Monday, May 17, 2010

ORFEO (Y UN POQUITO DE EURÍDICE)



Aún falta un mes, más o menos, para el Bloomsday pero esta tarde la radio estatal de Dublín nos está ofreciendo, aunque con alguna dificultad, un programa dedicado a Joyce.

Resulta que a J. J. le gustaba mucho el Orfeo ed Euridice de Gluck. Y han empezado a retransmitir ese espléndido solo de flauta que no sé muy bien dónde está, ni en qué momento, pero que me ha revuelto alguno de mis recuerdos que tampoco sé muy bien dónde situar. Pero la emisión se ha interrumpido tras varios pitidos y una especie de salto en los que la flauta parecía que se encabritaba o, al revés, que se volvía muda, a trompicones.

Son cosas del atardecer. Y de las ganas de medrar, que es un verbo que siempre he usado mal. Se dice del que medra que es el que mejora su fortuna aumentando sus bienes o su reputación, o eso sugieren, si no es que imponen. los académicos. A mí me parece que medrar es algo que no tiene nada que ver con la fortuna y algo más con el buen pasar o, al menos, con el pasar a solas, que también, y según como se mire, puede ser afortunado. En resumen: que medro porque estoy aquí y frecuentemente atento. Que también me gusta Gluck y con Joyce he tenido algún problema pero que seguramente (lo prometo) lo voy a solucionar el próximo verano. Y el fondo del fondo, el meollo de la cuestión: la tortilla nada joyceana que tengo pensada para esta noche, para ahora mismo, ¿de patata y cebolla, a solas con ellas mismas, o con medio calabacín que está a punto de fallecer en el estante inferior de mi nevera?. Con un fragmento, amiga Nené, del Finnegans Wake, seguro que no es buena componenda y a lo mejor se me atraganta. Pero ¿y si vuelvo al mundo de los vivos, como Orfeo y como Eurídice, como es debido, y me hago la tortilla a secas (y jugosa) sin mirar hacia atrás?. Si me quedo quieto y me pongo a comer y a lo mejor me atrevo con una ensalada de cebolla tierna, su poquito de escabeche de jureles que me sobró anteayer y un capítulo de la segunda época de Los Soprano? Me pregunto, a lo mejor ingenuamente.