El pastorcillo parece ser que llevaba al Portal (sic) “requesón, manteca y vino”. Sin especificar. Lo peor del villancico (Campana sobre campana) es la estrofa final, que siempre me ha fascinado y ahora veo que lo que en realidad hacía era aterrorizarme: “Campana sobre campana / y sobre campana tres / en una Cruz a esta hora / el Niño va a padecer”. ¡La hora tertia!.
Benditos sean los triptongos, las trilogías y hasta las trirremes. Y bendita la cronología, madre de bastantes disturbios.