Monday, June 22, 2009

COMO UN BOMBÓN DE LICOR



Anoche encontré una fantástica frase en la deliciosa y divertidísima novela Cándido o un sueño siciliano de Leonardo Sciascia.

Cándido, un niño aún en la página 70, piensa en su abuelo, el general Cressi, antiguo militante fascista y combatiente en la guerra de España, y describe su habitación repleta como un abigarrado relicario mussoliniano: banderines negros, medallas, fotos del Duce dedicadas y una del Generalísimo Franco. “...cuando el general decía “el Generalísimo”, cuenta Sciascia, “Cándido tenía la impresión de que sobre las primeras sílabas aplastaba un bombón de licor y sobre las siguientes lo saboreaba”.

Al leer cosas como ésa, tan sabrosas, me acuerdo de este blog y voy y lo cuento. Tal cual.

Saturday, June 13, 2009

INCOLORO, INODORO, INSÍPIDO



Hace unos días alguien incluía en una lista secular de perversiones al higienismo, sobre todo el alimentario. Me acordé enseguida del doctor Capo y de su teoría, la trofoterapia, del que aún conservo algún libro con las cubiertas color carmín, y del antiguo y único restaurante vegetariano de la Barcelona de los años sesenta-setenta, el de la calle Canuda, donde los viejos combatientes del crudivorismo, el nudismo y hasta de la magia negra masticaban, pensando probablemente en esperanto, los recuerdos de las cortas repúblicas españolas mezclados con un puñadito de algas iziki (ésas que hacen crecer las uñas y conservan el cuero cabelludo) y unas cuantas berenjenas fritas en aceite de cualquier cosa.

Hoy he visto el anuncio del nuevo vino de las muy respetables bodegas Torres, que se llama Natureo, tiene 0,5 º de alcohol y aporta únicamente 22 kilocalorías por copa (de vino). Seguramente no lo voy a probar nunca a no ser que los señores Torres me inviten expresamente a ello, y no digo ni que no huela ni que no sepa. Es que me da pena.

Friday, June 12, 2009

E LUCEVAN LE STELLE



“…Y olía la tierra / Chirriaba la puerta del huerto / Y un paso rozaba la arena…”

Después, en la bellísima romanza del tercer acto de Tosca, el protagonista, Mario Cavaradossi, canta ante su inminente ejecución: Entrava ella, fragrante / Mi cadea fra le braccia…

Pero no. En mi cocina aún no huele a tierra ni de repente el gres se ha convertido en un lecho de turba rubia y la puerta sigue dando a la librería pequeña, delante del baño. Pero resulta que sí, que lucían las estrellas y ha entrado con pasito corto, frío, contundente, casi rabioso, ¡el primer gazpacho de la temporada!.

Benditos sean Puccini y los tomates de pera, a partes iguales.

Wednesday, June 03, 2009

LA GARBANZADA IBÉRICA



Manuel Vázquez Montalbán escribió en el Prólogo al libro de Andrea Camilleri Un mes con Montalbano que “…la vanguardia de los lectores, (es) hoy mucho más determinante que la vanguardia de la crítica, por mal que les siente a algunos críticos empeñados en identificar al público con el mercado para desacreditarlo como juez”.

Tanto el prólogo como el libro son excepcionales, de la mano de dos espléndidos escritores empeñados, ambos, en escribir bien y en comer bien. Empeñar no es el verbo ni empeño, creo, su actitud. Más que empeñados, dedicados en cuerpo y alma pero como quien no quiere la cosa. A comer bien, a contarlo mejor y a decir verdades como puños o como puñados de garbanzos, que viene a ser lo mismo.

El sábado pasado Manuel Vicent nos despertó desde el cada vez más infumable Babelia, el suplemento “literario” de El País, con un artículo de los que hay que guardar, en el corazón, desde luego, y posiblemente cerca de la cabeza. En la garganta, por ejemplo. Lo dedicaba a Juan Benet y a Luís Martín Santos y de paso, o eso me pareció, a Camus, a Sartre, a Joyce y a don Pío Baroja. De ahí he sacado el título de esta entrada que flambea como un buen soufflé junto a los “portales con olor a berza”, “las tascas aceitosas” y “los escaparates galdosianos poblados de bragueros, suspensorios y piernas ortopédicas”. Y así nos mete, también como quien no quiere la cosa, de lleno en Madrid y en la posguerra y en las lizas o las lides o los pleitos, literarios, de los dos escritores. ¡Qué bien escribe Manuel Vicent cuando le da la gana! Y qué bien hacen los escritores la crítica literaria.

Por eso me gustan más, mucho más, lo que escriben los comensales y lo que piensan los cocineros que lo que hacen los críticos que continúan aburriendo con sus puntuaciones absurdas (“Café, 5”, “Aseos, 4”), sus valoraciones obsoletas y, lo que es peor, con unos libros que tienen todos la misma bibliografía final y que recogen recetas manidas y remanidas, refritas y sin derecho a cocina. Después del libro de Perucho y Luján díganme Ustedes tan siquiera un manual que no sea aburrido hasta la muerte (ya sé, ya sé, doña Inés Ortega, incluso don Manuel). Pero poco más.

Por eso leo novelas policíacas donde se habla de crímenes y de cocina, que a veces es prácticamente lo mismo.

N.: La ilustración corresponde a una garbanzada canaria y la he puesto en recuerdo de don Benito Pérez Galdós al que Valle Inclán llamaba, con toda la retranca del mundo, Don Benito El Garbancero.