Monday, July 16, 2007

BOURDAIN VS. ADRIÀ



En el mes de febrero de 2001, cuando los libros todavía se pagaban en pesetas (y en francos y en marcos y en liras), nos sorprendió, nos divirtió y le recomendamos a todo el mundo esa sorpresa y esa diversión que nos produjo la edición española de Kitchen Confidential, un libraco testimonial de un chef hasta entonces desconocido en esta orilla del Med(iterráneo), Anthony Bourdain, que Carmen Aguilar y los de RBA tradujeron, supongo que acertadamente, como Confesiones de un chef.

Lorenzo Díaz, que también escribe sobre gastronomía e historia aunque de un modo mucho menos testimonial, lo recibía poco después con un alborozo que ahora nos parece desmesurado (seguro que L.D. se arrepintió enseguida) en el entonces ABC Cultural donde, a la sazón, publicaba de vez en cuando unas reseñas sobre libros de gastronomía. Desmesurado por el continente (el suplemento de ABC) y por lo anecdótico: nosotros ya habíamos comprado el libro traducido porque no nos atrevimos con el original en inglés, ni con el slang ni con el autor. Pero nos gustó la portada.

El crítico señalaba como momentos álgidos del libro la boda que termina con una divertida escena donde un ayudante de cocina sodomiza a la novia en el cuarto frío (o, quizás, en el caliente), levantándole con dificultad la cola del vestido, y el fragmento de una conversación en la que el chef, amigo, del restaurante Veritas de Nueva York, Scott Bryan, le pregunta a Bourdain si conoce “…a ese tarambana malaúva” (malamente traducido) “(que) es un fiasco”, refiriéndose a Ferran Adrià: “Comí allí, tío” (sigue Bryan) “y es un valor si de escandalizar se trata. ¡Comí un sorbete de agua de mar!”.

Han pasado los años, no tantos, y tampoco tan brillantes. Efectivos, sí. E incluso productivos. Y se ha hecho famoso el libro de Bourdain, y el propio chef, y sus otros libros y sus programas de televisión, y la tortilla deconstruída de Ferran Adrià, y las espumas y los sifones y los aires y las caricaturas en las televisiones locales y las frases cotidianas a vuela pluma: el sábado pasado mi mejor amigo y yo fuimos a tomar copas y a comernos, entretanto, una de las estupendas pizzas de unos argentinos que las venden “al taglio” (a trozos y de pié, más o menos) cerca de mi casa. Cuando iba a encontrarme con mi amigo, una honrada familia local discutía dónde ir a cenar. Los padres ponían cara de póquer y los hijos, chico y chica, mostraban sus preferencias a voz en grito: “¿mexicano?, ¿chino?, ¿pizza?, ¿tapas?, ¿catalán?”. El chico, muy avispado, cortó: “Cualquier cosa. Total, no vamos a acertar, porque a “la mama” lo que le va es el rollo Adrià”.

El rollo Adrià ha podido con el rollo Bourdain. O han coincidido, o a lo mejor las editoriales han tenido algo que ver. Lo que no me parece nada mal sino al contrario. La “biografía oficial” del de Hospitalet, un librito titulado El Bulli des de dins, escrito por Xavier Moret y publicado “justo antes” de la Documenta cuenta, entre otras muchas cosas, el reencuentro de los dos chefs en el Jamonísimo de la calle Provenza. También lo cuenta Bourdain, aunque no de la misma forma, en su The Nasty Bits, traducido, y bastante bien, como Malos tragos. Por supuesto que el Jamonísimo no es el Aux deux magots ni se trata de Jean Paul Sastre y de Albert Camus, ni de Truman Capote y Gore Vidal, ni siquiera vinieron a reconciliar nada. Pero la historia, frecuentemente, no es la que ocurre sino la que queda escrita y así como don Gregorio Marañón se extasiaba ante el cocido de Lhardy, y quedó escrito, y don Ramón del Valle Inclán ante la cerveza rubia de Lyon d’Or, y también lo está, la élite de la gastronomía y de la literatura se estremecieron ante el jamón de la calle Provenza y más que escrito está grabado, ya, a sangre en los anales de todo lo analizable.

Va a tener razón aquel otro amigo, tan poco glotón y tan buen artista, que siempre acababa con un “menos mal que nos queda el jamón”.

*La ilustración corresponde a la obra de Ignacio Alcaría Gómez El arte del jamón jamón, óleo sobre lienzo, 100 x 81 cm., premiada en el Certamen Internacional de Pintura Eurocarne, Teruel, 2005.

11 comments:

starbase said...

¿Quien es este Bourdain? ¿Que ha cocinado? buhhhh.

Anatema.
Pecado.
Blasfemia.
Brujeria.


A la hoguera con el sacrílego.
Y ahora me voy a tomar un sorbete de agua de mar, que me apetece mucho.

manuel allue said...

Más rápido imposible. Starbase.

Ya sabes que Tom Wolfe en su "Hoguera de las vanidades" colocaba a los chefs (sobre todo de N.Y.) entre las personas más influyentes del estrellato. Hogueras, pues, vanidades y estrellas. Y, en el fondo, como siempre, dinero. ¡Qué le vamos a hacer!

Mar Calpena said...

