fundido ambas costumbres, supongo que higiénicas o por lo menos no perniciosas.

Lo primero que leo del periódico, de cualquiera de ellos, es la portada, claro está, pero luego me abalanzo –es un decir- sobre las necrológicas, que en algún sitio llaman obituarios, cosa que queda más aparente y desde luego más fina pero que los franceses, dueños de la exactitud en el lenguaje, en los perfumes y sobre todo en los quesos, solucionan magníficamente con un “Disparitions” que me suele hacer –casi- soñar. Desaparecidos, pienso por la mañana, somos todos, de algo o de alguien, y puestos a desaparecer para siempre mejor que te dediquen un artículo en Le Monde que en ABC, dicho sea sin ánimo de ofender pero no con demasiado respeto por las “Necrológicas” a pelo del diario de Madrid que, además, no merecen una plana exenta y conviven innecesariamente con los epígrafes “Familia Real”, “Vida Social”, “Becas” y “Conferencias”, que ya son ganas de mezclar.

El espléndido artículo obituario de hoy en Le Monde, firmado por Thomas Sotinel, no es tal sino una magnífica biografía comentada del primero aviador durante la II Guerra Mundial, después actor titubeante en Nueva York, más tarde estrella de la mano de Cecil B. de Mille y William Wyler (Los diez mandamientos y Ben-Hur) y finalmente comparsa obligada y nueva y fatalmente titubeante en la espeluznante cinta de Michael Moore Bowling for Columbine en su papel de presidente de la Nacional Rifle Association.

Charlton Heston falleció hace tres días en Beverly Hills y no le voy a negar ni el pan ni la sal, no del todo. El pan con chocolate acompañó durante más de diez meses de mi infancia, una infancia no demasiado excitante pero bastante conmovedora, la confección minuciosa de mi álbum de cromos de Los diez mandamientos, la cola blanca Pelikan, las manos pegajosas y el entusiasmo por las nubes. La sal se la dejo a Yul Brynner y a Stephen Boyd, a los que intenté imitar casi hasta la adolescencia haciendo relinchar los invisibles caballos negros de mi cuadriga inventada desde la cocina hasta el recibidor, en unas locas carreras por un pasillo bastante ancho pero definitivamente corto.

Hoy no he merendado nada. Pero tampoco estoy de luto.

Thursday, April 03, 2008

CURRYWURST



Creo que es la primera vez que pongo la foto de un plato tal cual, y, desde luego, subida de Internet. No hace falta que les cuente la historia ni la realidad ni la mitología ni siquiera la esencia ni tan sólo la existencia de la salchicha alemana, de sus variedades Brühwurst (cocida) y Bratwurst (a la plancha), de las patatas fritas a lo mejor a mogollón ni del ketchup sangrante ni del curry sálvese quien pueda.

La cosa viene a que me he vuelto a acordar de Marlene Dietrich, de que su pasado berlinés fue más bien opaco después de 1939, ¡opaco!, ¡tremendo!, de que los alemanes suelen ser de mal recordar, aunque a mí eso me da bastante igual, de que a la musa supermusa parece ser que le gustaba la currywurst y de que, en fin, me acabo de encontrar con un disco (un vinilo, como dicen por ahí) que me trajeron de Berlín en 1973, que se titulaba Die neue Marlene y cuya novedad consistía, precisamente, en poner las cosas en su sitio.

Hay una cierta nostalgia, bastante enfermiza, en todo esto. Y hay, vuelvo a insistir, ganas de escribir. Aunque sólo sea esto.