El último verano, de repente, es éste. De momento. Pero no me puedo imaginar a Monty Clift comiendo escalivada ni a la pobre Liz Taylor sudando en su roulotte. De repente se me ha hecho tarde y también de repente me he puesto a celebrar que aquí hace menos calor que en Nueva Orleáns, que este año las berenjenas están magníficas (y las picotas y hasta unos melocotones pequeños que casi saben a verano de Fraga Iribarne), y me he puesto a asar esas berenjenas al son de los Proms del Albert Hall en mi querida Sony, que no se oye ni bien ni mal pero que, de repente, me ha hecho llegar tarde hasta a mi cita habitual con este blog, con los dos deditos de whiskie, con el chorreón de perrier y con mi traición gazpachera, grosso modo. Este año no hay gazpachos –casi- ni demasiadas cosas crudas. Conmigo tengo bastante (vuelta y vuelta).
La cuestión es que he puesto seis berenjenas pequeñas en la parrilla, no en el horno porque el horno las deja aguadas. A los pimientos no. Pero no tenía pimientos. He ido dando vuelta a las berenjenas, apretaditas en su parrilla pero respirando un poco, colocadas cara-con-culo, barnizadas – a mano- con un poco de aceite de oliva y enteras. Un buen rato por cada lado, que han sido cuatro: de norte a oeste. Me he quedado quieto, bien quieto, mientras crepitaban, mientras se iban quejando, desgajándose y soltando unos pitidos débiles y como agradecidos. Al cabo de más de media hora las he ido retirando, de dos en dos y quemándome los dedos, y las he envuelto en papel de periódico para que se entibiaran, se maceraran aún más y así, como hacían los antiguos, poder pelarlas mejor una vez frías. O casi.
Al abrir las hojas del diario me he dado cuenta de que las dos primeras habían yacido envueltas en un artículo de Antonio Muñoz Molina con una foto, espléndida, de Mrs. Herbert Duckworth hecha por Julia Margaret Cameron y que se conserva en el Metropolitan. Las dos siguientes se entibiaron junto a una fotografía esplendorosa de Juliette Gréco tomada en un concierto en París, en 1964. Y las dos últimas habían convivido con una reproducción de la obra Obstrucción, de Man Ray, que ahora se puede ver en el MNAC. La cuestión, ahora, es si hago caviar d’aubergine con Juliette Gréco, una simple escalivada con Man Ray o me atrevo a inventar algo con Mrs. Duckwort. Un mar de dudas que ha durado media hora más, de repente. Y luego he cenado dos crackers con un jamón menos que pasable y me he puesto a escribir.
El verano, de repente, es lo que tiene. A menos gazpacho, peores intenciones. Y a malas intenciones: ¡escalivada!.
8 comments:
Ay esa deliciosa escalivada, uno de mis platos preferidos.
¿Probaste el gazpacho de sandía, tu que presumes de gazpachero?, suavito...delicioso, Manuel.
En los últimos cincuenta y siete veranos, ha habido algunos de gazpacho, algunos muy calurosos, otros, no tanto. De viajes largos, de tardes aburridas, de ir a dormir tarde y levantarse tarde, de sandía. Los de berenjenas no me han llegado y menos relacionadas con escritores y fotógrafos.
Cuando salgo a pasear mi perra, llevo unas hojas de periódico para no dejar sus rastros. Desde hace muchos años utilizo las páginas de economía y los emparejamientos siempre son curiosos y menos poéticos.
Hablando de cine y de emparejamientos -aparis, jamás había emparejado el papel que utilizo con finalidades obvias cuando paseo a mi vieja perra, una dama ahora ya un poco pesada- cada vez que leo las sugerencias condimentarias de manuel allue me acuerdo de Johnny Guitart "dime que me quieres, aunque sea mentira" Que mas da que cocines berenjenas o no tomes gazpacho, si lo cuentas como solo tu sabes hacerlo!
Lo pienso probar porque me encanta la sandía, Puntiyo, pero prefiero tus langostinos rebozados y tus empanadillas de bonito. ¡Te copio!.
Aparis, tus páginas de economía son un buen envoltorio y seguramente un buen emparejamiento, como tú dices. Prueba a envolver las berenjenas (seamos cautos) con un ejemplar vetusto de "Cuadernos para el diálogo" o de "Índice" y a ver que pasa. Se me ha ocurrido ahora pero en vez de quemar libros como Carvalho voy a usar periódicos antiguos pare envolver berenjenas escalivadas, a ver cómo saben (el verano me está poniendo muy tonto).
Nené, gracias por el piropillo. Con pan (con gazpacho, con escalivada) son menos. Y no sólo las penas.
Manolo: Biscuter también tenía la costumbre de tapar los alimentos que preparaba para su jefe Carbalho, incluso tengo entendido que preparaba algon que tenía como apellido ...a la Vanguardia. El tupído resguardo que proporcinaba la Vanguardia le daba un no sé qué al guiso que con tanto esmero guisaba el bueno de Biscuter.
prefiero utilizar el papel de aluminio, no por ninguna prevención higiénica hacia el papel prensa. El motivo no es otro que preservar los alimentos de posibles contagios. Hay simbiosis que no se pueden controlar y con lo tóxico que puede ser hoy en día un periódico (por sus contenidos), es mejor no jugársela. De tosdas formas voy a probar de envolver las berenjanas con una hoja de papel de periódico de la sección de contactos, después ya veremos si la simbología fálica berengeníl casa con lo de: " mujer, catalana, buen nivel cultural y económico que se siente sola, ofrece relación sólo sexo con señores maduros (o no tanto) de su mismo status"....
Fantástico, Cap i pota. Yo nunca me hubiera atrevido a tanto pero sí, lo intentaré con los pimientos, con las berenjenas, hasta con el "bocadillo de la señora Paca" de Carvalho la próxima vez que viaje. Y escribiremos sobre todo eso.
Que maravilloso artículo el tuyo.
Es la perfecta envoltura digital al verano, que es el plato que nos sirve ahora mismo la vida.
Y yo, que soy un poco berenjena, me siento más asado al horno que a la parrilla. Con eso te lo digo todo.
Gracias, amigo Berenjena. Yo suelo poner las ideas a la parrilla y el pasado al horno. Por si acaso (es cuestión de tiempos de cocción).
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