A ver, Anthony Bourdain no sólo se ha retractado de lo dicho en Kitchen Confidential, sino que se ha convertido a la iglesia adrianense largo ha, entrevistándolo en su programa de tele y dedicándole artículos variados. A Bourdain le gusta provocar.
En cuanto a las traducciones de sus libros, y aunque siempre me gusta matizar y defender a los del gremio, al que tangencialmente pertenezco, lo diré claramente: Son malas. Malísimas, si me apuras. La traductora desconoce totalmente vocabulario de cocina, slang callejero o cultura popular norteamericana, tres elementos esenciales en la obra de Bourdain. He leído Kitchen Confidential dos veces y en ambas he acabado de muy mala leche ante la cantidad de despistes, expresiones necesitadas de nota a pie de página y giros absurdos de la traducción.

manuel allue said...

Por supuesto, Mar. Pero lo que me ha divertido, sobre todo, es el texto de Xavier Moret (de hace 1 mes), el hincapié que hace en el antiguo desencuentro de ambos chefs y el capítulo entero, el 26, que le dedica. Cotilleos, al fin y al cabo, que son una salsa liviana o espesa, ácida, amarga, salada o dulce, y que sirven, sobre todo, para aliñar el tedio de tanto aburrido dogmático.

Y también estoy completamente de acuerdo en lo de las traducciones: no se puede decir que F.A. "es un valor si de escandalizar se trata". De todas formas es mejor la de "The Nasty Bits". Con los años ya se hará una edición crítica, con bibliofrafía, filmografía e índices. Y a lo mejor en papel biblia.

Mar Calpena said...

Bueno, pues aunque me da mucha rabia aumentar las arcas del de l'Hospitalet (porque a mí lo que me gustaría, de verdad, es comer en su restaurante y no "adorar el santo por la peana" comprando productos que lleven su nombre), queda pendiente la compra del libro de Moret...
Por cierto que los vídeos del programa de viajes de Bourdain -con el que si yo tuviera menos edad me forraría la carpeta del instituto sin dudarlo- están en el youtube, encuentro con Ferran Adrià incluido.

manuel allue said...

Muy bien lo de "adorar el santo por la peana", que hacía mucho tiempo que no lo oía (ni lo veía escrito).

Y eso. A leer el libro de Moret para enterarnos de que la vocación le nació al de Hospitalet haciendo la mili en Cartagena, que le gustan las cortezas de cerdo y que su pintor preferido es Salvador Dalí. Ya ves.

DESPERTAFERRO said...

Hace un tiempo escribí en mi blog un alegato en favor del pollo. Me gusta el pollo. No puedo evitarlo. Recuerdo todavía cuando el pollo era un lujo que sólo nos permitíamos en Navidad y en otra fiesta señalada.¿ Que pensais de todo esto? ¿ Es acaso el pollo una fuente de proteínas barata y asequible para los bolsillos de las llamadas clases popuilares? Aún a riesgo de que alguien quiera sacrificarme en el altar de los prohombres de la cocina collonada, me atrevo a reivindicar al pollo como un elemento engrandecedor de la cocina de toda la vida.
Las hermanas reixach del Restaurante Hispania de Arenys de Mar, así lo creen. Tienen en su carta un polastre de Sils en escabeitx que puede resucitar a un muerto.
Antes un cap i pota que comer algo deconstruido. Espero respuesta.

Nopisto said...

Estoy con Mar, la traducción del libro de Bourdain es lamentable. Y en los videos de Burdain con Adrià se ve que se ha retractado ya de sus iniciales boutades.

Estoy más de acuerdo con otras opiniones de Bourdain cuando dice que la cocina de Charlie Trotter parece elaborada por alguien mal follado.

manuel allue said...

Lolita y Paquita Reixach llevan muchos años haciendo cosas memorables, con el pollo y con muchas otras cosas. Y casi siempre (¡menos en una boda!)

Con las cosas de comer no se juega, nos habían enseñado, pero también es cierto que nos lo decían ante una pescadilla recocida y unas acelgas aguadas, un pollo requemado o un melón caliente. Hay que jugar, creemos humildemente, señor Despertaferro, pero enseñando las cartas. Por lo menos cuando pagas por sentarte a la mesa (de juego).

Tan divertido, Nopisto, lo de Charlie Trotter como tan instructivo lo de que la cocina de Jamie Oliver (su presencia) no induce precisamente a la penetración.

DESPERTAFERRO said...

Hace poco hice una entrada en mi modesto blog para denunciar la pérdida de peso de la cocina barcelonesa. En nuestros restaurantes, -me refiero a los de toda la vida- ha penetrado la globalización de los sabores i "n´hi ha per fotre el barret al foc". Se estan abandonando las formas tradicionales de cocinar, de cocinasr lo de toda la vida. Unos canalones bien hechos, un rustit delo que sea, un fricandó merecedor de llevar este nombre y un largo etcétera de despropósitos y pérdidas; esto sin hablar de los postres.¿ Qué se ha hecho del "pijama"?. las cartas de postres se han convertido en un jeroglífico indescifrable.
Propongo que se tomen medidas. Que se haga reflexionar a los restauradores.

otolete said...

...te alabamos señor!
allue dixit.