Wednesday, March 14, 2007

UN JOUR DE FÊTE, UN JOUR DE DEUIL



“La vie est faite / En un clin d’oeil”, dice la coplilla carnavalera y tiernamente picante. Pues nada más guiñar ese ojo, el Miércoles de Ceniza, se fregaban los cacharros y luego se ponían a orear para que perdieran el deje y el tufo de grasa acumulado durante el invierno. Y comenzaban los días magros, que ya no lo son tanto, y bien que lo sentimos.

El maestro Ignasi Doménech Puigcercós, del que ya hemos hablado otras veces, también hacía un guiño a la cocina de invierno profundo y, piadoso, se puso a escribir su extraordinario recetario sobre ayunos y abstinencias poco antes de empezar la Gran Guerra, a finales de 1913, y nos regaló varias perlas de la prudencia y de la gastronomía que son artes, ambas, bastante afines y decididamente apropiadas para estos tiempos de confusión más que nada lingüística.

El senyor Doménech era un hombre afrancesado, como es debido, bastante culto pero tremendamente ingenuo (y que nos perdonen sus exégetas y sus herederos). Aficionado a citar a San Ignacio de Loyola, con lo cual su cautela y su hombría de bien quedan más que demostradas, se pierde, sin embargo, en vericuetos interpretativos algo confusos: se empeña en demostrar que las Meditaciones Espirituales del padre Luis de la Puente, de la Compañía de Jesús, son normas claras, cuando no son sino consejos, y que San Agustín temía al Maligno entremetido entre el estómago y el pulmón del pecador. El senyor Doménech hacía de su capa un sayo, de sus creencias un misal y con sus recetas unos sorprendentes menús que igual empezaban con ostras con páprika que terminaban con unos albaricoques “à la Maintenon” donde mezclaba, en un arrebato, orejones y confitura y los napaba, como si tal cosa, con una especie de crema inglesa (aunque nos parece que un poco más espesa).

El senyor Doménech Puigcercós (pronúnciese “señor Doméneq Puch-sercós”) era, de todas formas, encantador. En su receta del Potaje de garbanzos y espinacas á la Española (sic), estrictamente vegetal pero muy parecida a la explicaba ayer Miguel A. Román aunque peor contada, termina con una estremecedoras Observaciones sobre este mismo plato. Y citamos: “Á muchas cocineras y cocineros hemos visto que (…) añadían algún huevo duro picado; otros mezclar huevos crudos batidos: así como también algunos echar varios trozos de bacalao remojado de antemano. Nosotros cumplimos con un deber al señalar todas estas cosas, pues haciéndose bien, todas son ó las creemos dignas de consideración”.

Mayor sentido de la prudencia y de la equidad, imposible. Ni San Anselmo.

2 comments:

Unknown said...

NO SE SI HABRAS OIDO HABLAR DE "EL DESARME " Cada 19 de octubre es tradición en Oviedo la celebración del Desarme, una fiesta cuyo origen es bastante polémico, comiendo un menú compuesto de garbanzos con bacalao y espinacas, callos y arroz con leche,

manuel allue said...

Pues no. Pero es un excelente menú. Lo buscaré.

Saludos.